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Realmente, ¿se ve luz al final del túnel?

La crisis sigue muy presente en Euskadi.

Eduardo Azumendi

A. R. Lleva más de un año en desempleo. En menos de seis meses se le termina la prestación. “Al principio, los primeros meses, creía que sería pasajero, que no me costaría incorporarme. Y aproveché para prepararme, pero pasa el tiempo y el teléfono ya no suena”. Con sus 45 años y una larga trayectoria como obrero industrial se teme que nada vuelva a ser igual para él como antes. “¿Qué si veo algo de luz al final del túnel? Va por días. Quiero pensar que sí, pero realmente me cuesta”. Y es que la sucesión de datos positivos que en las últimas semanas se empeñan en exhibir los políticos sobre el crecimiento de la economía y las buenas perspectivas de creación de empleo no terminan por llegar hasta la economía real. Allí donde las organizaciones sociales se esfuerzan cada día por llegar donde no alcanza la Administración y sacar adelante a los ciudadanos más desfavorecidos.

Mientras los políticos se atreven incluso a hablar del principio del fin de la mayor crisis económica conocida en democracia, los brotes verdes son invisibles para estas organizaciones sociales. Alfonso López es el coordinador de la Red de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social de Euskadi (EAPN), una red de más de 3.000 personas, profesionales y voluntarias que trabajan en 40 entidades en toda la comunidad autónoma con más de 100.000 personas en situación de pobreza. Para López, la recuperación será un hecho cuando “vea que en Euskadi hay 171.000 empleos para los 171.000 parados que hay registrados en Lanbide. A los ciudadanos que sufren los efectos de la crisis no les llega para nada esa sensación de que se termina. Y si no que se lo pregunten a las personas que, afortunadamente, cuentan con la Renta de Garantía de Ingresos”.

La conocida como RGI ha permitido contener las tasas de pobreza en Euskadi con relación a lo que ocurre en el resto de España. En la actualidad, 66.000 familias la perciben. Sin embargo, la otra cara de la RGI son las personas que no acceden a ella, a pesar de tener derecho. Y no lo hacen por motivos que van desde el desconocimiento de que existen estas prestaciones, la exigencia de los requisitos de acceso a las mismas o la vergüenza de recurrir a ellas. Alrededor de 56.000 vascos se encuentran en esa situación, un 2,5% de la población de Euskadi. Por otro lado, la protección económica a los desempleados se encuentra bajo mínimos en Euskadi. En estos momentos, solo uno de cada tres parados vascos de los 171.000 que están registrado en Lanbide tiene cobertura. Bien mediante la prestación contributiva, la Renta Activa de Inserción (RAE) y el subsidio. Eso supone un descenso de casi siete puntos con relación al mismo mes de 2014. La razón es evidente: la duración de la crisis está erosionando los derechos. Las personas que han agotado la prestación precisan de mucho tiempo para volver a tener derecho, ya que no logran acceder al mercado de trabajo.

La economía real

La economía realLa Encuesta de Pobreza y Desigualdades Sociales (EPDS), elaborada por el Departamento de Empleo y Políticas Sociales, revela que la población en riesgo de pobreza y exclusión social ha aumentado del 17,9% en el 2008 al 22,7% en el 2014; de 385.087 a 489.447 personas, 104.360 más. Para Ramón Ibeas, director general de Cáritas Álava, esta es la “economía real”. “El índice del Ibex ha superado los 12.500 puntos. Ese es un dato claro de que crece la economía especulativa, no la real, que se encuentra parada. La economía financiera ha derivado a los sectores más pobres todos los costes. Ha fagocitado a la economía real”.

Ibeas insiste en que las “empresas en la economía real tratan de vender el producto, disponer de crédito para salir adelante, crear empleo….lo demás es humo. La economía financiera especulativa capta el beneficio rápidamente y luego desaparece con él”.

En este punto, el director de Cáritas pide a los ciudadanos que se detengan a pensar dónde invierte su dinero, si es que están en condiciones de invertir o guardar algo. “La gente acude al que le da más interés. Pero tiene que saber que aquellos que dan un 7% de interés es, muchas veces, a costa de los trabajadores. Invertir el dinero es una decisión personal, es una cuestión de actitud personal”. Una actitud similar a la del fraude fiscal. “Pues sí, cada uno debe ser consciente de hasta que punto está defraudando, por poco que sea. O cambiamos los valores o no hay nada que hacer”.

Trabajadores pobres

Trabajadores pobres

En los tiempos que corren, el hecho de tener trabajo ya no es un sinónimo de seguridad y estabilidad. Es lo que se conoce como el fenómeno de los ‘trabajadores pobres’, aquellos empleados que a pesar de tener un sueldo no pueden llegar a fin de mes. Cada vez son más los trabajadores que se encuentran en esta situación debido a la profundidad de la crisis. En un intento de que no se descuelguen del mercado de trabajo y traten de subsistir solo con las ayudas sociales, la Renta de Garantía de Ingresos (RGI) cuenta con los estímulos al empleo, es decir, que complementa esos bajos ingresos de los trabajadores. En la actualidad, casi 12.000 trabajadores recurren a la RGI para alcanzar unos ingresos dignos y que les puedan garantizar la subsistencia.

Maribel Ballesteros, responsable de Acción Sindical de UGT Euskadi, asegura que la aplicación de la reforma laboral ha agravado los problemas de los trabajadores en el mercado laboral. “Se ha deteriorado el empleo, las condiciones laborales y el empleo que se crea no es de calidad”.

Aunque los expertos y el Gobierno vasco vaticinan que este año se creará empleo, esa circunstancia no puede ocultar la gravedad por el que pasa el mercado de trabajo en Euskadi. Prueba de ello es que siete de cada diez contratos que se firmaron el año pasado en la comunidad autónoma tuvieron una duración inferior a los 30 días. Desde el punto de vista social y económico se trata de unas cifras de difícil digestión. El empleo temporal se combina con altos niveles de rotación durante espacios de tiempo muy largos. “Cualquier trabajador vasco tiene bastantes más probabilidades que un trabajador europeo de tener empleo precario, sea cual sea el tipo de contrato”, señala Ballesteros.

La sindicalista ve “muy complicado” recuperar el terreno perdido. “Incluso se está imponiendo en las empresas la doble escala salarial, por la que los jóvenes que entran no pueden aspirar a las mismas condiciones que tienen los trabajadores más antiguos. Es una de las consecuencias de la reforma laboral. Hay que recuperar normativas que garanticen los derechos de los trabajadores. De lo contrario, no hay forma de tirar del consumo”.

La peor cara de la crisis: los desahucios

La peor cara de la crisis: los desahuciosArturo Val del Olmo, uno de los portavoces de Stop Desahucios Araba, pone voz a uno de lo dramas más crudos del momento: los desahucios. Desde que comenzó la crisis a finales de 2007 hasta 2014 se han registrado cerca de 7.500 ejecuciones hipotecarias. Algunas familias aún resisten en sus casas, pero la mayoría se ha visto obligada a salir. El año 2009 fue el peor año en cuanto a desahucios con un total de 1.255. A partir de ese instante, el descenso ha sido paulatino, pero como señala Val del Olmo “cada ejecución es por si misma un drama. Puede que en algunos momentos los bancos recurran a otras fórmulas para conseguir el dinero. Pero tarde o temprano vuelven a la carga”.

“En Euskadi”, señala el actvista de Stop Desahucios, “estamos viendo escenas de los años cuarenta y cincuenta del siglo XX, con una, dos y tres familias viviendo en la misma casa. Incluso una familia entera en una sola habitación. Es una situación de auténtica emergencia social. Cuando me hablan de crecimiento de la economía yo me fijo en otros indicadores para ver cómo evolucionan y veo que van de mal en peor: aumenta la precariedad laboral, los salarios bajan, se recorta el gasto en educación y sanidad, crecen los hogares con todos los miembros en paro. La pobreza se está cronificando”.

Según Val del Olmo, “algunas instancias no tienen interés en que se visibilice la pobreza, pero existe. La gente para poder pagar un alquiler social tiene que dejar de comprar comida y recurrir al Banco de Alimentos”.

Y es que los datos positivos de la macroeconomía no terminan por llegar a ras de suelo. Realmente, ¿se ve luz al final del túnel?

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