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La COVID-19 trastoca la movilidad en Madrid: ir a pie y en bici ya supera al transporte público pero manda el coche

Una mujer protegida con mascarilla monta en una bicicleta en Madrid.

Sofía Pérez Mendoza

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Con el arranque del mes de septiembre, Madrid comienza a recuperar los desplazamientos. Y el Ayuntamiento de la capital ha hecho la primera foto fija de cuánto y cómo se han movido los madrileños desde marzo hasta hoy. El estudio, encargado por el área de Movilidad y Medioambiente avanza algunos cambios. A la espera de que los datos cristalicen en los próximos meses, la primera conclusión es que los ciudadanos se desplazan menos. Si antes de la declaración del estado de alarma había 9,3 millones de viajes diarios por la ciudad (datos de febrero), en la primera semana de septiembre la media se desploma a 5,8 millones (un 35% menos). La capital solo ha recuperado dos tercios de su movilidad. Llegó a perder el 85% de los trayectos.

A falta de saber si todos los que se fueron han regresado, además de registrarse menos movimientos, los que sí están desplazándose han cambiado los medios para hacerlo. Los datos confirman la caída del transporte público, que antes de la pandemia era el modo más elegido y es el más damnificado por la COVID. “Se ha producido un desplazamiento de modalidad desde el transporte público al vehículo privado”, constataba este jueves la portavoz municipal, Inmaculada Sanz, tras la Junta de Gobierno.

Las quejas por las aglomeraciones, sobre todo en Metro de Madrid, se han sucedido desde que acabó el estado de alarma, aunque el Gobierno de Isabel Díaz Ayuso asegura que cumple con la normativa. Y la previsión es que la demanda siga creciendo. El lunes la cifra subió a 93.893 viajeros en la hora de punta de la mañana, un 11% más que el viernes y un 16% más que al comienzo de la semana pasada, pero aún un 47% menos que hace un año.

El miedo a juntarse con mucha gente en un vagón tiene su reflejo en las cifras: si bien se ha ido recuperando lentamente en número de usuarios, su posición como medio más escogido para moverse por la ciudad ahora la ocupa el coche tras una caída de 11 puntos hasta el 25% de media respecto al mismo periodo de 2019). El vehículo privado despuntó durante el confinamiento y las primeras fases de la desescalada. Llegó a concentrar el 56% de los desplazamientos en abril y en la primera semana de septiembre está en el 36%, solo un punto más que en febrero. En estos meses los trayectos se han inflado de media siete puntos en relación a 2019.

El coche no es el único reverso de los malos tiempos para el transporte público. Hay otro efecto colateral: más gente, normalmente aquella que hace desplazamientos cortos, opta por ir a en bici y la movilidad activa (33%) se sitúa por primera vez por delante del transporte colectivo, según los datos del estudio de la corporación municipal, que emplea los últimas cifras de la encuesta domiciliaria del Consorcio Regional de Transportes y “datos de telefonía móvil”. El informe advierte que es “necesario esperar a completar la vuelta a los colegios para comprobar si esto es algo coyuntural y los niveles de movilidad se van a acercar a cifras similares a periodos anteriores de la pandemia o, por el contrario, se debe a un cambio en las tendencias y en los hábitos de movilidad de la población por efecto de la COVID-19”.

Es un primer balance que hay que tomar con reservas, según los expertos. “Sin todos los colegios y las universidades operativas hacer valoraciones taxativas es un poco arriesgado”, señala Manuel Calvo, especialista en movilidad sostenible de la consultora Estudio MC, quien considera prudente esperar al menos hasta finales de mes para sacar conclusiones más consistentes. La corporación municipal seguirá reuniendo datos para publicar una ampliación entonces.

Como aperitivo, el estudio revela que en la primera semana de septiembre el número de viajes en transporte público ha crecido en números absolutos de 1,4 millones en julio a casi 1,8 en septiembre, mientras desciende el volumen de desplazamientos en coche y en “modos blandos” (a pie, en bicicleta o patinete). “Se puede deber a que sea movilidad obligada que no pueda realizarse de otro modo, o a que la población percibe que el transporte público es un medio seguro para su uso”, dice el informe, encargado a la consultora Doymo. A lo largo del mes de septiembre se verá si el transporte público recupera su posición. Mientras, el Gobierno municipal de PP y Ciudadanos pide a los ciudadanos que dejen el coche e insiste en que ir en medios colectivos es “seguro”.

Para Calvo, los datos trasladan la buena noticia de que “no se ha producido una explosión del coche como se podía prever”. En la ciudad, su uso se recuperó más rápido pero la variación porcentual es limitada (apenas un 1% más que en febrero). “Esto puede demostrar que la movilidad sostenible no depende solo de dejar el coche sino de un cambio de hábitos. Nos movemos demasiado”, afirma.

Los estudiosos de la movilidad insisten en que no hay que “alarmar” con el aumento del coche porque la movilidad, en general, ha caído. “No hay más coches. Eso hay que dejarlo claro. De hecho, al haber menos, puede ser que haya más gente que lo coja al no generarse atascos”, analiza Miguel Álvarez, consultor del Mobility Institute Berlin que ha estudiado los patrones de movilidad en otras pandemias recientes, como la del MERS o el SARS.

La transferencia de viajeros desde el transporte público a otros modos pasa, pese a que no hay estudios que confirmen brotes. “Hay una sensación de hacinamiento y la percepción de que son lugares poco ventilados es suficiente para disuadir”, apunta. De esas personas que abandonan el Metro, por ejemplo, una parte decide ir caminando, en bici o en patinete “si se trata de viajes cortos”. “Los que hacen viajes largos y tienen nivel económico para permitírselo, cogen el coche. Los que no, se quedan”, añade. Aquí, sigue, condiciona el comportamiento el nivel económico: “Los que teletrabajan normalmente tienen más acceso al coche que los que tienen trabajos esenciales”.

La demanda en los autobuses de la EMT, competencia directa del Ayuntamiento, se mantiene en apenas un 56% de la registrada a principios de marzo y no ha variado sustancialmente en la primera semana de septiembre, cuando se han registrado en día laborable 677.791 desplazamientos frente al 1,2 millones en el mismo periodo del año pasado.

Una ventana para la movilidad sostenible: BiciMad sube

Tanto Álvarez como Calvo coinciden en que la epidemia ha abierto una ventana de oportunidad para modos más sostenibles de moverse. “Estamos en un momento en el que la población está más receptiva a hacer cambios en este sentido”, valora el primer experto. El estudio encargado por el área de Movilidad y Medioambiente, no desagrega en los datos preliminares publicados las diferentes formas de movilidad activa. Es decir, qué parte del 33% de los movimientos son en bicicleta, a pie, en patinete o en otros vehículos no motorizados. “Sería interesante ver eso porque creo que la gran granadora de todo esto es la movilidad peatonal. En nuestras ciudades una parte importante de los desplazamientos que hacemos son de menos de 2 kilómetros”, indica el consultor de Estudio MC.

El uso de la bicicleta pública (BiciMad) sí está desglosado en el informe: “Es el único modo que ha recuperado los valores preCOVID-19 e incluso los ha superado”. La utilización en junio y julio superó en un 14% a la demanda de los mismos meses en 2019 y un 10% en septiembre, según los datos reflejados. En estos meses, el Ayuntamiento de Madrid ha dado algunos pasos a favor de la movilidad ciclista que no convencen a los usuarios: ha pintado 12 kilómetros de carriles bici segregados provisionales, como dictaba el pacto entre todos los grupos municipales, pero hay quejas de que son estrechos –no se han retirado carriles de coches–, los ocupan vehículos a motor y no forman itinerarios de continuidad.

El Consistorio está empezando a colocar aparcabicis en zonas reservadas al aparcamiento de vehículos, una medida bien recibida que fue anunciada en el debate del estado de la ciudad esta semana. Sin embargo, a la vez, el alcalde avanzaba que la nueva ordenanza de movilidad prohibirá aparcar estos vehículos en las aceras , algo que ha molestado a la asociación Pedalibre. “En Madrid hay un problema de vehículos estacionados en las aceras, que dificultan el tránsito peatonal, pero se debe a los coches y a las motos, no a las bicis”, dice el colectivo en un comunicado. En el proyecto de ordenanza aprobado por el equipo de Manuela Carmena, la asociación alegó, ante la falta de aparcabicis, la posibilidad de “amarre en el mobiliario urbano siempre que no suponga deterioro”, recuerdan. La ciudad tiene desde septiembre más de 4.000 bicicletas nuevas de alquiler disponibles por la contratación del Ayuntamiento de empresas privadas alternativas a BiciMad que aumentan la flota.

Otro filón para estudiar en los próximos meses será, según los expertos, cuántos desplazamientos corresponden a “actividad obligada” y cómo se hacen. “La actividad no obligada cada vez tenía más peso. Hay que ver ahora cómo queda ese balance”, anticipa Calvo. Estos desplazamientos ineludibles podrían aumentar el uso del transporte público en el mes de septiembre, aunque la implantación del teletrabajo en muchos sectores también puede limitarlo.

Álvarez apunta una posible derivada de la pandemia que haga aumentar el uso del coche, además de la sensación de seguridad: la mudanza de una parte de la población a lugares más alejados del centro de la ciudad. “No está todavía nada claro”, añade a renglón seguido, pero resalta el “riesgo del aumento” de la utilización del vehículo privado “en función de lo que dure la situación de pandemia”. “Por otras pandemias también hemos visto que el miedo al contagio dura solamente un tiempo. Luego se va pasando”, contrapone para justificar un posible crecimiento en la elección de transporte público con el paso de los meses.

Gráficos de Ana Ordaz.

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