“En mi empresa no hay trabajadores, hay personas”
Cuando le preguntan a Miguel Lazpiur cómo ha afrontado su ya centenaria empresa la crisis da tres recetas: “Apretarnos el cinturón, salir a vender como locos y cuidar de las personas”. Esta última clave es una de las señas de identidad de Lazpiur. “Las personas es el valor más importante que puede tener una empresa. En Lazpiur, no hay trabajadores, hay personas. Es lo último de lo que debe desprenderse una compañía. Esas personas están implicadas en el proyecto y se ha invertido mucho en su formación y preparación. Es el mayor activo”. El libro Lazpiur. El modelo de una pyme ejemplar describe la reconversión de una empresa centenaria, su competencia con las grandes multinacionales y su posicionamiento como uno de los líderes en la fabricación de maquinaria y el utillaje de forja. Su autor es Pedro Gómez Damborenea, licenciado en Derecho, en Ciencias Políticas y Máster en Periodismo y actualmente consultor de empresas. Gómez Damborenea ha presentado el libro junto al propio Miguel Lazpiur, en la actualidad director general de Lazpiur, en la Universidad de Deusto. La editorial Claves de Gestión ha publicado el ejemplar.
Reinventarse todos los días, confianza en uno mismo, amor por el trabajo bien hecho y por las personas que lo realizan, y aprender bien y ser “generosos enseñando” son otras de las claves que ayudan a entender el éxito de esta pyme capaz de liderar algunos de los mercados más exigentes. Otra de las guías de actuación es el trabajo “en dos planos”. “Por un lado, la atención del día a día. Y por otro, todo lo que debemos de hacer el día de mañana para continuar en el mercado y tener éxito. Hay que tener siempre el ojo en lo que pueda llegar más adelante. Lógicamente esto supone un esfuerzo, pero no hacerlo puede acabar con el proyecto”.
Es el miedo al inmovilismo lo que ha espoleado a una empresa como Lazpiur, que en sus 101 años de historia ha pasado de producir calzado, clavos, hasta el momento actual, en el que se tiene una posición destacada en la fabricación de maquinaria y de utillajes para el sector de la forja. “Lazpiur”, explica Gómez Damborenea, “tiene un excelente modelo de gestión. Integra a las personas, es solidario, avanzado tecnológicamente, con la innovación como bandera, tiene éxito en los resultados…Es un modelo donde la participación de los trabajadores está integrada en la empresa y donde se aprovechan todos los recursos para ser competitivos y exportar hasta el 80% de lo que produce. Esa es la mayor prueba de competitividad”.
El cuidado de las personas es una constante que fluye tanto en el discurso del autor del libro como del propio Lazpiur. “Después de años de pérdidas”, comenta Miguel Lazpiur, “nos reunimos con la plantilla. Había caido hasta un 50% la actividad, pero el mensaje en esa reunión fue que de la crisis teníamos que salir todos juntos y reforzados. De ahí surgió el proyecto Fénix, cuando media docena de jóvenes de la empresa me dijo que ya era hora de cambiar de paradigma. Y pasamos del resistir, que podía dar una imagen de dormirse en los laureles, al de cambiar, que implica esfuerzo, sacrificio y visualizar dónde queremos que esté la empresa en el futuro”.
Lazpiur ha conseguido salir, pero otras muchas pymes viables se han quedado en el camino. En este punto, tanto Lazpiur como Gómez Damborenea echan de menos una mayor implicación de las instituciones por salvar a las empresas industriales. MIguel Lazpiur recuerda como “Barak Obama impulsó una ley en Estados Unidos por la que condonaba las deudas a las empresas en crisis, pero viables. Y ha conseguido sacar adelante a la industria. A nosotros una compañía americana nos hizo un pedido por 300.000 euros y como se acogió a esa ley hemos terminando cobrando 1.200 euros y después de tres años. Es vital crear un clima favorable para la empresa”.