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La escuela pública es la que asume la inmigración, pero sin medios

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Eduardo Azumendi

“La segregación escolar por clase social [centros distintos para clases sociales distintas] estaba ya más que presente; las cuotas que deben pagar las familias cumplen de manera muy eficaz con la función de seleccionar a las familias en numerosos centros concertados. Pero con la llegada de la inmigración se ha agudizado y, sobre todo, se ha visibilizado la separación, porque las familias inmigrantes no pasan desapercibidas, y ahora basta un simple vistazo para percibir en qué centros se están concentrando las y los pobres”. De esta forma, Amelia Barquín, profesora de Educación Intercultural en Mondragon Unibertsitatea, pone el dedo en la llaga sobre el problema que sufren numerosos colegios públicos en Euskadi, desbordados por la presencia de alumnos inmigrantes.

Y es que la realidad es tozuda año tras año: la escuela pública es la que está asumiendo el grueso de la avalancha inmigratoria, mientras que la concertada (financiada con fondos públicos) apenas acoge a estos estudiantes, salvo excepciones. El porcentaje es de un 80% de matriculaciones en la pública frente al 20% de la concertada. Y como consecuencia, ya hay escuelas donde los inmigrantes rozan o superan el 90%. Así, los conocidos como centros-gueto con porcentajes de alumnos extranjeros superior al 40%] ya existen en ambas redes: un total de 24, de los que 14 son públicos y 10 concertados. Este dato resulta engañoso, ya que ofrece una aparente sensación de equilibrio entre ambos sistemas educativos que no es cierto.

Con la campaña de prematriculación lanzada, Educación ha introducido algunos cambios  en los baremos para la admisión en los centros. Uno de ellos es la reducción a la mitad del número de puntos (de 3 a 1,5) por la renta familiar, con la que trata de evitar que se concentren en determinados centros alumnos de rentas bajas y a la vez, pretende atraer a la escuela pública las rentas medias y altas que en colegios con más demanda de plazas se quedaban fuera del proceso de selección al primarse las rentas inferiores.

Pero para los representantes de la escuela pública aún queda mucho camino por recorrer para romper los guetos, algo que pasa por repartir al alumnado inmigrante de una manera equilibrada entre ambas redes. Jesús Prieto, antrópologo social, profesor en activo en un centro público y experto en Educación Intercultural, tiene muy claro que el desequilibrio se debe más que a una cuestión racial a aporofobia, es decir, odio al pobre.  “Cuando la sociedad escucha que hay que repartir al alumnado de origen extranjero puede percibir que se trata de un alumnado negativo. Y no es así, estos chicos en su gran mayoría son nacidos en Vitoria. Se trata de alumnado pobre, de familias con una situación económica y social muy vulnerable. Esa es la clave”. De hecho, el 95 % de los alumnos inmigrantes son becados, lo que le da a los niños el acceso diario al comedor y al material escolar, así como a las excursiones.

Colegios gueto-refugio

¿Cómo es posible que algunos colegios en Vitoria hayan llegado a tener hasta un 85% de alumnado extranjero? Una estructural, del entorno. Y otra razón obedece a la propia idiosincrasia del sistema educativo. Por ejemplo, los colegios Samaniego o Santa María. En 1985 acogían a la población del Casco Viejo, población muy normalizada, y a la de los nuevos barrios. Con el paso del tiempo, “esos barrios crecen, se multiplican y al final envejecen. Y si no se cuida ese envejecimiento, terminan por enfermar. Los barrios del entorno del colegio Samaniego se han visto despoblados de autóctonos y las viviendas sin cuidar han sido ocupadas por ciudadanos inmigrantes con pocos recursos”, explica Prieto.

El segundo factor es que en Euskadi existen varios sistemas educativos “mimados” por igual por el Departamento de Educación. Están la escuela pública, la Federación de Ikastolas con una gran fuerza simbólica e ideológica, Kristau Eskola y las cooperativas de padres y madres. “A la hora de dar dinero para proyectos de innovación educativa, el departamento da el mismo dinero a la escuela pública y la concertada. ¿Imaginas por un momento que el Gobierno vasco destinara el mismo dinero de los presupuestos a Osakidetza que a la sanidad privada?. Sería un escándalo. Pues eso ocurre con el sistema educativo”, se lamenta Prieto.

Otra razón de la desigualdad del reparto es el gueto-refugio. “Los inmigrantes”, añade Prieto, “quieren ir a un determinado centro porque se sienten más a gusto, es un refugio porque nadie les va a mirar mal ni les va a insultar, todos le van a hablar con cariño. El colegio gueto se convierte en un lugar de paz y tranquilidad, un lugar de iguales”.

Pero según algunos expertos, repartir a los alumnos foráneos por centros no es suficiente para atajar los guetos y ven como una de las claves la política de vivienda. Por eso, abogan ppr coordinar las políticas de educación y de vivienda. “Los puntos que se dan a las familias para acceder a una plaza por vivir cerca indican que no se estudia donde se quiere, sino donde se puede”, recalcan. El sociólogo Mariano Fernández Enguita, incide en que la concentración de inmigrantes en algunos barrios y centros no es sólo un asunto escolar “sino de política social y de vivienda y de cómo se crean las zonas escolares”.

Cohesión social

Hace unas semanas, una delegación de la comisión de Educación del Parlamento vasco visitó los colegios vitorianos con mayor porcentaje de inmigración. La pàrlamentaria de EH Bildu, Rebeka Ubera, fue una de las promotoras de esta visita. Su conclusión no per ite interpretaciones: “la cohesión social y la igualdad de oportunidades están en peligro si Educación sigue concentrando a inmigrantes y rentas bajas en determinados colegios”.

Para Ubera, “el fenómeno de la segregación tiene bases socioeconómicas y está muy ligado a la inmigración, pero no solo y no siempre, y contribuye a profundizar en el modelo de educación a dos velocidades del exministro Wert”.

El caso de Vitoria es paradigmático en lo relativo a la segregación escolar. “Se están dando una serie de condiciones para que ocurra una tormenta perfecta y reviente la cohesión social”. Algunos colegios no reflejan la realidad social de sus respectivos barrios y han pasado a estar estigmatizados porque el alumnado inmigrante llega a suponer el 80-90% cuando en los barrios la población inmigrante en ningún caso supera el 17%. Aunque el problema de la segregación escolar es general, Ubera cree que en Vitoria es especialmente acuciante.

Plan de atención a los inmigrantes

Todos los focos se dirigen hacia el Departamento vasco de Educación.  En su II Plan de atención educativa al alumnado inmigrante en el marco de la escuela inclusiva e intercultural 2016-2020 introduce algunas medidas para evitar “la discriminación cubierta o velada en todos los centros escolares sostenidos con fondos públicos”. El objetivo es que todos los centros sostenidos con fondos públicos contribuyan a la escolarización del alumnado inmigrante que vive en su zona.

Una de estas medidas, ya en vigor este curso, es la de dejar a disposición de la Administración educativa la gestión del 10% de margen que tienen los centros concertados para variar la cifra de alumnos por aula. De este modo, el departamento es el que organiza y planifica los nuevos grupos con criterios que posibiliten una oferta equilibrada de plazas para alumnado inmigrante en centros públicos y concertados.

Así, en cada aula de Primaria el número máximo de alumnos tiene que ser de 25, con un margen de dos o tres plazas para las incorporaciones que se produzcan a mitad de curso. Pero la presidenta de Denon Eskola, Lurdes Errazti, asegura que mientras los centros públicos respetan esta cifra, los concertados “ya parten de los 27 o 28 niños de base. Con lo cual, se aseguran que no entre nadie a mitad de curso y los niños que llegan a van a parar a las escuelas públicas”.

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