En la serie 'Press', que desde el pasado 26 de febrero ofrece en nuestro país la plataforma online Filmin, el periodismo contemporáneo, y por ende el negocio que el mismo comporta, se divide entre el 'Herald' y el 'Post', los dos supuestos periódicos londinenses que se disputan el favor de los lectores. Se trata de un relato escrito por Mike Bartlett, sintetizado en seis episodios, que pivota sobre la ética periodística. Que la realidad no te estropee un buen titular, reza el dicho que desde tiempo atrás circula por las redacciones como la del 'Post', donde el ambicioso Ben Chaplin (Duncan Allen) deja en mera anécdota eso que se da en llamar 'fake news'.
Por el contrario, en el 'Herald', cuya editora jefe es Holly Evans (Charlotte Riley), se trabaja aún con el rigor y la minuciosidad que antaño se enseñaba en las escuelas de periodismo. Su edición impresa pierde fuelle en el quiosco al tiempo que su directo competidor incrementa las ventas en papel, disparando los 'clicks' en la edición digital a costa de un sensacionalismo exacerbado.
Umberto Eco no estaba seguro de que Internet hubiera mejorado el periodismo porque, explicaba, era más fácil encontrar mentiras en la Red que en una agencia como Reuters. También sostenía que no eran las noticias las que hacen el periódico sino el periódico el que hace las noticias. Y que saber juntar cuatro noticias distintas significaba proponerle al lector una quinta noticia, concluyendo que estas no era necesario inventarlas y que solo bastaba con reciclarlas.
Cuando entra en colisión la ética periodística y el negocio como tal, el oficio de contar lo que pasa se resiente hasta límites insospechados, perjudicando al consumidor final, que no es otro que el lector. Un tabloide sensacionalista y morboso frente a un diario riguroso y progresista, a los que la crisis del sector, con despidos y restricciones a la orden del día, amenaza con mermar la calidad del producto final.
En sus 'Memorias líquidas', Enric González pone en duda la independencia del periodista contratado 'que depende de su sueldo y de sus jefes, que a su vez dependen de otros jefes, de los mayores anunciantes, de los intereses corporativos de la propiedad o de la vanidad caprichosa del dueño'. Y nos alerta de que, en realidad, los medios no tienen ideología sino intereses.
Coproducida por la BBC británica y la PBS estadounidense, la serie 'Press' evidencia el papel que la televisión -especialmente la pública- ha de jugar también en este terreno. En la icónica película sobre cómo esta se manipula, 'Network', de Sidney Lumet, que en 1976 obtuvo cuatro Oscar, uno de sus personajes, Max Schumacher (William Holden), veterano editor de noticias, exclama: “De nosotros jamás obtendrán ninguna verdad. Les diremos lo que quieren oír, mentimos como locos. ¡Les diremos cualquier mierda que quieran oír! ¡Comerciamos con ilusiones, nada es verdad!”. Ya lo dejó dicho el añorado Manuel Vázquez Montalbán, cuando sentenció que el periodismo era esa extraña profesión que aglutina a supermanes y a oficinistas, a políticos y a campeones del juego de los chinos.