De fábricas a habitaciones a 1.000 euros: acelerón en el cambio urbanístico de Estrecho por la moda del coliving
Un cartel en uno de los talleres de la pequeña calle de las Mercedes, en la costa este de Tetuán, avisa a sus clientes de que se mudan a otra parte del distrito. A sus lados, algunas pequeñas naves industriales languidecen y enfrente otro taller mecánico aguanta el tirón. Sin embargo, en la calle han nacido en los últimos años una promoción de pisos de lujo –otra crece empieza a crecer sobre sus cimientos– y un moderno edificio de apartamentos con zona de coworking que se anuncia bajo el reclamo coliving, donde se puede alquilar una pequeña habitación desde 700 euros o un estudio a partir de los 1200 o 1400 euros.
La calle, donde también queda alguna casa antigua, es una buena fotografía del avance del cambio de la peculiar zona semiindustrial situada entre las calles de las Mercedes, Manuel Luna, La Coruña, San Enrique o Anastasio Herrero. Una zona nacida en la posguerra que combina espacios residenciales con pequeñas naves industriales y oficinas, emparedada entre la calle de Bravo Murillo y el ámbito de influencia de la Castellana.
Durante años, se debatieron ideas para revitalizar la zona industrial, sin que las palabras llegaran a ser hechos, pero finalmente el uso residencial o el alojamiento fueron ganando la partida. El Plan Especial para la Mejora de las Actividades Económicas, aprobado en 2012, facilitó la posibilidad de cambios de uso mediante la presentación de planes especiales. Aunque en un primer momento la crisis inmobiliaria frenó la transformación, la entrada de fondos de inversión internacionales en los últimos años ha facilitado el acelerón definitivo para que esta zona cambie su naturaleza urbana.
Esta misma semana se inaugura en la calle Anastasio Herrero, un gran coliving de la cadena Waka, levantado sobre lo que fue hasta no hace mucho tiempo una fábrica de enseres de maderas. El edificio, que ofrece la ineludible zona de coworking, lavandería y piscina, ofrece 79 viviendas repartidas en 8 grandes viviendas colectivas. El precio mínimo de las habitaciones en la residencia, según la página web de Waka, es de 1040 euros. El cambio de uso terciario a residencial de hospedaje lo consiguió la compañía de inversión y gestión de activos inmobiliarios Dazia Capital.
Justo enfrente, marcha a buen ritmo la obra de un enorme complejo, con vistas también a la calle de San Enrique que ocupará los números 10, 12 y 14 de la calle Anastasio Herrero además de los 5 y 3 de San Enrique. Esto es, los viejos edificios industriales donde estaban los centros sociales okupados La Condenada y La Enredadera (cuya actual sede está en la cercana calle de La Coruña). Además, la antigua sede Hidroeléctrica Santillana, vendido por el Canal de Isabel II. En este caso son pisos con piscina, jardín, terraza en azotea, coworking. Según la web de la promotora, un bajo de sesenta metros cuadrados (con terraza grande) costará 750.000 euros.
El cambio de la calle Anastasio Herreros en los últimos tiempos resulta radical. Hace ya años que desapareció el enorme cadáver de la vieja fábrica de productos cárnicos Cabo en la calle Lérida, en cuya valla había invariablemente pintadas políticas. Durante mucho tiempo, sus edificios más emblemáticos fueron La Enredadera y la mezquita, alrededor de la cual crecieron algunos negocios coronados con alfabeto árabe. Al término de las obras en curso, el llamativo edificio de arabescos blancos quedará rodeado de nuevos edificios cuyos vecinos, presumiblemente, tendrán una renta superior a la del resto de vecinos.
La construcción de establecimientos de hospedaje en los edificios catalogados como terciario está resultando un atajo accesible y muy rentable a los promotores que ha hecho fortuna en la zona. Muy cerca, en el número 35 la calle Lérida, otro edificio fue reconvertido para el alquiler temporal. En el 41 de la misma calle, la familia Capriles adquirió un gran edificio industrial de 1960. En él se construyeron 31 apartamentos turísticos que hoy se anuncian con los reclamos del diseño y la cercanía con el estadio Santiago Bernabéu.
La mezcla de usos que antaño aparecía como una rara avis (aunque en permanente decadencia) en la acera este de la calle Bravo Murillo, conocida como el lado rico del distrito de Tetuán, parece estar tocando a su fin.
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