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The Guardian en español

EN PRIMERA PERSONA

La vida en una ciudad nuclear ocupada: “Están pasando cosas locas”

La central nuclear de Zaporiyia, en Ucrania, tomada por los rusos.
19 de agosto de 2022 22:51 h

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He dedicado mi vida a la energía nuclear y siempre he estado orgulloso de ello. Para mucha gente como yo, la central de Zaporiyia es nuestro orgullo y nuestro futuro. Cuenta con seis potentes unidades, supone alrededor de la mitad de la capacidad de todas las centrales nucleares ucranianas y una cuarta parte de todo el sector energético del país. Antes de la guerra, 11.000 personas trabajaban aquí.

Más de 50.000 personas viven en Energodar. Llevamos casi seis meses viviendo bajo la ocupación rusa. Es como una doble ocupación: la ciudad y la central nuclear han sido capturadas.

Nuestra fe se pone a prueba constantemente. Hace diez días, estábamos seguros de que la ciudad y sus habitantes no saldrían perjudicados. Pero ya hay heridos por los bombardeos en la central. Hay víctimas en la ciudad.

La central y la ciudad son casi un todo, porque son lugares donde la gente trabaja y vive. La central continúa luchando por su existencia. Está llena de vehículos militares y soldados rusos. Solo funcionan dos unidades de energía, no a plena capacidad. Se están pagando los sueldos. Muchos empleados trabajan a distancia.

En el sector nuclear se investiga cualquier desviación en el funcionamiento de los equipos o un error del personal. Después, hay que tomar medidas correctivas. Ahora están ocurriendo cosas locas en la central, como la entrega de equipos militares en las salas de turbinas de las unidades de potencia, daños en los equipos como resultado del bombardeo del territorio de la central, e incluso, según algunas informaciones, el minado del edificio.

Ha habido información sobre el secuestro de personas, incluyendo trabajadores de la central. Es difícil describir la sensación que tienes cuando lees sobre el secuestro de una persona que conoces personalmente.

El cambio hace 10 días

La situación cambió radicalmente hace 10 días, cuando los rusos comenzaron a disparar contra la central y en las afueras de la ciudad. Golpearon una línea de alta tensión, edificios en el territorio de la estación y el almacén de combustible nuclear gastado. La ciudad se quedó sin electricidad durante varias horas.

Desde entonces, todos los días y todas las noches oímos el estruendo de los disparos. A veces, los rusos acercan tanto su artillería que suena como si dispararan en un patio vecino. Los cristales de las ventanas tiemblan. Parece que toda la casa tiembla. Incluso los que no creen en Dios rezan por su salvación. A veces ocurre en medio de la noche. Una persona normal no puede distinguir los sonidos de una salva de artillería y la explosión de un proyectil. Por eso, cada vez parece que se trata de una explosión y que el siguiente proyectil va a estrellarse en su casa.

Sabemos que están atacando la orilla opuesta del Dniéper, las ciudades de Nikopol y Marganets. Pocos segundos después de la primera descarga, se activa una alerta en los canales de Telegram: “¡Vayan a un refugio!” Alguien intenta salvar a la gente día y noche. Por la mañana leemos cuántas casas fueron destruidas y cuántas personas murieron y resultaron heridas. Durante muchos años estas ciudades percibieron nuestra central nuclear como una fuente de peligro mortal. Ahora la verdadera muerte llega desde aquí. Solo podemos compadecernos juntos.

Todos los días y todas las noches oímos el estruendo de los disparos. A veces, los rusos acercan tanto su artillería que suena como si dispararan en un patio vecino. Incluso los que no creen en Dios rezan por su salvación

Una ciudad joven

Energodar es una ciudad joven. La queremos y estamos orgullosos de ella. Ahora parece estar gravemente tocada. Los jardines de infancia y las escuelas se cerraron inmediatamente después de la invasión. Aunque los niños juegan al baloncesto todos los días en el patio de la escuela, las voces de los pequeños se escuchan cada vez menos en la calle. Esta es una ciudad que se está quedando sin niños.

Las fuerzas de ocupación, con las que afortunadamente no me cruzo, obligan a la gente a escribir los precios en grivnas y rublos. No entiendo de dónde salen los rublos aquí, salvo los que se distribuyeron a algunos pensionistas. Tal vez cobran por hacer informes para Moscú.

En la ciudad hay agua fría y caliente y electricidad. En este sentido, siempre hemos estado bajo la protección de la central nuclear. En lugar de tres operadores de telefonía móvil, ha aparecido uno ruso sin nombre que utiliza equipos locales. Se han restablecido varios proveedores de Internet, pero el tráfico pasa por Rusia, con todas las prohibiciones y limitaciones rusas de Internet.

Los médicos del hospital están cobrando sus sueldos pero, por lo que sé, hay grandes problemas con los medicamentos. Es mejor no enfermar en estos momentos.

Aquí también está la central térmica de Zaporiyia, la mayor de Ucrania. Se ha cerrado debido a los daños del puente ferroviario y a la imposibilidad de suministrar carbón.

Puedes luchar contra tu propio miedo, pero es imposible luchar contra el miedo en los ojos de tus hijos

Todas las vallas publicitarias de la ciudad se utilizan para la propaganda rusa, cubiertas con citas de Putin y frases sobre un solo pueblo, ruso y ucraniano. También colgaron antes retratos de generales soviéticos de la Segunda Guerra Mundial y de héroes de la Unión Soviética. La gente pasa delante de los carteles con indiferencia.

Las banderas rusas cuelgan en el ayuntamiento y en otros lugares, aunque descoloridas.

Varios días para salir

La gente abandona la ciudad. A menudo me doy cuenta de que hace tiempo que no veo a nadie de mi edificio. En cualquier caso, todo el mundo intenta enviar a sus hijos y esposas al territorio no ocupado o al extranjero. Hace dos días, mi vecino no pudo soportarlo y evacuó a sus hijos. Puedes luchar contra tu propio miedo, pero es imposible luchar contra el miedo en los ojos de tus hijos.

Se puede salir de la ciudad, pero hace una semana, en el puesto de control de Vasilievka, por donde pasa la línea de demarcación, había una cola de miles de coches de varias regiones ocupadas y la gente se quedó allí parada durante varios días.

Los hombres se quedan. La mayoría de ellos consideran que el trabajo en la central nuclear es su deber. Los trabajadores de la energía nuclear en Ucrania están legalmente exentos del reclutamiento, así que es como su servicio militar. De todos modos, el personal se está marchando, incluyendo los trabajadores que están en puestos operativos.

A pesar de todo, seguimos creyendo que todo esto terminará pronto. Mientras no dejamos de creer, la central sigue funcionando y la ciudad sigue viviendo.

Traducción de Celia Broncano

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