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Todos los miércoles, el corresponsal de elDiario.es Andrés Gil explica las claves de lo que sucede en el EEUU de Donald Trump. Porque lo que pasa en Washington no se queda en Washington.

La conspiranoia se le vuelve en contra a Trump: el caso Epstein empieza a hacerle daño

Donald y Melania Trump junto al financiero (y futuro delincuente sexual condenado) Jeffrey Epstein y Ghislaine Maxwell en el club Mar-a-Lago (Florida), el 12 de febrero de 2000.
16 de julio de 2025 09:30 h

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La política es fundamental para mejorar la vida de las personas. Pero también tiene la capacidad de arruinarla en muy poco tiempo. “¿Cuánto tiempo tardó Hitler en desmontar la República de Weimar?”, se preguntaba Josep Borrell un día en Madrid. “Exactamente, 55 días. ¿Cuánto tiempo se puede tardar en desmontar el orden internacional a golpe de decretos presidenciales desde la Casa Blanca? Si ahora resuena el eco de los años 30, es porque los monstruos que llevaron al mundo a la terrible tragedia de la Segunda Guerra Mundial y del Holocausto vuelven a amenazar nuestra paz. Y, sí, la paz no es el estado natural de las cosas, la paz es una excepción”.

A menudo, fuera de EEUU se presta mucha atención a los aranceles, pero lo que de verdad preocupa en este país es el deterioro del Estado de Derecho, los retrocesos democráticos y el desequilibrio de poderes que se están produciendo a toda velocidad.

En un acto este jueves en el Colegio de Abogados de Indiana, preguntaron a la jueza progresista del Supremo Ketanji Brown Jackson qué le quitaba el sueño. Hizo una pausa y luego dijo: “Diría que el estado de nuestra democracia”. Y añadió: “Estoy de verdad muy interesada en que la gente se concentre, invierta tiempo y preste atención a lo que está sucediendo en nuestro país y en nuestro Gobierno”.

Y todo eso es lo que más preocupa a una buena parte de la población en EEUU. Pero luego hay otra parte: la familia política en torno al MAGA —comunicadores mediáticos, podcasters, influencers ultras que agitaron el país a favor de Donald Trump—, que es su base política agitada y agitadora, y que ha pasado de la desorientación y la incomprensión al enfado.

Y eso sí que le está haciendo daño a Trump: no las críticas por su autoritarismo, por asaltar el Tribunal Supremo, por destruir el Estado de derecho o liquidar el Gobierno federal, aunque eso suponga abandonar a las comunidades cuando hay inundaciones. Lo que de verdad le hace daño es que ídolos del movimiento MAGA, como Steve Bannon, Tucker Carlson, Charlie Kirk, Laura Loomer o Jack Posobiec, estén pidiendo la dimisión de la fiscal general, Pam Bondi, por decretar el entierro de uno de sus principales acelerantes políticos: los archivos del pederasta Jeffrey Epstein, suicidado en 2019 en su celda.

Y como no sabe cómo tapar la sangría, Trump intenta ahora soltar lastre a la desesperada. Este miércoles ha afirmado en Truth Social: “¡Los demócratas, la izquierda radical, han dado otra vez en la tecla! Su nueva estafa es lo que siempre llamaremos el engaño de Jeffrey Epstein, y mis antiguos partidarios se han tragado esta mentira a pies juntillas. No han aprendido la lección, y probablemente nunca la aprenderán, incluso después de haber sido engañados por la izquierda lunática durante ocho largos años. He tenido más éxito en seis meses que quizás cualquier presidente en la historia de nuestro país, y todo de lo que esta gente quiere hablar, con la insistencia de las fake news y los demócratas hambrientos de éxito, es del bulo de Jeffrey Epstein. Que sigan haciendo el trabajo de los demócratas sin hablar de nuestro increíble éxito, ¡porque ya no quiero su apoyo!”.

Un efecto bumerán llamado Epstein

“No entiendo por qué están tan interesados”, decía Donald Trump este martes sobre el caso Epstein. “Lleva muerto mucho tiempo. No entiendo cuál es el interés, ni la fascinación, de verdad. No entiendo por qué el caso de Jeffrey Epstein podría interesarle a alguien. Es un tema bastante sórdido, pero aburrido, y no entiendo por qué sigue. Creo que solo gente muy mala, incluidos los medios de fake news, quiere que algo así continúe”.

¿Está queriendo decir Trump que sus bases políticas están plagadas de mala gente?

“Pero dejemos que la gente reciba la información creíble”, ha concluido, sin explicar muy bien qué significa eso, porque él, que fue amigo de Epstein y asiduo en sus fiestas, tiene la llave del cajón en el que se han enterrado esos papeles.

El presidente de EEUU lleva desde el fin de semana pidiendo a los suyos que lo dejen, que pasen página, que se olviden de Epstein. Pero el problema es que son los suyos quienes lo han alimentado, quienes han culpado a los demócratas de ocultar unos archivos que supuestamente incluirían a figuras de ese partido como consumidores de sexo con menores junto con el magnate. Y, sobre todo, que Epstein no se suicidó, sino que fue asesinado para proteger a todos sus poderosos cómplices.

Pero, claro, cuando Trump ordena que no se hagan públicos esos documentos y pide silencio, lo que consigue es que hasta la oposición se sume al caso Epstein y reclame la publicación de todos los papeles. Es decir, ahora hasta los demócratas están impulsando un asunto que nunca les había interesado, porque han detectado una debilidad en la Casa Blanca.

Y esa debilidad está siendo alimentada día tras día por quienes hasta ahora eran los principales referentes del núcleo duro trumpista, los más radicales entre sus bases republicanas.

El problema para Trump es que hace una semana dijo por primera vez que el caso Epstein no interesa, después de que su fiscal general, Pam Bondi, ordenara no publicar nada, en contra de lo prometido en campaña, sobre todo por la cúpula del FBI: Kash Patel y Dan Bongino, quien ha estado amagando con dimitir.

Trump, por el momento, ha optado por defender a Bondi, a quien la agitadora ultra Laura Loomer ha apodado despectivamente “Blondi”, en alusión a su color de pelo.

En efecto, el conflicto ha escalado entre sus filas. Y el presidente de la Cámara de Representantes, Mike Johnson, afirmó este martes, en una entrevista difundida por el presentador trumpista Benny Johnson, que se deberían publicar todos los archivos relacionados con el caso: “Estoy a favor de la transparencia. Es un tema muy delicado, pero deberíamos exponerlo todo y dejar que la gente decida”.

Bondi, que está en medio del fuego amigo y a quien solo defiende Trump, ha respondido así a las preguntas sobre su posible dimisión: “Estaré aquí todo el tiempo que el presidente quiera, creo que lo ha dejado clarísimo”.

Este martes, Trump también explicó que Bondi le había informado brevemente sobre los documentos y que él no aparecía en las listas. “La fiscal general lo ha gestionado muy bien”, dijo. “Ha hecho un trabajo excelente. La credibilidad es muy importante”. ¿Le dijo la fiscal general si su nombre aparece en los archivos de Epstein? “No, no. Nos ha hecho un breve resumen sobre la credibilidad de las diferentes cosas que han visto”.

Trump también ha culpado a la oposición: “Estos archivos fueron inventados por [James] Comey [exdirector del FBI], por Obama, por Biden”. Lo que no ha explicado es cómo Biden y Obama pudieron inventar esos archivos y por qué sus propias bases políticas, y algunos miembros relevantes de su Administración, llevan años reclamándolos si en realidad han sido una invención de los demócratas.

Trampas electorales de Trump

El presidente de EEUU quiere redibujar el mapa de las circunscripciones de Texas y otros estados con vistas a las elecciones legislativas parciales de noviembre de 2026, con el objetivo de arrebatar hasta cinco escaños de la Cámara de Representantes a los demócratas.

El movimiento tiene varios ingredientes. Por un lado, demuestra debilidad: sabe que peligra la mayoría que tiene en la Cámara (220-212), y ha llegado a esa conclusión pocos días después de aprobar su polémica megaley fiscal, que puede ser menos beautiful de lo que él dice y más impopular de lo que imaginaba.

También demuestra otra cosa: no sabe perder ni respetar las reglas del juego. Ya lo demostró en noviembre de 2020, cuando alentó incluso el asalto al Capitolio del 6 de enero de 2021. Y ahora quiere amañar las reglas para ganar escaños.

“Creo que lograremos cinco”, ha reconocido este martes, “y podría haber otros estados donde logremos tres, cuatro o cinco. Texas será el más grande”.

En EEUU, esta práctica se conoce comúnmente como gerrymandering. El término fue acuñado después de una revisión de los límites de los distritos electorales de Massachusetts en 1812, llevada a cabo por el gobernador Elbridge Gerry, tras la cual uno de los distritos tenía forma de salamandra (gerrymandering: Gerry, por el apellido, y mandering, por salamander).

Y con esto lo dejo por hoy. Te deseo muy buena semana.

Gracias por estar ahí,

Andrés.

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