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'Oversharing': qué es y por qué debería preocuparte si tienes hijos

Más de la mitad de los jovenes de entre 16 y 24 años comparte sus datos personales en la red.

Dácil Roma

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Fotos con amigos, la ubicación de la última fiesta a la que hemos acudido, vídeos personales, comentarios políticos… Compartir información en Internet se ha convertido en una práctica habitual para la mayor parte de los usuarios, especialmente para los más jóvenes. No en vano, un estudio del laboratorio de ciberseguridad Kaspersky refleja que un 61% de los adolescentes de 16 a 24 años ‘vuelcan’ sus datos personales en la red. Lo hacen sin saber realmente qué contenido es susceptible de ser utilizado en un futuro, ni las implicaciones que esto puede llegar a tener en su vida. A la sobreexposición de información sobre uno mismo que se publica en la red se le llama “oversharing”, una práctica especialmente peligrosa para menores y adolescentes.

Este fenómeno perjudica a todos los usuarios de internet ya que, cuanta más información se comparta, más riesgo hay de que se haga un uso malintencionado de ella. No obstante, la falta de vigilancia en la vida online de los menores y el desconocimiento de los peligros hace que sean el grupo más vulnerable y expuesto del mundo digital.

No solo eso, sino que, a largo plazo, el contenido que compartan en redes sociales seguirá disponible para que lo vean futuros contratistas, banqueros que pueden autorizar un préstamo o, peor, estafadores que pretendan suplantar una identidad. Incluso si borran su perfil, es posible que esa información siga online: en cuentas de amigos y conocidos o registrado en otras páginas que tuviesen el contenido asociado.

Proteger a los más pequeños de su propia huella digital

Enseñar a seleccionar la información que se sube a las redes es el primer paso para camuflar la huella digital de los jóvenes. Con esto nos referimos al rastro que dejan las personas cuando interactúan en la red: tanto de manera consciente, al compartir fotos, vídeos, comentarios y demás contenido de manera pública, como inconscientemente, ya que los navegadores cuentan con técnicas de rastreo para registrar la información que se busca y se comparte.

El “oversharing”, de cuyos riesgos también alerta la campaña Por un uso Love de la tecnología, de Orange, tiene dos variantes de información susceptible de ser comprometida y comprometedora: los propios datos personales y el contenido en sí, respectivamente. Datos como el número de teléfono, la dirección de casa o del colegio pueden parecer banales para los niños, pero su publicación puede poner en grave riesgo su seguridad.

Por otra parte, contenidos generados por adolescentes como fotos y vídeos de la última fiesta a la que acudieron (y que pudo dejar más de una estampa desfavorable), comentarios en perfiles públicos, retweets, stories e interacciones de esta índole sobre temas concretos, como la política o la religión, también pueden repercutir en sus vidas a largo plazo. No en vano, el 87% de las empresas revisa las redes sociales de los candidatos a un puesto de trabajo, algo que ya puso de manifiesto la compañía de trabajo temporal Adecco hace unos años.

Qué hacer para minimizar el riesgo del “oversharing”

El riesgo no solo se sitúa en el futuro, sino también a corto plazo. Por ejemplo, compartir la ubicación de los eventos a los que acudimos o de las fotos que sacamos también puede dar una pista a los delincuentes: podrían saber que es el momento perfecto para entrar en casa a robar con tan solo colgar una imagen de nuestras vacaciones.

Con premisas como estas y aprovechando la celebración del Día del Internet Seguro este 11 de febrero, el Instituto Nacional de Ciberseguridad, junto a IS4K (Internet Seguro For Kids), pone a disposición de los padres materiales didácticos que pueden usar para mejorar la relación de los más jóvenes con un tipo de tecnología que utilizan día a día, y de la que costaría mucho desprenderlos. Lo mejor es que aprendan a convivir con ella.

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