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Los Ksi-Meritos, el juguete estrella de las navidades: entre la estrategia comercial en YouTube y el chantaje emocional

Imagen de uno de los vídeos de los Ksi-Meritos.

David Noriega

Las ventas de juguetes categorizados como muñecas crecieron en 2017 en España un 19,7% respecto al año anterior, según datos de NPD Group. En 2018 han aparecido nuevos productos dentro de este segmento en el mercado nacional, como The Bellies, las Lol, o los Ksi-Meritos. Precisamente, estos últimos muñecos, de la empresa mexicana Distroller, están causando furor en aquel país y ahora también en España, donde han aterrizado en siete tiendas de El Corte Inglés, en Madrid, Barcelona, Bilbao, Valencia, Palma y Sevilla, además de la tienda online, para convertirse “en el regalo estrella de estas navidades”, según la propia cadena.

“Se agotan y se reponen, pero aún están disponibles y queda campaña por delante”, indican desde El Corte Inglés. Aun así, en la reventa, en portales como Wallapop o milanuncios.com, pueden encontrarse unidades que incluso superan el doble del precio oficial, de 45,95 euros, lo que muestra el interés por el producto.

Este fenómeno se produce, en parte, gracias a un canal de Youtube a través del que la enfermera Tania –un personaje de carne y hueso– explica a los niños cómo deben cuidar a sus muñecos, que identifican como “seres vivos”. El storytelling es sencillo: vienen del planeta Neonatitlán, se llaman neonatos, el niño los adopta –en la tienda se refieren al precio como la cuota de adopción– y debe cuidarlos, siguiendo las indicaciones de la mencionada enfermera y acudiendo rutinariamente a la tienda para que otra enfermera actualice su cartilla médica. Entre las indicaciones, cortar y curar el cordón umbilical con una tirita, cuidar sus ojos con ‘neolentillas oculares’ o darle de comer con una papilla especial que se compra en la tienda.

“La voz de la enfermera y los contenidos son totalmente atrayentes hacia emociones primarias”, señala la catedrática de psicología evolutiva de la Universidad de Córdoba y experta en psicología del juego Rosario Ortega tras visionar algunos de estos vídeos. “Los juegos son estímulos naturales para la creatividad. Esto es todo lo contrario–”, prosigue. “Se le está estimulando a que haga tal cosa, tal cosa, tal cosa…”. Para la experta, el juego “consiste en comprar, y eso frustra una barbaridad”, por lo que “desde el punto de vista psicológico, me parece absolutamente negativo”. Además, señala que este tipo de contenidos relacionados con el cuidado pueden generar otra serie de emociones “tremendamente perturbadoras, como la culpa”. “Si el niño no ha hecho lo que la enfermera Tania le ha dicho que tiene que hacer, se siente culpable, porque hay alguien que está siendo abandonado”, explica. “Ese chantaje emocional es una cosa espantosa”.

Para la directora de marketing de la Asociación Española de Fabricantes de Juguetes (AEFJ), Maite Francés, “las nuevas tecnologías ofrecen nuevas formas de juego, como los Ksi-meritos”. No obstante, ella indica que “la responsabilidad es la misma que cuando usábamos un Tamagotchi o cuando un niño pasea una muñeca en un carrito, con cuidado de los baches, reproduciendo el rol nutricio”.

Por su parte, el director de planificación estratégica de la agencia especializada en marketing infantil The Modern Kids & Family, Álvaro de la Cruz, apunta que “hay que partir del hecho de que los Ksi-meritos vienen de un mercado diferente, en una sociedad diferente, entonces la percepción es distinta”.

Competir con los juguetes de licencia

Que los juguetes tengan su propio canal de Youtube no es algo exclusivo de Distroller. “Es una tendencia estratégica a nivel de marketing y comunicación que se viene produciendo en los últimos años”, indica De la Cruz. “La publicidad convencional está muy gastada”, por lo que “las jugueteras están descubriendo la parte de ofrecer a los niños y a las familias algo más que un producto que compran en la tienda. Les estás regalando contenido”, explica.

En el caso concreto de los Ksi-meritos, De la Cruz señala que “hay que partir del hecho de que vienen de un mercado diferente, en una sociedad diferente, entonces la percepción es distinta”. Su agencia ha participado en la creación del storytelling de The Bellis, unos muñecos inspirados en el éxito de los mexicanos, que “no es tan agresivo en ese sentido”. El social media manager de la agencia, Nacho Toribio, añade que es, también, una forma de hacer frente a la competencia de los juguetes de licencia –aquellos con personajes de películas o series de ficción–, que cuentan con todo un storytelling asociado. “Un juguete, por sí solo, no va a conquistar a un niño que tiene un Transformer, con una película y una serie detrás”, pone como ejemplo.

Francés y De la Cruz coinciden en indicar que el salto de los juguetes a lo digital cambia el canal, pero no la mecánica. “Estamos hablando de branded content, que es lo que hicieron en América los productores de espinacas con Popeye. Quieren dar más jugabilidad y ¿cómo lo ofrecen? Antes lo veíamos en la tele y ahora los niños están en Youtube, con contenidos más específicos que delimitan más el target al que están dirigidos”, indica la primera. “Yo tenía los Gi Joe y veía la serie; tenía los Transformers y veía la serie; en los años 90 aparecieron los Pokémon y los niños tenían los Pokémon. Se trata de alimentar el imaginario de los niños: tienes un juguete y, aparte, un contenido que enriquece ese universo”, añade el segundo.

Para el portavoz de Facua, Rubén Sánchez, estos vídeos son una incitación a seguir comprando. “De toda la vida, cuando eras pequeño y jugabas con un click de Famobil, al final tenías ganas de comprar otro, pero tú podías jugar con el que te regalaban desde el minuto cero. Si ahora te dicen que para poder jugar a cuidar tienes que gastar dinero en una tirita, aunque el niño se lo pueda imaginar, es una forma de incitarlo” porque “haces que se sienta atado a la compra de más productos para poder jugar más”. Sin embargo, para la asociación de consumidores, “es difícil encontrar una ilegalidad”.

Cinco horas al día frente a una pantalla

El Ministerio de Sanidad ha incluido por primera vez en su Plan Nacional de Adicciones 2018 a las nuevas tecnologías. Hace unas semanas, la Asociación para la Investigación de Medios de Comunicación (AIMC) hizo públicos algunos de datos de su quinto ‘Estudio AIMC Niñ@s’. Entre ellos, que el 89% de los menores entre 6 y 13 años consume vídeos en Internet y que el 36% lo hace a diario. O el que parece más alarmante: de lunes a viernes, las niñas pasan 265 minutos al día frente a alguna pantalla y los niños, 297. En horas, cerca de cuatro y media y cinco, respectivamente. Y el dato asciende los sábados y domingos hasta las siete horas.

“En la actualidad hay una gran tendencia a regalar pantallas o que todos los juguetes estén unidos o tengan una historia en Internet”, indica la directora de la cátedra de marketing y comunicación de la Universidad Complutense de Madrid, Patricia Núñez, quien apunta a una “preocupación por la no utilización de la vida off line de los juguetes”. Ortega se muestra crítica: “Las pantallas estimulan la pasividad y controlan en gran medida el discurso mental, que queda totalmente dirigido, sin posibilidad de réplica. En los años infantiles son totalmente negativas para lo que los niños y niñas necesitan en su desarrollo, que es la interacción, el diálogo, el afecto directo, la modulación emocional, etc. Ante todas esas necesidades, la pantalla impone su propia iniciativa cognitiva, emocional y social”. Por eso, según esta experta, si un niño se cría “viendo mucha pantalla” este será “mucho más pasivo intelectualmente”.

Pendiente de regulación

Todos los expertos consultados coinciden en que el contenido de las jugueteras en Youtube acabará regulándose. “Se está intentando regular, pero la vida real va más deprisa que la regulación”, justifica Núñez. Por el momento, la AEFJ forma parte de la comisión de publicidad digital, un grupo de trabajo en el que consumidores y fabricantes trabajan en la elaboración de unas guías concretas que regulen estos contenidos. A su vez, este grupo forma parte de la Comisión de Seguimiento de la Publicidad Infantil de Juguetes, formada por la Agencia Española de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición (AECOSAN), la AEFJ, Autocontrol y la Sociedad Española de Anunciantes, entre otros organismos.

Mientras tanto, entra en juego la responsabilidad de los padres que “muchas veces desconectan de lo que los niños están viendo”, indica Núñez. “No puedes ponerle puertas a lo digital; no puedes prohibir, pero tienes que educar y reflexionar con ellos sobre los contenidos que están viendo”, continúa. Por su parte, Toribio aboga por aplicaciones como Youtube Kids, “donde son los padres quienes deciden qué contenidos se pueden ver o, incluso, el tiempo”. “Un niño no debería estar mirando pantallas más que tiempos concretos y controlados, con un adulto que después promueva la interacción”, añade Ortega.

Y concluye: “Un ser humano se convierte en un ser humano por el contacto con otro ser humano. ¿Vamos a encargar a los vídeos que socialicen a los niños? Es muy importante concienciar a los padres, sino la enfermera Tania se convierte en el personaje más importante de su vida. Me parece que los juguetes deben tener la función de estimular la vida de los niños y no dárselo todo hecho”.

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