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Adiós a la legislatura en que desenchufaron el AVE

Las obras de alta velocidad modifican el servicio ferroviario en Valladolid

José L. Aroca

En Extremadura la terminación de una línea ferroviaria de alta velocidad da zancadas de décadas enteras. Se prometió para 2010, y ahora el horizonte, también peligrosamente cercano porque no se suele cumplir, es el 2020.

La legislatura política 2011-2015, primera en la que el PP gobernó la región, es aquella en la que el proyecto AVE quedó desenchufado, fuera de la red eléctrica programada por el Gobierno de Rajoy, y convertido también en cuanto a promesa en un hipotético convoy de tracción diesel, además de consumo interno porque más allá de Badajoz, o de Navalmoral, tampoco existen perspectivas de que los trenes puedan circular a 300 km por hora.

Han sido cuatro años en los que salvo un tramo de autovía autonómica entre Coria y Moraleja, no ha habido grandes ni siquiera medianas consecuciones en materia de infraestructuras.

El Gobierno de Rajoy, y subsidiariamente el de Monago, entraron con un fortísimo plan de ajuste que ha dejado las infraestructuras –ferrocarril de alta velocidad o convencional, autovías, y carreteras normales- en estado de semicongelación, y sólo con la llegada de estas próximas elecciones han entrado en el microondas para recibir un mínimo de calor.

Al sacrificio

David Herrero, diputado autonómico del PP y portavoz en materia de infraestructuras, sigue acusando a los socialistas de haberles dejado los fondos europeos en la materia “sobreejecutados”, con dinero gastado de los años siguientes, y luego hasta este 2015, la Consejería de Fomento en materia presupuestaria “ha sido la sacrificada” ante prioridades como la educación, sanidad o dependencia.

Obviamente “no hemos hecho todo lo que queríamos”.

Poco tardó el presidente Monago, apenas un año después de aterrizado en la silla presidencial, en desvelar la idea de conformarnos de momento con un tren diesel, de “altas prestaciones”, que raramente superaría los 200 km/h, en espera de tiempos económicamente mejores. La renuncia se acabó despejando con la salida de Extremadura de la red de electrificación, pero lo que se dice renunciar al AVE “no lo hemos hecho”, asegura Herrero, partidario de que “en vista de que no se podía electrificar” se aproveche la obra para un tren rápido diesel que “yo creo que circulará en 2016”

“Lo otro [una verdadera línea de alta velocidad] llegará cuando tenga que llegar, el horizonte es el 2020”.

Desde el PSOE su diputado autonómico y portavoz de Infraestructuras Francisco Macías sí ve en el PP toda una renuncia al AVE: “Mientras esté Monago no habrá alta velocidad”.

A la hora de repasar realizaciones en materias de infraestructuras esta legislatura, el popular David Herrero se queda con el “esfuerzo” hecho para terminar la autovía autonómica Coria-Moraleja, 20 millones de euros con fondos propios de la Junta, y otras inauguraciones “que no son de tanta envergadura como estábamos acostumbrados”, tales como el Centro de Transportes de Llerena, la red privada de ITV, y depuradoras en Moraleja o Fuentes de León.

¿Otras obras de carretera? La red autonómica es de 3.700 kilómetros y había al menos que conservarla, el presupuesto no ha dado para más: “Ojalá hubiéramos tenido más dinero”.

Desplome y austeridad suicida

Los números no engañan, y el gasto de la Consejería de Fomento en estos cuatro años se ha desplomado un 54% según los números del socialista Macías. La política de Monago en este campo ha sido de una “austeridad suicida”, y el más con menos, “más paro con menos inversión en obras públicas, en vivienda y en turismo”.

¿Y los empresarios qué dicen? “Yo te puedo dar mi opinión, pero no publiques mi nombre. El sector de la construcción y obra civil está hundido por la falta de inversión”, se oye al otro lado del teléfono. “Muchas empresas han ido a concurso de acreedores, y acaban en liquidación o superan un plan de viabilidad y vuelven a trabajar con el mismo nombre pero dejando impagos”.

Las escasas licitaciones que salen, y la enorme concurrencia de empresas, hacen que obtener una adjudicación “sea una lotería”. El récord está en una obra de 400.000 euros a la que se presentaron 93 ofertas.

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