La Guerra Civil en Cartagena: Atlas fotográfico de ayer y hoy
Consciente de la fuerza que alberga el hecho de enfrentar viejas fotografías con los mismos lugares captados en la actualidad, el médico Daniel Pérez Martínez (Cartagena 1974), tan aficionado a la historia como a la fotografía, ha querido contar la historia de la guerra civil en Cartagena a través de antiguas imágenes y su paralelismo en el presente.
La guerra civil española de 1936-1939 es nuestra gran epopeya nacional. Es el gran tema de la historia contemporánea de España. Han pasado 90 años y todo el mundo, desde un lugar o desde el otro, vuelve una y otra vez a poner su mirada en aquellos años negros de nuestro país. Son una fuente inagotable de recuerdos, historias, versiones, miradas y huellas. Y de nuevos libros que siguen apareciendo. En nuestra ciudad, además, estos recuerdos y estas revisiones se producen con más frecuencia si cabe, porque si en otros territorios la guerra duró unas pocas semanas o unos pocos meses, aquí se vivió todo de una manera intensa en los 33 meses que duró el conflicto bélico. Cartagena fue protagonista de la guerra de principio a fin.
El autor
Daniel Pérez Martínez nació en Cartagena en 1974 y es un médico especialista en cuidados intensivos. La fotografía y la historia son sus principales aficiones. No es un historiador profesional, pero en sus notas biográficas nos dice que siempre ha sentido predilección por la lectura de ensayos sobre los conflictos europeos del siglo XX. Y se ha atrevido a hacer un libro bastante correcto sobre la guerra civil en Cartagena que une esas dos aficiones: la historia y la fotografía, que ha merecido que la editorial Nova Spartaria lo publique y que se presentó hace dos semanas en un acto que tuvo lugar en el salón de actos del Archivo Municipal de Cartagena.
El autor nos cuenta en el prólogo que se inspiró en un fotógrafo llamado Paco Gómez, que había escrito un libro basado en el encuentro de una vieja colección de imágenes inéditas de un fotógrafo amateur francés de principios del siglo XX, y la decisión que tomó de hacer las mismas fotografías en los mismos lugares pero 100 años después. Al comparar ambos grupos de fotografías Daniel se percató de la enorme fuerza que tiene revisitar viejos lugares que de alguna manera nos conectan sentimentalmente con nuestro pasado. Y decidió copiar la idea y hacer lo mismo con la guerra civil en Cartagena, de cuyos episodios hay numerosas fotografías. Se trataba de volver a poner la cámara de fotos en el mismo sitio, la misma calle, edificio o fachada y registrar la misma imagen. A ser posible, desde la misma posición y el mismo encuadre, pero 90 años después. Y la comparación provoca en el lector una evocación o intuitiva, o nostálgica o real, o, a veces, surreal.
Las fuentes
En solo 142 páginas el autor ha sido capaz de condensar la historia de aquel conflicto en nuestra ciudad, y eso sin ser historiador. Como dice el autor, Cartagena jugó un importante papel en el territorio republicano durante la guerra civil española, pero cuando lees los grandes tratados sobre el conflicto apenas se menciona de pasada el papel de nuestra ciudad. Por ello es bienvenido cualquier intento de hacer ver el protagonismo que tuvo Cartagena en ese episodio central de la historia contemporánea española. Además, el texto se ha apoyado en una bibliografía más que aceptable: los trabajos sobre la II república en Cartagena de Juan Martínez Leal y los textos sobre la guerra civil de Pedro María Egea Bruno, por ejemplo, además de un gigante de la historiografía contemporánea española como el británico Anthony Beevor y también monografías de otros historiadores locales como Luis Miguel Pérez Adán, Manuel Martínez Pastor, Adolfo Morales Trueba o Luis Romero.
Imágenes de ayer y hoy
En la portada ya hay esa doble imagen de un lugar emblemático de la guerra civil fotografiado en los años 30 y ahora, con 80 o 90 años de diferencia. Es un acierto elegir la batería de la Parajola desde la que se disparó el cañonazo que hundió al buque franquista Castillo Olite, un hecho bélico de gran magnitud y del que publicó un libro Luis Miguel Pérez Adán, uno de los acontecimientos centrales de la guerra aquí. Se ha elegido una foto en blanco y negro con la batería lanzando un cañonazo hace un montón de décadas, similar a aquel que hizo naufragar al barco, y bajo ella una misma foto en color tomada en el presente exactamente desde el mismo sitio. Un contraste entre la guerra en blanco y negro y la paz en color, porque en la foto actual además han desaparecido los cañones y solo quedan las barbetas vacías sobre las que se ponían las piezas de artillería, ahora rodeadas de árboles y con el mar de fondo. Una imagen de fuego del pasado frente a una imagen idílica del presente. En la contraportada se ha elegido la foto en blanco y negro de un submarino C saliendo por el puerto con el faro rojo de fondo, y bajo ella una imagen exactamente desde la misma posición, ahora en color y con un barco y su estela blanca entrando a la bocana. Otro ejemplo sería la Casa del Pueblo del Llano del Beal, con un montón de hombres armados a las puertas, porque en 1937 fue un centro de reclutamiento de milicianos que defendían la República y hoy tiene un uso distinto: es una de las centenarias sedes del PSOE y la UGT en nuestra comarca que aún está abierta, fotografiada en el presente desde la misma posición y el mismo encuadre que en 1937.
117 bombardeos
Sin duda, las fotos de bombardeos son las más chocantes. Recordemos que la ciudad sufrió 117 bombardeos entre 1936 y 1939 por parte de la aviación franquista. Tristemente célebre es uno de los primeros: el bombardeo de las cuatro horas, que tuvo lugar a comienzos de la guerra, cuando veinte aviones Junkers pertenecientes a la Legión Cóndor de la Alemania nazi aliada con Franco dejaron caer decenas de bombas en la ciudad que albergaba el principal arsenal republicano desde las 5 de la tarde hasta las 9 de la noche del 25 de noviembre de 1936. Además de muchos muertos y mucho terror en la ciudadanía cartagenera, las escenas de la destrucción han llegado hasta nuestros días: en la hoy plácida Plaza del Risueño cayó una bomba de 250 kilos que abrió un cráter espectacular que quedó reflejado en una bastante conocida foto histórica que Daniel recoge en su libro, contrastada con una actual.
Y también es muy sorprendente ver una línea entera de viviendas del lado izquierdo de la Calle del Carmen totalmente destrozada en un ataque aéreo, con los balcones reventados, los toldos rajados colgando de las ventanas y un montón de escombros en las puertas, y verla hoy en color con sus comercios funcionando pacíficamente. También es curioso ver cómo hoy en día permanecen las huellas de los disparos sobre la fachada posterior del Ayuntamiento, unos pequeños hoyos hechos a balazos sobre los sillares que nadie ha querido reparar en 90 años. O los destrozos sobre la fachada principal del antiguo Palacio Cuartel de Guardiamarinas en la Muralla del Mar, que en la guerra civil operaba como la Comandancia de la Base Naval. Estos desperfectos sí fueron arreglados posteriormente en la posguerra, y hoy luce lustroso y con un uso distinto, como edificio de los Servicios Generales de la Armada.
Los hechos particulares de la guerra en Cartagena
La verdad es que el autor ha sabido documentar textual y fotográficamente todos los acontecimientos de la guerra civil en Cartagena. A pesar de que el libro no es muy exhaustivo, incluso corto -algo que en estos tiempos de prisas se agradece- está todo contado y registrado: las manifestaciones republicanas en las calles antes de la guerra; salidas de tropas; entierros de milicianos; la voladura del acorazado Jaime I; el hundimiento del Castillo Olite; los crímenes de la retaguardia republicana; la famosa saca de los 49; la atrocidad de los asesinatos de oficiales franquistas a bordo de los buques Río Sil y España nº 3; el oro de Moscú que se custodió en La Algameca; el efecto de los bombardeos que hemos comentado antes; los refugios de la calle Gisbert…
Y no faltan imágenes exteriores y aéreas de ayer y de hoy del arsenal de Cartagena, las instalaciones portuarias, el Parque de Artillería, las baterías de costa, las bases aéreas de San Javier y Los Alcázares, o los monumentos funerarios a las víctimas de uno y otro bando en el cementerio de Santa Lucía
Un anhelo de concordia
Pues precisamente con esto último, lo de los monumentos funerarios a las víctimas, en un pie de foto el autor expresa un deseo: “Espero que en un futuro próximo se pueda levantar un monumento común a los caídos en nuestra última guerra”. Y yo me temo que falta mucho tiempo aún para eso, porque la concordia es un deseo que la actual polarización política impide, y porque a pesar de las leyes de la memoria democrática recientes en nuestro país, sigue habiendo muertos bien enterrados y muertos mal enterrados, dependiendo del bando, y eso no parece tener visos de solución, la verdad. El deseo de Daniel es, a pesar de esto, noble, y no tiene por qué ser inalcanzable. Dentro de pocos años se cumplirá el centenario de la guerra civil. ¿Habrá llegado entonces ese momento?
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