El Barómetro de Primavera del CEMOP dejó patente esta semana que el PP seguirá necesitando a Vox para gobernar la Región de Murcia en 2023. Y que el partido de Abascal rozará la decena de diputados en la próxima legislatura -cuatro obtuvo en 2019-, lo que le daría autoridad más que suficiente para exigir al PP cuanto haga falta. Está claro que los populares no llegarán a la mayoría absoluta por sí mismos, si bien, según este reciente trabajo demoscópico, subirían tres escaños respecto a los 16 actuales.
Mientras tanto la izquierda se desinfla como un globo; el PSOE bajaría tres diputados -17 obtuvo en los últimos comicios- aunque Podemos conservaría sus dos escaños. Es llamativo que el PP, que en solitario sumaría más parlamentarios que estas dos fuerzas juntas, captaría votos del caladero socialista, según reconocen García Escribano y Crespo, directores del trabajo. También de Ciudadanos, aunque Vox ejerza de freno. Al tiempo que Más Región, la opción de calado ecologista liderada por Óscar Urralburu, no termina de despegar.
Pero el mayor batacazo, en la línea de lo ocurrido en Castilla y León y en Andalucía, será de Ciudadanos, aunque este Barómetro sea generoso y le otorgue un puesto en la Asamblea Regional frente a la media docena que alcanzó hace algo más de tres años. Con todo, lo más probable es que, en mayo próximo, a pesar de los denodados y encomiables esfuerzos de los que aún quedan en el barco, la llama naranja termine por extinguirse de forma definitiva.
Hay un capítulo en este último trabajo del CEMOP que llama poderosamente la atención. Se trata del grado de conocimiento que de los líderes políticos regionales tiene la ciudadanía, en general. Gana por goleada Fernando López Miras, con más de un 86%, siendo el único que alcanza el aprobado (5,3) en el examen por los encuestados. Ello a pesar de episodios tan intrincados para su gestión como el desastre del Mar Menor, algo que una buena parte del electorado parece pasar por alto, dejando patente que ha sido efectiva su política de confrontación y reparto de responsabilidades sobre este asunto con el Ejecutivo de Pedro Sánchez. Mérito, sin duda, de sus estrategas políticos y de comunicación.
Otro dato muy a tener en cuenta es lo que conocen al líder socialista y delegado del Gobierno en esta comunidad autónoma, José Vélez, los 820 consultados en la encuesta: casi lo mismo que a Javier Sánchez Serna (Unidas Podemos) y no muy lejos de José Ángel Antelo (Vox), lo que pone de manifiesto lo eficiente y provechosa que está siendo hasta ahora su proyección, promoción y exposición mediática, valga la analítica no exenta de ironía.
Por contraste, en Vox, aunque oficialmente rechacen este tipo de encuestas, se frotan las manos, conscientes de que a partir de mayo de 2023 van a tener la sartén por el mango. Sea quien sea su candidato, pues eso es algo que está todavía por ver. Y que su apoyo o abstención, en este caso, no le van a salir gratis al PP. Cierto que el trabajo de campo de este Barómetro de Primavera se hizo antes de que se conociera el resultado de las elecciones andaluzas, donde el partido se estancó, pero ello no obsta para tener claro que el predicamento de los de Abascal en esta tierra sigue horadando en el electorado de la derecha como la gota china.
Así las cosas, todo apunta a que Fernando López Miras será el candidato más votado en las próximas elecciones autonómicas y que remontará al PSOE el resultado de 2019, cuando este partido se impuso por un escaso margen de votos al PP después de veintitantos años de sucesivas derrotas. Y que además lo hará con solvencia, aventajándole en cinco escaños, según el estudio del CEMOP. Pocos hubieran suscrito en 2017, cuando el joven coordinador sustituyó al dimitido presidente Pedro Antonio Sánchez, que López Miras llegaría hasta aquí como lo ha hecho, convertido en sólido líder de la formación en su comunidad autónoma. Cierto que con algún que otro contratiempo, como la moción de censura del PSOE y Ciudadanos en marzo de 2021 y, desbaratada sin contemplaciones, a costa de conformar un Gobierno con tránsfugas y expulsados de otros partidos, pero demostrando que gobernar no solo consiste en solucionar problemas, sino en hacer callar a los que los provocan, como sentenciara tiempo atrás Giulio Andreotti, aquel viejo muñidor de la habitualmente convulsa escena política italiana.
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