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Encuentros que cambian la vida: jóvenes apicultoras en Madriz, Nicaragua

Mujeres apicultoras en la Cooperativa Coopamacewas en Madriz, Nicaragua

Andrea Menéndez Faya

Las mujeres de Madriz, Nicaragua, viven desde hace décadas una situación de soledad y un futuro incierto, marcado por la migración de los hombres jóvenes, el cambio climático y el aumento de los costes de producción agrícolas, base de su economía. Ellas, solas y frente a un sistema patriarcal que las relega a un segundo plano, buscan ahora una oportunidad centrada en el empoderamiento, nuevo eje de sus vidas.

Hace 30 años, Ayuda en Acción llegó al Corredor Seco de Nicaragua para proporcionar herramientas que no solo eliminen las barreras formativas y laborales de las mujeres y jóvenes de la zona, sino también cualquier tipo de discriminación, gracias al impulso personal y profesional de su emancipación, que garantiza una estabilidad económica para ellas, sus familias, y los pueblos indígenas a los que pertenecen, construyendo además espacios de trabajo libres de violencia y en los que la solidaridad y la participación son las bases de la convivencia. 

La formación que los técnicos de Ayuda en Acción brindan a las mujeres de la zona va más allá de datos técnicos y laborales. Se trata de una confianza en su talento y capacidades, en prepararlas para el liderazgo que pueden asumir en su comunidad y en que sean conocedoras de sus derechos, logrando así un protagonismo que va más allá de lo personal y que es capaz de transformar y dar respuesta a las necesidades de su entorno. 

Dos historias de empoderamiento 

El nuevo capítulo de la miniserie La Oportunidad de Ayuda en Acción traspasa las fronteras de nuestro país y se va a Madriz para presentarnos la historia de Karina y Erika, dos jóvenes apicultoras que han encontrado su futuro en la miel y han dejado atrás los estereotipos de género quien estaba en el trabajo era el hombre, quien mandaba era el hombre. No había oportunidades para nosotras las mujeres”. 

En este enclave centroamericano, las condiciones de vida han llevado a buena parte de la población a buscar fortuna en otros países. Pero las mujeres que se quedan en Madriz para cuidar a su familia tienen el deber y la oportunidad de buscar alternativas para trabajar, una tarea que no es sencilla en sociedades donde las mujeres han sido educadas para hacerlo solo en el hogar. 

Ima Tamara Lagos y Francisco Ruiz, Técnicos de Área Territorial de Ayuda en Acción que acompañan a las mujeres de la cooperativa, nos hablan de los embarazos a temprana edad y la pérdida de oportunidades formativas para las mujeres y niñas que “son de pronto responsables de otra vida” y tienen que interrumpir sus sueños y deseos personales, y de la necesidad de abrir un abanico de nuevas oportunidades para ellas, a quienes está destinada una vida en la cocina y labores reproductivas.

“Lo saco del sudor de mi frente, y trabajo con mi hija. Agarro el campo y no se me dificulta”.

Erika —y su hija— forman parte de la Cooperativa Coopamacewas, compuesta de 23 mujeres de tres comunidades, Mamel, Ceiba y Wahasoní, que también le dan nombre a la marca de miel que comercializan, Macewas, y pertenecen a una generación que sufre las secuelas de la pobreza y la sequía del Corredor Seco de Nicaragua, donde tratan de buscar un presente estable en su tierra con iniciativas como esta, promovida por Ayuda en Acción y la Xunta de Galicia, en busca de la expansión personal y profesional de mujeres y jóvenes.

Para su presidenta, Karina, el trabajo de Ayuda en Acción para promover el autoempleo y su apoyo para llevar a cabo el proyecto de la cooperativa, representan un cambio total de vida. “No conocía nada sobre apicultura, recibimos varias capacitaciones sobre liderazgo, acerca de nuestra autoestima, temas de género, etc.” y a partir de ese trabajo para fortalecer los vínculos personales y emocionales de cada una de las mujeres que forman parte de este proyecto nace una nueva oportunidad de vida. 

Un encuentro que cambia vidas

El miedo a conocer de qué eran capaces en un mundo que les había negado la posibilidad de crecer de forma personal es también una parte de los primeros pasos en su nuevo horizonte. “No le voy a decir que no tuvimos miedo” explica Erika, “lo teníamos a las abejas, a ir al apiario, y ahora para mí no existe el miedo”. La compañía de los técnicos de Ayuda en Acción y la formación que les han brindado durante todo el proyecto es el germen de la confianza que necesitan para trabajar y desarrollarse. 

“La oportunidad más grande que hemos tenido es la de estos técnicos para poder ser mujeres emprendedoras y mujeres empoderadas”.

Los sueños y los proyectos, para ellas y para la generación que viene detrás, sus hijas, sobrinas, niñas de las comunidades vecinas, que conocen la dinámica de trabajo gracias a la cooperativa y “entienden la tarea diferente de ser mujer, de ser empresaria o emprendedora”, comenta Francisco Ruiz, “van a tener un futuro mucho mejor”, gracias al apoyo de Ayuda en Acción y sus donantes. Y es que la ambición de estas mujeres no termina aquí: una vez establecida la cooperativa ya miran al futuro y a la posibilidad de exportar su negocio y que se reconozca su marca, “esta miel ya se ha comercializado, anhelamos salir a otro país, que nuestro producto llegue a más sitios”.

Algo que no sería posible si en su camino no se hubiera cruzado ese encuentro que cambia vidas y que hace que en la región de Madriz, en la que las mujeres siguen siendo las más desfavorecidas debido a las desigualdades de género y a la vulnerabilidad de la región, encuentren hoy conocimientos y apoyo para recibir esa oportunidad de salir adelante y emprender nuevos caminos para construir un futuro digno y próspero.

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