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Proyectan en Vitoria el único puerto espacial en la Unión Europea para el lanzamiento de satélites

El Cosmic Girl, con el cohete Launcher One, en vuelo de prueba

Iker Rioja Andueza

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Un consorcio de empresas liderado por la firma de Elgoibar AVS -proveedora del Rover que la NASA envió a la reciente misión de Marte- y en el que participan la también guipuzcoana Scientifica, la alavesa CTA, la filial británica de AVS Ura Thrusters y, sobre todo, la estadounidense VIrgin Orbit proyectan instalar en el aeropuerto de Foronda, a las afueras de Vitoria, un puerto espacial único en la Unión Europea para el lanzamiento de satélites y el desarrollo de un vehículo orbital (OTV, por sus siglas en inglés). Este OTV sería el primero del mundo propulsado por agua y no por sustancias contaminantes. Se trata de una infraestructura a imagen y semejanza de la que ya está operativa en Cornualles, a 400 kilómetros de Londres, y que empezará a lanzar satélites en 2022 aunque no ya en territorio comunitario.

El plan, denominado 'Órbita', tiene un presupuesto de 42,5 millones de euros. Son 14,5 de financiación privada y el resto está solicitado dentro del listado vasco Euskadi Next con las iniciativas para captar fondos comunitarios. Se marca como objetivo estar operativo en 2023 o, a más tardar, en 2024. Si el 'spaceport' de Cornuales tiene un impacto estimado de 200 millones de libras esterlinas (232 millones de euros), la memoria de este proyecto, remitida al Parlamento Vasco, promete “60 puestos de trabajo directos durante la ejecución del proyecto”, más de 150 “a medio plazo” y el mantenimiento de otros 10 empleos. “Permitirá a Euskadi ser pionero en el lanzamiento de satélites y podrá ofrecer servicios relacionados con la operativa de éstos en órbita, así como transporte orbital, a nivel estatal, europeo y mundial. Permitirá una cohesión social y territorial sin parangón [...] y una gran cooperación transfronteriza con Reino Unido y Estados Unidos”, explica este documento, cuyo responsable es el ingeniero que lidera AVS, el alavés Miguel Ángel Carrera.

¿Por qué Foronda? Aunque no sea el aeropuerto de más tráfico de pasajeros en Euskadi, sí es el que tiene una pista mayor y una mejor ubicación orográfica para operaciones más complejas. Loiu está encajonado entre montañas y tiene riesgo de fuertes vientos y la pista de Hondarribia termina al borde del mar. Sí que es una importante terminal carguera y logística en España, la cuarta de la red de Aena después de Barajas, El Prat y Zaragoza y el único de todos ellos que ha crecido en tráfico durante la pandemia. De hecho, este domingo ha vuelto a aterrizar el Antonov 124, uno de los aparatos más grandes del mundo. “Vitoria es un gran centro logístico a nivel nacional y europeo. Su localización y orografía hacen de Foronda un lugar idóneo para la operativa de lanzamiento de satélites. No existe un 'spaceport' actualmente accesible por transporte terrestre a nivel europeo”, se puede leer en el documento.

En varios puntos se menciona a Aena como “participante” del plan. Foronda es una infraestructura enteramente pública de titularidad estatal. Se insiste, eso sí, en que tocaría acometer reformas legislativas a nivel local y estatal para poner en marcha el puerto espacial. No hay excesivos datos de su afección a la actividad actual de pasajeros y mercancías ni tampoco sobre la relación con el polígono industrial aeronáutico que se lleva años prometiendo en la zona, el denominado VIAP. Pero sí se apunta a que no solamente habrá hangares para los aparatos lanzadera, sino que se realizarán pruebas y simulaciones espaciales en el lugar. De hecho, se pone como ejemplo una gran instalación de la Agencia Espacial Europea.

Se apunta a que “en el último trimestre de 2020” se lanzaron “más de 350” pequeños satélites en el mundo y que potencias como Alemania, Japón o Brasil ya están desarrollando este tipo de puertos espaciales. Se calcula que en 2023 se lanzarán cada día cinco satélites en el mundo. En Foronda, como en Cornualles, el sistema reviste gran “simplicidad”, según sus promotores. Un gran avión llamado Cosmic Girl (un Boeing 747 de 2001 que tiene su base en Los Ángeles y que toma su nombre de una canción de Jamiroquai) engancha el denominado Launcher One, que es liberado a gran altura y que, a su vez, libera el satélite, que queda en órbita. La primera misión con este cohete se completó con éxito a principios de 2021. La gran novedad que aportaría Vitoria a los actuales sistemas de Virgin en el Reino Unido o en sus bases de Estados Unidos es que en Foronda se emplearía el primer mecanismo de propulsión hidráulica que “reemplaza combustibles químicos cancerígenos” como la hidracina o MON/MMH, así como los gases nobles Xenon o Kripton, “de un coste altísimo dada la gran cantidad de energía necesaria para su generación”. La filial de AVS que trabaja en ello se llama Ura, por el nombre en euskera.

¿Y para qué sirven los satélites que se lanzan? “Estas nuevas misiones espaciales tienen una vital importancia especialmente en combatir el cambio climático. Los satélites suelen ser los primeros sistemas en proveer de datos útiles sobre las temperaturas de los océanos, el nivel del mar, el deshielo del ártico, etc. Los datos son los que hacen posible la generación y actuación de políticas medioambientales”, explican los promotores, que confían en el “gran impacto mediático” del proyecto para Vitoria, Euskadi, España y Europa hasta el punto de prever un aumento de la tasa de la natalidad “a largo plazo” por los beneficios económicos y sociales que supondrá el puerto espacial.

Se da la circunstancia de que en el listado de proyectos presentados como candidatos a recibir fondos europeos hay otro llamado 'NewSpaceCo' liderado por uno de los socios de 'Órbita', CTA, y con otros impulsores como Satlantis de Bizkaia, Airestudio de Álava, Aertec, DHV y Edair de Andalucía y Thales Alenia Space de Madrid. En este caso busca desarrollar “pseudosatélites” y drones para la “observación terrestre” y atmosférica que permita ofrecer datos a sectores como la agricultura, la industria o las agencias públicas de seguimiento del medio ambiente. Este proyecto está valorado en 59,5 millones, 30 aportados por los promotores y 29,5 millones que vendrían de Europa.

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