20 años sin mantenimiento ni uso ponen en peligro el castillo de Alburquerque

El castillo de Alburquerque sufre un deterioro que pone en peligro su integridad debido a que las últimas obras de restauración se acometieron hace casi dos década y a que el monumento carece de uso, lo que obliga a una restauración “urgente” antes de que sea “demasiado tarde”.

Son algunas de las alarmas que ha lanzado Eduardo Robles, técnico de Turismo del Ayuntamiento de Alburquerque y guía del castillo, quien ha elaborado un informe donde se detallan los principales desperfectos del monumento.

Desde el siglo pasado se ha catalogado al Castillo de Luna como una de las fortalezas medievales mejor conservadas de La Raya hispanoportuguesa, una condición, que si nadie lo remedia, puede dejar de ser una realidad debido a los daños y desperfecto que presenta, ha advertido.

Declarado Monumento Nacional en 1924 y Bien de Interés Cultural en 1933, el castillo sufre diferentes daños estructurales y desprendimientos, “un grave deterioro debido a que las últimas obras de restauración son del año 2004”, según Robles.

Uno de los problemas más acuciantes que tiene la fortaleza, ha explicado, es que desde que dejó de utilizarse como albergue juvenil, con lo que no tiene un uso, por lo que lo primero que debería saber la Junta de Extremadura -titular del monumento- es “cuál es la explotación más idónea para esta fortaleza”.

Junto a ello, ha reclamado una restauración urgente “antes de que sea demasiado tarde”.

Para comprobar los problemas que presenta el castillo es necesario hacer un recorrido por el interior y por los exteriores de este majestuoso edificio cuya existencia está documentada en el siglo IX, en época andalusí, pero que recibió distintas ampliaciones en siglos sucesivos, principalmente en el siglo XIII, a cargo de Alfonso Téllez de Meneses y Alfonso Sánchez, y en los siglos XIV y XV con Álvaro de Luna y Beltrán de la Cueva. 

A estos dos siglos debe asignarse la mayor parte de la obra del castillo, junto al recinto abaluartado construido bajo dominación portuguesa en el siglo XVIII, lugar este que fue modificado para acoger una hospedería de la Junta, obras que se cancelaron en 2014, y que finalmente alberga el Centro de Interpretación del Medievo.

En abril de 2013 se desprendieron dos grandes trozos de muralla junto a la puerta de entrada al patio de armas y en lugar de rehabilitarse se instaló una estructura metálica para seguridad de los visitantes. 

Posteriormente, en 2018, se desprendió un trozo de unas de las puertas de entrada que tiene el camino de subida al patio de armas. 

“Cada día se ven más portillos o socavones que se están abriéndose debido a las filtraciones de agua o al crecimiento de vegetación, cuyas raíces son la causa de que se abran huecos en unas murallas que registran descarnamientos con la constante caída de piedras de sus lienzos de la cara norte del castillo”, ha indicado el técnico de Turismo.

A ello ha sumado enumerando diferentes socavones, pérdidas en el recubrimiento de las terrazas, desplazamiento de contrafuertes en la iglesia de Nuestra Señora del Castillo y filtraciones de agua en la Torre del Homenaje “que provocan humedades en el interior y que aparezcan grietas en su fachadas este y norte”.

También ha alertado de la existencia de desprendimientos y grietas por toda la fortaleza “con pérdida de fábrica, de sillares, por descarnamientos de la mampostería”.

Robles ha lamentado además el aspecto que se encuentra el visitante al llegar al monumento, pues la puerta principal de entrada al castillo es “un puntal de obra y una valla metálica cerrada con una cadena y un candado”.

“Todas las puertas y ventanas del castillo están afectadas de termitas y carcomas y muchas de ellas no cierran y tenemos que apuntalarlas”, ha añadido Robles, quien también ha criticado el estado “deplorable” que presenta la propia oficina de turismo, ubicada en el patio de armas.