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Mujeres y jóvenes: los grandes olvidados en el desarrollo económico agrícola

La recolección de aceituna de mesa alcanza casi las 562.000 toneladas y la del aceite de oliva sube un 67%

Moha Gerehou

Dejarse llevar por los estereotipos a la hora de plantearse el perfil de las personas dedicadas a la agricultura en España seguramente evoque la imagen de un hombre de edad avanzada, que ya ha superado la jubilación o está cerca de hacerlo. Y los datos lo confirman. Según las estadísticas del Gobierno, la tasa de envejecimiento (los que superan los 65 años) en los municipios rurales, donde se asientan la mayoría de los espacios agrícolas, es de un 21%, cuatro puntos superior a la media española. En cuanto al género, en los municipios rurales hay 104 hombres por cada 100 mujeres, cifra que en la media española desciende hasta los 97 varones.

Pero este perfil se encuentra en plena transformación y cada vez más se busca desde el mundo agrícola un rejuvenecimiento y una feminización del sector para garantizar su supervivencia y desarrollo económico futuro, aunque a día de hoy siguen siendo los grandes olvidados en el campo español.

Las mujeres, secundarias

Teresa López, presidenta de la Federación de Asociaciones de Mujeres Rurales (Fademur), aplaude la transformación que se está llevando a cabo pero considera que la mujer todavía tiene un papel secundario en el mundo agrícola que arrastra históricamente: “Las mujeres siempre hemos trabajado en el campo, pero se ha considerado siempre como ayuda familiar. Esto ha ocurrido en España tradicionalmente e hizo que no pudieran cotizar por ese trabajo”. 

Según López, “aunque se ha alcanzado la igualdad legal, esta todavía no es real, a pesar de que en 2011 se aprobaran normativas como la ley de titularidad compartida” de explotaciones agrarias. En la práctica, “los titulares siguen siendo varones y en los papeles las mujeres no aparecen, tienen que pedir permiso a los hombres. Aunque las mujeres trabajen, tienen cero ingresos, por lo que no pueden hacer la declaración de la renta”, asegura. 

Fademur pide una clara voluntad política por cambiar la situación e incentivar el papel de la mujer, impulsando leyes y visibilizando un trabajo que existe, pero que está oculto. Algo que creen no ha hecho el Gobierno de Mariano Rajoy. “Hay que recuperar el tiempo perdido en esta legislatura, ya que no les ha preocupado el papel de la mujer”, denuncia Teresa López:

La igualdad de la mujer en el mundo agrícola ya no es solo un tema social. También adquiere una relevancia capital desde el punto de vista económico. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), de cerrarse la brecha de género existente, tanto el sector agrícola como la sociedad en su conjunto se verían enormemente beneficiados. La entidad calcula que la igualdad de acceso a los recursos productivos en hombres y mujeres incrementaría el rendimiento de las explotaciones agrícolas entre un 20% y un 30%. Y la producción en los países en desarrollo subiría entre un 2,5 y un 4%. Extrapolando estos datos al conjunto de la sociedad, todo este aumento provocaría un descenso de hasta un 17% de las personas hambrientas en el mundo.

Joven y agricultor: una combinación casi imposible 

Actualmente, el 5,3% de agricultores españoles tienen menos de 35 años, un porcentaje ligeramente inferior al 6,5% de la UE que organizaciones como el Consejo Europeo de Jóvenes Agricultores (CEJA) o UPA Joven luchan por intentar elevar. Ricardo Bayo, presidente de esta última asociación, cree que “claramente hay una serie de trabas por el hecho de ser jóvenes”, aunque distingue entre los jóvenes que provienen de una familia de agricultores y los que no. “Estos últimos tienen mayor dificultad para entrar porque necesitan una inversión mucho mayor que quienes heredan las parcelas y el material. Además, ahora se suma la mala situación económica, por la que es difícil que el banco te haga un préstamo para empezar”. A esto se suma el envejecimiento de la población agrícola, “la poca tierra y de alto precio que hay y sobre todo el entorno, ya que a día de hoy establecerse en una zona rural es poco atractivo para los jóvenes”. 

Para subsanar esta situación, desde UPA Joven proponen medidas como priorizar económicamente las explotaciones cuyos titulares sean agricultores jóvenes y fortalecer programas formativos y de asociacionismo juvenil que favorezcan una agricultura moderna y competitiva. 

Bayo subraya que “en la Comunidad Valenciana se hizo un cálculo de la superficie en abandono, unas 170.000 hectáreas, que si pasaran a manos de agricultores jóvenes permitirían crear unos 30.000 empleos directos, con su consiguiente impacto en la economía de las zonas rurales y las épocas de campaña. También se crearían puestos indirectos en otros sectores como maquinarias, productos fitosanitarios o servicios”. 

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