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“Order!”: los gritos y llamadas al orden del presidente del Parlamento británico

John Bercow, presidente de la Cámara de los Comunes desde 2009.

elDiario.es

La Cámara de los Comunes de Reino Unido a veces parece un bar durante un partido de fútbol de Champions. Coge el balón el de tu equipo y parte de la grada grita, aplaude y vitorea. Roba el balón el otro equipo y suenan abucheos y risas de mofa. Por eso es necesario que haya un árbitro. Una voz respetada que destaque sobre toda la grada. Ese es el papel del portavoz de la Cámara, John Bercow, cuya actuación en la votación más importante de la historia reciente de Reino Unido ha causado furor en el resto de Europa.

Como en cualquier bar durante un partido importante, en la Cámara de los Comunes tampoco hay sitio para todos. Son 650 parlamentarios, pero el aforo es mucho menor. Decenas de parlamentarios se agolpan de pie abarrotados en la entrada. Se estaban jugando el futuro del país y, como era de esperar, Bercow no lo tuvo nada fácil. Los gritos de “¡orden!” le salen de lo más adentro, alarga la 'e' casi hasta que se queda sin aire y eleva el volumen para que todos puedan escucharle. Cuando la cosa está más tranquila, también pide “paciencia”, “control” e incluso una actitud “zen” a sus colegas parlamentarios.

Bercow es del Partido Conservador, pero su figura debe ser neutral. En una ocasión, un parlamentario cuestionó su imparcialidad acusándole de llevar en su coche una pegatina contra el Brexit. “¿Ha conducido ese coche con esa pegatina?”, le preguntaron. “Esa pegatina sobre el tema del Brexit resulta que está en el parabrisas del coche de mi esposa”, respondió Bercow provocando la risa de algunos miembros del Parlamento. “Estoy seguro que al caballero no se le ocurriría sugerir que una esposa es una especie de propiedad o bien de su marido. Tiene derecho a tener su opinión. Esa pegatina no es mía. Punto y final”, añadió entre sus particulares pausas.

Bercow ocupa el cargo de presidente de la Cámara desde 2009 y desde entonces ha utilizado los gritos para mantener el Parlamento bajo control. “Realmente es usted un individuo muy enojado y nervioso ¡Tiene que escribir mil veces: Me comportaré ante las preguntas del primer ministro!”, espetó a un parlamentario de la oposición cuando David Cameron era primer ministro.

La Cámara de los Comunes se resiste al paso del tiempo, manteniendo fielmente sus tradiciones y regulaciones. En una primera instancia, los parlamentarios votan gritando 'sí' o 'no' y el presidente intuye, según el volumen, cuál es la opción más apoyada. Si el resultado no está claro, los miembros del Parlamento tienen que votar, pero no lo hacen apretando un botón. Todos salen de la Cámara y se reparten por dos pasillos anexos, el pasillo del 'sí' y el pasillo del 'no'. Allí se hace el recuento y los parlamentarios vuelven a entrar en la Cámara.

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