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Españoles residentes en Reino Unido: “Hemos pasado a ser ciudadanos de segunda”

Manifestantes contrarios al Brexit sostienen pancartas en la Plaza de Westminster, antes de que el Reino Unido abandone la Unión Europea a las 11 de la mañana del viernes 31 de enero

Cristina Puerta

Londres —

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La libertad de movimiento entre Reino Unido y la Unión Europea ha terminado. Aunque se ha evitado un Brexit duro y desordenado y los acuerdos firmados establecen los derechos de los ciudadanos comunitarios y británicos a partir de ahora, aún quedan temas pendientes en el tintero y los españoles residentes en el país afrontan con dudas esta nueva etapa

“Hay mucha incertidumbre”, señala Inma Macías, que lleva residiendo en Reino Unido más de dos décadas. Existe una sensación de inseguridad ante la posibilidad de que las reglas del juego cambien en cualquier momento. “Nunca vamos a estar seguros de lo que tenemos. Estamos siempre a una legislatura de que te puedan reducir los derechos un poco más y eso es una incertidumbre muy grande”, señala Lola Jiménez, que también lleva viviendo más de veinte años en el país.

“Cuando yo me vine, Inglaterra era un país moderno, innovador, integrador… Era un sitio ‘guay’. Llegas a un sitio que es muy vibrante” cuenta Macías. Luego, en 2016, llega el referéndum: “Veo que hay algo que cambia, algo se fractura”, reflexiona Macías.

“Hemos pasado a ser ciudadanos de segunda”

“Hemos tenido los derechos y los estamos perdiendo (…) Hemos pasado de estar aquí de igual a igual a pasar a ser ciudadanos de segunda”, dice Macías. El pasado mes de Noviembre, el Parlamento Británico rechazó proporcionar una tarjeta física de residencia a los europeos acogidos al programa de asentamiento, el cual les permite mantener sus derechos.

Si los españoles quieren acceder a cualquier servicio sanitario, un puesto de trabajo o alquilar o comprar una casa, por ejemplo, se tendrá que comprobar de alguna forma desde el Gobierno si tienen derecho a acceder a esos servicios. O los españoles, como residentes, deberán acceder a su propia documentación y proporcionar dicha información a los interesados, haciendo los procesos más lentos y burocráticos. “Una de las cosas que a mí me preocupan es que me tenga que llevar documentación para probar que tengo derecho a ir a urgencias”, explica Inma Macías

Lo que en principio puede ser la diferencia entre tramitar algo de forma más o menos rápida, puede acabar marcando la diferencia entre conseguir o no un puesto de trabajo, poder comprarte una casa o acceder a un servicio sanitario de manera inmediata. “Lo que te da rabia es que tú no has tenido nunca que demostrar nada y después de 23 años te lo están pidiendo”, remata Jiménez.

Jorge García, que lleva un par de décadas viviendo en el país, ha decidido solicitar la nacionalidad británica porque quería estudiar un doctorado. Como ciudadano europeo, a partir del año que viene, existe la posibilidad de que se le considere estudiante internacional, por lo que las tasas de matriculación y el acceso a becas y ayudas económicas cambian completamente.

Al sacarse la nacionalidad, García tiene la tranquilidad de saber que hay un documento que, inequívocamente, le asegura el acceso a la universidad en los mismos términos que los ciudadanos británicos. En la actualidad, las universidades desconocen aún en qué condiciones van a acceder los residentes europeos

Transferir lo cotizado a España y la gestión de la pensión

Otro de los cabos sueltos que preocupa a los españoles es si va a ser posible transferir todos los años trabajados en Reino Unido al sistema español cuando decidan volver. Y si será posible combinar ambas pensiones, la inglesa y la española.

“Hay efectos que no los vamos a saber hasta más a largo plazo”, señala Macías. Por ejemplo, las consecuencias en los seguros de vida, en las pensiones o las herencias. Puede que llegue el momento en que quiera hacer mi seguro de vida y haya perdido la titularidad por el Brexit, explica Macías. Pero ese tipo de cosas se van a saber a largo plazo “y esa es la incertidumbre”. “Llevar aquí 25 años y pensar que tienes algo asegurado y que de pronto, como dicen los ingleses, te quitan la alfombra de debajo de los pies”, continúa Macías. “¿Qué hago si quiero asegurar mi futuro? ¿Me van a dejar? ¿Voy a tener los mismos derechos y voy a poder llevar lo trabajado a España?”, se pregunta.

Las reglas del juego han cambiado. Hace veinte años, cuando Inma, Lola o Jorge llegaron a Reino Unido, vinieron sabiendo que todo aquello que trabajasen en Reino Unido sería transferible al sistema de trabajo en España. Ha sido así hasta ahora, pero ahora no están seguros de lo que pueda pasar a partir del 1 de enero.

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