La brecha salarial se puede analizar de múltiples maneras y su cálculo porcentual también, tomando como referencia la ganancia media por hora, mensual o anual entre mujeres y hombres. Cualquiera que sea la metodología utilizada, siempre resulta una diferencia salarial menor para las trabajadoras que no puede explicarse de forma científica. La brecha salarial es una profunda discriminación hacia las mujeres, una más de tantas. Esta perjudica especialmente su autonomía e independencia económica.
En la Región de Murcia las mujeres han ganado de media 5.485 euros menos que los hombres. Es decir que, para equiparar sus salarios, el de las mujeres debería de aumentar un 27% más.
Existen factores previos que explican parte de la brecha salarial de género como la jornada parcial involuntaria. Adjudicada a 7 de cada 10 mujeres en la Región de Murcia, la jornada parcial es otro lastre para las trabajadoras. Aproximadamente la mitad de las mujeres con jornada parcial han aceptado esta forma de contratación porque no han encontrado un trabajo a jornada completa. La dedicación a los cuidados explicaría también para un número importante de mujeres trabajar a jornada parcial como forma de conciliación.
Las mujeres están condenadas socialmente desde siglos a ocuparse de los cuidados de menores, mayores o familiares con discapacidad, sin que parezca que esta situación tenga reversión. Según los últimos datos del Ministerio de Igualdad, en esta región, el 92% de las personas que recurrieron a la excedencia para el cuidado de menores son mujeres y además esta es la comunidad autónoma donde porcentualmente más mujeres utilizan la excedencia como forma de conciliación. Por otra parte, el 89% de las personas que recurrieron en la región el pasado año a la excedencia para el cuidado de familiares también fueron mujeres. Aceptación de roles estereotipados, escasa corresponsabilidad masculina y falta de servicios públicos de cuidados son las explicaciones a estas situaciones que alejan del mercado laboral a las mujeres. Volver a él es siempre complicado y difícil. La prueba es que 7 de cada 10 trabajadoras paradas de larga duración demandantes de empleo tienen menores a su cargo y conforme pasa el tiempo su probabilidad de contratación decrece.
En la Región de Murcia se contrata menos a las mujeres que a los hombres, además en porcentajes por debajo de la media nacional, sin que haya una justificación razonable para ello. En los últimos 13 años, la brecha de género en la tasa de actividad siempre ha estado por encima del 12% en detrimento de las mujeres y para equiparar la tasa media anual de empleo, la tasa de las mujeres tendría que aumentar en un 29%. Aún no se ha recuperado el porcentaje de contratación de mujeres anterior a la Gran Recesión del año 2007, pero sí el de los hombres. En cualquier modalidad de contratación ha habido más contratos a hombres que a mujeres durante el 2023. Da igual la franja de edad, la formación o la experiencia profesional de las mujeres. Parece ser que el empresariado sería reticente a su contratación por “aversión al riesgo”. Con esta terminología tan desagradable para hablar de la contratación de personas, se viene a decir que las mujeres no son tan “contratables” como los hombres a causa de sus eventuales maternidades y posible dedicación a los cuidados. Un amplio sector del empresariado murciano opta por el criterio machista de masculinizar la contratación indefinida y la jornada completa, y por feminizar la parcialidad, la temporalidad y la precariedad laboral para las mujeres.
Bajo la brecha salarial se esconden oscuras facetas subjetivas que responden en exclusiva a actitudes sexistas, por las cuales aspectos masculinizados del trabajo como la disponibilidad horaria, la nocturnidad o la movilidad geográfica están mejor retribuidos que otros feminizados, como la atención, la precisión o la resistencia. Analizando la composición del salario bruto mensual en la Región de Murcia, la mayor parte de discriminación salarial se genera en los complementos salariales, que representan un 65% de la brecha salarial. Pero también hay complementos discrecionales, por los que se retribuye menos a las mujeres que a los hombres aun cuando ocupan puestos de dirección y de gestión. En la Región de Murcia la brecha salarial de las ocupaciones altas se ha duplicado desde el año pasado y se sitúa en el 32%. Después de haber roto el techo de cristal, entonces viene el de hormigón: las mujeres llegan a los puestos directivos, pero cobran menos que los hombres, solo por el hecho de ser mujeres.
La mires por donde la mires, la brecha salarial es una herida humillante que no cicatriza. Salvo en las ocupaciones de nivel más alto, el resto de trabajadoras de la región apenas han ganado algo más de 16.000 euros anuales, pero los trabajadores, por baja que haya sido la ocupación o la escasa cualificación, no han ganado menos de 20.000 euros.
La brecha salarial aumenta al mismo tiempo que las mujeres son concentradas en las actividades peor remuneradas, y para más desamparo, la Región de Murcia es la segunda comunidad autónoma con menor salario medio anual para las trabajadoras.
La brecha salarial sigue viva en todos los niveles de ocupación y a cualquier edad de las mujeres porque el patriarcado no ha desparecido: manifiesta su androcentrismo en el acceso y la selección en el empleo y destila machismo en la contratación y en la promoción de la carrera profesional de las mujeres.
Diseccionada la brecha salarial, y desvelado todo el machismo que se esconde bajo su nombre técnico, las mujeres exigimos que se erradique de una vez por todas. Lo haremos este 8M y todos los que sean necesarios.
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