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Se busca oposición al ultraderechista Jair Bolsonaro

Fernando Haddad, candidato del Partido de los Trabajadores, ante un fondo con la imagen del expresidente Lula da Silva.

Bernardo Gutiérrez

Un día antes de la segunda vuelta de las elecciones brasileñas, Gleisi Hoffmann, presidenta del Partido dos Trabalhadores (PT), afirmó que el “mejor regalo que vamos a darle a Lula es ganar las elecciones y sacarle de aquí (de la cárcel)”. La frase contradecía la estrategia de Fernando Haddad para la segunda vuelta: una campaña alejada de Lula, del relato épico-popular y del color rojo.

Huir de la identidad petista y apelar a la defensa de la democracia eran las últimas cartas de Haddad. Gleisi Hoffman hablaba para la cúpula del PT y le mandaba a Haddad el recado de que no sería líder del PT alejándose de la cúpula del partido.

Dos días después del triunfo del ultraderechista Jair Bolsonaro, Gleisi Hoffmann elogió a Fernando Haddad y le convocaba a liderar un frente de resistencia: “Haddad tuvo un papel muy importante en este proceso. El PT va a darle las condiciones para que ejerza el papel de articulador”. Ambas declaraciones dejan entrever el resbaladizo terreno que Fernando Haddad va a pisar. Haddad será el líder del PT solo si sigue siendo fiel a la dirección del partido y a Lula. Y Haddad solo conseguirá liderar un frente democrático si continúa mostrando la independencia de la recta final de la campaña.

Haddad, el renovador

Haddad sale reforzado de las elecciones. Su estrategia hizo crecer el número de votantes del PT del 29,28 % de la primera vuelta al 44,87 % de la segunda. De 31 a 47 millones. Los dieciséis millones de votos de diferencia son esencialmente anti-Bolsonaro. Esa nueva marea está compuesta por críticos por la izquierda, movimientos sociales y ciudadanos de centro e incluso de centroderecha que votaron contra Bolsonaro.

Los votos de la primera vuelta representan el techo del petismo más fiel. Los votos de la segunda vislumbran, por el contrario, un frente común a favor de la democracia. La campaña de millones de ciudadanos que se lanzaron a la calle a “virar votos” (revertir votos) y convencer a indecisos fue totalmente independiente. Esa nueva marea difícilmente aceptará ser tutelada por la línea dura del PT.

El hundimiento del centroderecha y la ausencia de un frente democrático electoral contra la ultraderecha colocan la responsabilidad opositora en las izquierdas. Al conservador Partido da Social Democracia Brasileira (PSDB) no se le espera. João Dória ha ganado para el PSDB el estado de São Paulo, el más poderoso de Brasil, con un discurso pro-Bolsonaro. La victoria de Dória anticipa que muchos de los cargos electos del partido colaborarán con Bolsonaro. Aécio Neves, su candidato presidencial en 2014, pidió el voto para Bolsonaro.

Hegemonías de la izquierda

El primer obstáculo de Fernando Haddad es no tener cargo parlamentario. Por eso, el veterano senador petista Jaques Wagner será una de las voces fuertes de la oposición anti-Bolsonaro. Wagner, crítico con la presidencia del PT, llegó a convencer a los barones del nordeste para apoyar un frente de izquierdas liderado por Ciro Gomes. Sin embargo, Gleisi Hoffmann y el propio Lula boicotearon el acuerdo.

Ciro Gomes, de centroizquierda y tercer candidato más votado en la primera vuelta, se mantuvo neutral, a pesar de la presión para que pidiera el voto por Haddad. “Necesitamos construir un gran movimiento que proteja la democracia brasileña y a la sociedad más pobre de los avances contra los derechos”, afirmó en un vídeo casero.

Su neutralidad le pasará factura entre los votantes de izquierdas, que le acusan de traición. No estar en la foto de derrotados del 28 de octubre junto al PT le permitirá disputar los millones de votantes que apoyaron a Jair Bolsonaro no por motivos ideológicos, sino por desesperación o para castigar al PT. El antipetismo no es un campo homogéneo y existen millones de antipetistas que no son de derechas.

El baile por la hegemonía de la izquierda ya ha comenzado en el Congreso. El Partido Comunista do Brasil (PcdoB), aliado del PT en las elecciones, articula ya un bloque de izquierdas con el Partido Socialista Brasileiro (PSB) y el Partido Democrático Trabalhista (PDT) de Ciro Gomes. “Necesitamos una oposición de verdad. No se dará si la izquierda sigue la lógica de la hegemonía. Nos equivocamos al no construir un frente antes y nos equivocaremos si no conseguimos juntarnos ahora”, afirmó el diputado Orlando Silva, líder del PCdoB en el Congreso.

Las cuentas salen. Los diputados del PSB (32), el PDT (28) y el PcdoB (9) suman 69, 13 más que el el PT. Además, el PT ha perdido sus senadores en los tres principales colegios electorales (Minas Gerais, São Paulo y Río de Janeiro) y los gobiernos de Minas Gerais y Acre, convirtiéndose casi en un partido regional del nordeste.

Diálogo con el centro

Orlando Silva lanzó el guante a los diez diputados del PSOL. Aunque el PSOL todavía no ha conseguido salir de su postura subalterna del PT, es posible que se sume de alguna manera al bloque. En el Congreso, algunos partidos ambiguos alrededor del centro, especialmente el Movimento Democrático Brasileiro (MDB), el Partido Trabalhista Brasileiro (PTB), el Partido Progresista (PP) y el Partido Popular Socialista (PPS), pueden apoyar propuestas en defensa de la democracia del bloque de izquierdas. Si el PT lidera el bloque, será más difícil.

A pesar de que Marina Silva obtuvo un 1% de los votos en el primer turno, su papel puede ser clave. Su partido REDE eligió cinco senadores (uno de ellos declaradamente gay) y la primera diputada indígena de la historia. Haber pedido el voto in extremis para Fernando Haddad trae de vuelta a Marina Silva al centroizquierda. Es bastante posible que Ciro Gomes y Marina Silva unan fuerzas.

El bloque de izquierdas tendrá un estilo dentro del Congreso y otro fuera de él. Cambiará el ritmo en las diferentes regiones para adaptarse a las contradictorias alianzas locales de los partidos. El éxito de la oposición dependerá de la inteligencia emocional y táctica de Fernando Haddad. Y del vigor de un nuevo movimiento civil que defienda en todas las esferas la democracia frente al autoritarismo de Jair Bolsonaro.

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