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José Ovejero, escritor: “Si uno no se adentra en territorios peligrosos en la literatura, ¿dónde lo va a hacer?”

El escritor José Ovejero

José Miguel Vilar-Bou

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Diez e incluso veinte años han tardado “en encontrar acomodo” -en palabras del autor- algunos de los cuentos de 'Mundo extraño' (Páginas de Espuma), lo nuevo de José Ovejero. Otros relatos son de factura reciente. Vasculando entre el realismo y el disparate, a veces cómico, a veces terrorífico, Ovejero sumerge al lector en un viaje desconcertante, pero siempre cercano a nuestras vidas cotidianas. Quizás eso es lo que hace el libro aún más desasosegante: “Dicen que absurdo y realismo no pueden conjugarse, pero yo creo que sí, que eso en la vida diaria nos lo encontramos. También lo opresivo”, afirma.

Para opresivo, el cuento 'Venta segura', en que traspasas el absurdo para llegar al terror. (El relato trata de un vendedor de seguros a puerta fría que es invitado a entrar al piso de unos ancianos)

Es un cuento de terror en el que no sucede nada. Si se convierte en terrorífico es por lo que el propio lector proyecta en lo que se relata. Si lo analizas, todo lo que sucede en el apartamento es perfectamente cotidiano… pero la atmósfera no lo es. Hay una inquietud, un desasosiego, que tiene que ver con la temperatura, el espacio… cosas de orden físico. Un cuento depende sobre todo de la atmósfera, no tanto de la trama o los personajes. Y en este caso, la atmósfera es de terror.

Esta bien que nombres claramente el terror porque muchos autores temen pillarse los dedos con el género.

En mi caso, como tengo libros tan eterogéneos, da igual. No tengo la presión de que me limiten o cataloguen como autor de un género u otro. Mi siguiente libro siempre va a ser otra cosa.

En tus cuentos, metes al lector en realidades desconcertantes, familiares pero a la vez extrañas.

Es que creo que, en cuanto miras las cosas de cerca, lo que parecía un conjunto armonico, esa normalidad que queremos mostrar todos, se resquebraja: Surgen disonancias, lo que no encaja. Todos tenemos varias personalidades, pero construimos una fachada más o menos homogénea, y esa fachada oculta cosas. Y en cuanto te acercas, empiezas a ver esas cosas, la distorsión, y eso te puede llevar hacia el terror o hacia el humor, que son los extremos entre los que se mueven mis cuentos.

Llama la atención la variedad de estilos del libro, cómo cambia la forma de escritura entre algunos cuentos.

Eso tiene que ver con un deseo consciente de escribir no ateniéndome al molde de lo que debe ser un buen cuento. Hay un monton de mandamientos sobre lo que debe ser un buen cuento. En “Mundo extraño” los hay sin final cerrado, sin un número limitado de personajes… Quería explotar con libertad todas las posibilidades.

En el relato 'Los escritores que más me gustan' el narrador dice: “Algunos lo que de verdad sabemos hacer es describir la fealdad”. ¿Te identificas con eso?

Sí y no. El autor es aquí narrador y no hay que tomarlo como su opinión. Pero sí es cierto que me interesa la parte oscura de la realidad, la que nos aterra y preferiríamos que no existiese. Y me interesa tanto a nivel íntimo como social. Mis novelas tienen mucho que ver con lo que las sociedades ocultan, mientras que mis cuentos se acercan más a lo que ocultamos las personas en nuestras relaciones íntimas. Eso no significa, creo yo, que en mi literatura no haya también belleza, aunque sea fugaz.

Algo parecido se dice en el mismo cuento: que la belleza es efímera.

En mi literatura está presente, sí, pero son pequeños destellos en la oscuridad.

Otra afirmación del narrador: “La mayor parte de tu vida ha constado de momentos en los que no has sentido nada porque estabas ocupado aprendiendo a conducir o comprando un billete de metro…” Da que pensar.

(ríe) Yo creo que ahí tengo razón: Que buena parte de nuestra vida la pasamos así, sumergidos en cosas exentas de pasión, de atención, que nos hagan valorar el momento. Por supuesto es imposible estar apasionado todo el tiempo. No se podría vivir así, te volverías loco directamente. Necesitamos esos momentos de indiferencia, pero a veces ocupan demasiado espacio en nuestras vidas.

Leer 'Adoración' ha sido muy refrescante: Tratas sin moldes ni corsés un tema de extrema sensibilidad social que, en cuanto es abordado por la ficción, corre el riesgo de ser fiscalizado. ('Adoración' relata desde el humor la historia de un hombre y una mujer que pugnan por su mutua dominación).

Entra dentro de esa libertad que he decidido concederme y que cada vez me concedo más. Libertad no sólo formal sino también de contenido. La literatura es un espacio para explorar y a veces se te va de las manos, surgen cosas feas, terribles, no aceptadas por el consenso social. Aunque nunca lo consigue del todo, un escritor debe esforzarse por liberarse de la presión del contexto social. Si no, todos repetiremos como loros lo que quiere oír la gente. Y yo, aunque se me recompensaría y vendería más, no quiero contar lo que quiere oír la gente. Eso tiene muy poco interés creativo. Por eso está bien adentrarse en territorios peligrosos. Si uno no hace eso en la literatura, ¿dónde lo va a hacer?

¿Existe más presión social hacia los creadores hoy que al principio de tu carrera?

La ha habido siempre, aunque ahora parezca amplificada por las redes sociales. Pero sí: Hay una especie de presión para que uno diga lo que los demás quieren que diga, y eso a mí automáticamente me genera un espiritu de rebelión. Lo difícil es conseguir que esa rebelión no te lleve al otro bando, que no me interesa nada, con su discurso simplista: El machismo, por ejemplo. Por eso 'Adoración' es un cuento complicado. Sé que hay a quien le ha molestado, porque va contra lo que se supone que debes escribir ahora mismo.

En un sector definitivamente dominado por la economía y el marketing, ¿queda sitio más allá del best-seller?

Yo creo que sí. A mí me publican, y si me publican es porque existe ese sitio. No soy un best-seller y no lo voy a ser nunca, por mi manera de escribir, por los temas que me interesan, porque es incómodo leerme en el sentido de que paso de un género a otro. Y mi editor está contento. Sabe que no se hará rico conmigo, pero hay lectores a los que les gusta lo que la gente como yo hacemos. Tampoco es fácil definir lo que es best-seller, por otra parte. En todo caso hay un espacio. Un espacio minoritario, pero siempre lo ha sido.

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