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Javier, un joven de Badajoz atrapado en el ‘limbo’ por irse como médico a la guerra de Ucrania

Javier, en uno de los centros sanitarios del este de Ucrania por los que ha pasado

Jesús Conde

Se ha acostumbrado al ruido de los bombardeos y de los lanzagranadas. “Lo que me ronda la cabeza es siempre lo mismo: ¿cuánto dinero se está desperdiciando para matar a gente, mientras que hay otras tantas cosas que se podrían hacer?”.

Son las palabras de Javier David Benítez, un joven médico de 24 años, vecino de Badajoz, que trabaja como voluntario en un hospital de guerra de la ciudad de Donetsk, al este de Ucrania.

Desembarcó el pasado 19 de febrero en Rusia, desde donde cruzó la frontera para integrarse como doctor voluntario en el bloque de los independentistas prorrusos. Un término que él no comparte, porque según explica es una denominación que les otorgó occidente, y porque “una buena parte de las personas que allí se encuentran son simplemente civiles a las que no paran de bombardear”.

Este chico terminó hace muy poco la carrera de Medicina en la Universidad de Extremadura, pero lleva a sus espaldas cientos de horas de quirófano. Ha estado en hospitales, centros de salud y puntos cercanos al frente, en Alchevsk, Donetsk y más poblaciones. En ellos ha tratado disparos de metralla o amputaciones, pero también problemas normales de la población civil, como la hipertensión de los mayores o epilepsia.

Encerrado en Ucrania

Su situación no es nada fácil y lo sabe. Quiere volver a Badajoz, echa de menos a su familia y a su novia. Quiere descansar del horror de la guerra.

Pero de momento está literalmente en un limbo. No sabe cómo salir de los territorios independentistas en conflicto. En caso de conseguirlo y regresar a España puede toparte con un problema legal si el Gobierno llega a entender que no ha respetado la neutralidad nacional por ayudar al bloque prorruso.

Mientras tanto su vida pasa en la ciudad de Donetsk en torno a las salas de curas y de operaciones, tratando a pacientes. “Yo vine a ayudar, no he ayudado ni la mitad de lo que quería, pero he salvado varias vidas, y sí que he tratado a muchas personas”.

¿Qué problemas tiene en el camino?

Su visado ruso caducó y descarta por completo regresar cruzado la zona ucraniana. Aunque el gobierno de Kiev le diera el salvoconducto, su vida corre peligro por la presencia de sectores militares que no controla el gobierno y que podrían incluso matarle.

Lo ha intentado también por la frontera rusa, pero sin visado y tal como están las cosas no es nada fácil. Ya se ha puesto en contacto con el Consulado General Español en Moscú, que le han transmitido que las autoridades rusas solo están dispuestas a ayudarle si suma a un número suficiente de españoles (3-4 compatriotas) que estén allí con sus mismas condiciones y quieran volver. Cosa que hasta el momento no ha logrado.

En caso de que la diosa Fortuna quisiera iluminar a este joven, sigue teniendo un grave problema. Conoce el caso de ocho españoles que al regresar a casa llegaron a ser detenidos y acusados de diversos delitos cometidos por su integración en los grupos independentistas prorrusos de Ucrania.

Su caso es diferente, porque ha estado trabajando como médico, aunque no sabe qué pasará. Puede ser todo, y nada a la vez. “No sé qué tipo de actuaciones puede adoptar contra mí un gobierno que intenta meter en la cárcel a gente que tira un bote de pintura a una piscina. Imagínate yo, que estoy apoyando a gente que está en contra de la OTAN”.

La vida en el bando prorruso

Cuando uno conversa un rato con Javier, la primera pregunta que surge es por qué se ha metido en un ‘embrollo’ así un médico titulado, con toda una vida por delante. Y aclara que tomó la decisión tras observar en reiteradas ocasiones cómo los medios de comunicación narraban “invasiones” como las de Afganistán, Irak o Serbia. También porque defiende el derecho de autodeterminación de los prorrusos.

“Cada vez hay más conflictos regionales a lo largo del mundo, simplemente porque hay gente que no quiere seguir la hoja de ruta diseñada para ellos desde el exterior, por parte de algunas potencias, y la reacción de estas potencias es violenta y es bombardear”.

No obstante insiste en que “esto es mucho más que un bando prorruso enfrentado a Ucrania. Son gente que ven cómo sus casas son bombardeadas, y es normal que la población local se defienda, es gente local que se defiende. Por mucho que se empeñen en decir que es una invasión rusa, la mayor parte de los voluntarios son gente que es bombardeada, en su mayoría civiles locales”.

Otra de las cuestiones de las que alerta son las muertes en la guerra. Apunta que no solo hay bajas civiles –10.000 según comenta—, sino otras tantas personas que mueren por falta de medicinas, o por no consumir productos frescos.

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