Todas las veces que Cifuentes se presentó como la regeneración del PP
Hasta siete veces repitió Cristina Cifuentes la palabra regeneración en su discurso de investidura como presidenta de la Comunidad de Madrid en 2015. Mandó a los diputados el mensaje de que la regeneración democrática formaba, junto a la educación y la sanidad, la terna de prioridades para su gobierno. Cifuentes prometió que en sus filas “el único privilegio de sus responsables” sería “tener la inmensa oportunidad de gestionar con honradez y vocación de servicio los asuntos públicos”.
Han pasado tres años de esa declaración de intenciones y la exdelegada del Gobierno, una veterana diputada en la Asamblea de Madrid que jubiló al aguirrismo con el aval de Rajoy y se presentó como el adalid de la regeneración en un partido asediado por la corrupción, vive sus horas más bajas tras desvelar eldiario.es las irregularidades que le permitieron obtener un máster de Derecho Autonómico en la Universidad Rey Juan Carlos.
Por primera vez la oposición en conjunto, los medios de comunicación (incluso los más afines) y parte de su propio partido a juzgar por su silencio inicial cuestiona la credibilidad de la presidenta, parapetada en un cerrojazo informativo nada habitual en sus métodos de gestión de crisis.
La penúltima, antes del caso máster, estalló con las acusaciones sin pruebas del exsecretario del PP de Madrid, Francisco Granados, que la sitúan en la cúpula que tomaba las decisiones en la época de las campañas electorales en B. En esa ocasión, Cifuentes se proyectó segura ante la prensa, anunció una querella contra el señalado como cabecilla de la trama Púnica y montó un tour por televisiones y radios para defenderse. “No voy a consentir que nadie ponga en duda mi honorabilidad y me quiera mezclar en financiación ilegal o en cualquier irregularidad. Voy a llegar hasta el final”, dijo.
Separarse de la etapa negra de su partido inmediatamente anterior a su llegada a Sol le ha consumido mucha energía. Fuentes cercanas a la dirigente lamentan que “así es difícil avanzar, cuando cada dos por tres sale algo y te meten la cabeza debajo del agua”.
El pasado martes Cifuentes se mostró ante la comisión que investiga la financiación irregular en el Congreso como una histórica del PP ajena a su corrupción. Allí fue preguntada por su cuenta abierta con la justicia, el contrato de la cafetería de la Asamblea adjudicado a Arturo Fernández cuando ella era vicepresidenta de la Cámara y en el que la Guardia Civil detecta irregularidades. “Tengo la conciencia tranquila no, tranquilísima. Soy una persona absolutamente honesta, no tengo que demostrarlo”, dijo cuando se conoció el informe de la UCO en mayo de 2017.
La exdelegada del Gobierno se agarró desde que ascendió a la presidencia de la Comunidad a la “tolerancia cero frente a la corrupción” como uno de sus grandes mantras. El más repetido. “Venga de donde venga y afecte a quien afecte”. Con la detención de su antecesor Ignacio González en 2017 se presentó como la primera interesada “en que se llegue hasta el final. Nuestra colaboración es absoluta, haremos todo lo que nos pida el juez”.
No han sido pocas las ocasiones en las que ha defendido que fue ella quien sospechó de las irregularidades en la compra de Emissao por parte del Canal Isabel II y llevó los papeles a la justicia. Cifuentes ha sido implacable en mantener a raya la distancia con el PP madrileño en el que los espías eran contratados para perseguir a propios compañeros. En general, de todo tiempo pasado, que no fue mejor.
Una gestión sin resultados
Más allá del discurso, su gestión en esta dirección no ha dado los frutos prometidos. Al menos hasta el momento. Las dos leyes para la regeneración, una de ellas una reforma del estatuto de autonomía, han estado más de un año y medio bloqueadas en la Asamblea de Madrid y se han reactivado para empezar su tramitación hace unas semanas, ahora que el tiempo apremia. Y más en estos días en los que nadie se aventura a decir que renunciará. Tampoco lo contrario.
El último impulso de regeneración resultó un fracaso. Ningún partido quiso acudir a su llamada para consensuar entre todos un pacto por la regeneración y la transparencia que incluyera un código ético compartido. La iniciativa llegó apenas dos días después de que eldiario.es desvelara que el Gobierno tenía desde agosto una autorización judicial que le permitía entregar una documentación sobre el Canal de Isabel II relacionada con el caso Lezo que negaba sistemáticamente a los diputados. Otro incendio en su gestión que fue despachada como un error personal de un alto cargo, que fue cesado.
Solo el PSOE acudió a la primera llamada de la presidenta para elaborar el pacto por la regeneración, pero enseguida se desvinculó y rechazó mantener nuevas reuniones. El portavoz socialista, Ángel Gabilondo, dijo por carta a la presidenta que “la situación actual de las actuaciones políticas del Gobierno y las informaciones que con frecuencia vamos disponiendo sobre comportamientos presuntamente irregulares, incluso delictivos” no generaban “el mínimo clima de confianza requerido como condición previa para un acuerdo”.
Esa desconfianza atraviesa por su cota más alta con el episodio del máster. La sensación de alerta se come los días previos a la Semana Santa. A la espera de saber si Cifuentes comparecerá en un pleno extraordinario este martes o las explicaciones en sede parlamentaria se pospondrán a la siguiente semana, el PSOE de Madrid ha convocado este lunes una ejecutiva extraordinaria para “valorar la situación”.
La presidenta reúne, por su parte, al comité ejecutivo del PP de Madrid. Ningún consejero tiene agenda prevista. Todas las posibilidades están abiertas.