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Tus pequeños gestos diarios con el planeta te hacen sentir bien

Los hábitos de reciclaje han evitado la emisión de 1,6 millones de toneladas de CO2 a la atmósfera.

Ángela García

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El cada vez más habitual gesto de tirar un envase en el cubo correcto y saber que va a ser reciclado de manera eficiente, no solo contribuye al bienestar del medioambiente, sino también al de las personas. Reciclar puede proporcionar felicidad y tomar conciencia sobre un problema global y adquirir un hábito saludable puede ayudar a mejorar la autoestima de quienes lo practican, según los expertos.

“El proceso de reciclar parte de la conciencia social, de que está en nuestras manos hacer algo para cambiar el rumbo del planeta, y esto proporciona una sensación de control, de que aportamos nuestro grano de arena, lo que conlleva asimismo satisfacción”, explica Isaira Rodríguez, psicóloga y psicoterapeuta. “El hecho de ser conscientes de que esos pequeños gestos, uno a uno, harán que el planeta sea más habitable, y de que todos los esfuerzos suman, se relaciona también con un sentido de pertenencia, que es una necesidad básica humana”, añade.

Para esta experta, la relación entre reciclaje y satisfacción personal se asienta en esos tres pilares: el de pertenencia a una comunidad, la sensación de control sobre la situación y la percepción de que se puede hacer algo para frenar la crisis climática. Todo eso unido hace que aumenten nuestros niveles de endorfinas, las hormonas de la felicidad. “Los hábitos saludables constantes, como levantarnos a la misma hora, pueden afectar y afectan, de hecho, a nuestra felicidad, del mismo modo que también lo puede hacer el hábito de reciclar”, razona.

Juan Antonio Caballero, presidente de la Confederación Española de Asociaciones Vecinales (CEAV), añade un cuarto ingrediente: la sensación del deber cumplido. Su conclusión surge de un proyecto llevado a cabo entre la CEAV y Ecoembes en el barrio valenciano de Benicalap. Allí desarrollaron una labor de investigación y divulgación entre sus 40.000 vecinos, que incluía charlas, exposiciones y visitas a plantas de reciclaje. “Observamos que la gente que adquiere los conocimientos o se adentra más en profundidad en los procesos se hace muy activa, se compromete más”, comparte.

La persona que se inicia en el hábito es muy difícil que lo abandone. Todo lo contrario, se puede convertir en portavoz de cómo debe reciclarse de manera correcta. “Ahí sí que hay una satisfacción personal importante”, añade Caballero, “porque esas personas se convierten en referentes para familiares y amigos”.

De suponer un esfuerzo a reportar bienestar

De la misma opinión es Lourdes Pintor, vecina de Ciudad Real y veterana en el hábito del reciclaje: “Ver que reduces el impacto medioambiental es una de las mayores satisfacciones”. En su casa dieron los primeros pasos en la gestión responsable de los residuos hace muchos años, con pilas y papel. “Más adelante, empezamos a reciclar envases de plástico y todo lo que aceptan los contenedores amarillos. Y ahora ya usamos todos: el amarillo, el verde, el orgánico...”, cuenta. A ella, la tarea, en lugar de suponerle un esfuerzo, le reporta bienestar. “Me siento más realizada contribuyendo a evitar el consumo masivo, ya que aparte de organizar los residuos, suelo reutilizar otros artículos como ropa o calzado”, subraya.

El interés deja también su impronta en las tasas de reciclaje. Según Ecoembes, la organización ambiental sin ánimo de lucro que se encarga de coordinar el reciclaje de los envases del contenedor amarillo y azul, la tendencia es positiva. En 2018 el reciclaje de envases domésticos experimentó un fuerte crecimiento, y se obtuvieron importantes beneficios ambientales como el ahorro de cerca de 1,5 millones de toneladas en materias primas y se ha evitado la emisión de 1,6 millones de toneladas de CO2 a la atmósfera.

Tanto Lourdes como Juan Antonio Caballero consideran que, pese a que queda mucho camino por recorrer, son evidentes los avances en la materia. Y esta tendencia se refleja en datos como los del barómetro del CIS del pasado enero, en los que se recogía que más de 60% de españoles sigue con interés o mucho interés las noticias sobre el cambio climático. “Tenemos que ayudar a que la gente de nuestro entorno abra su mente y vea que un pequeño gesto ayuda a todos”, concluye Lourdes Pintor.

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