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Verano con niños: estos son los riesgos más comunes y la forma de prevenirlos

Niños juegan con agua para refrescarse en Bilbao. EFE/Luis Tejido.

Lucía M. Quiroga

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Llega el verano y con él se producen cambios en la rutina de las familias. Los niños y niñas terminan el colegio y pasan más tiempo en casa. También tienen más tiempo para jugar y descansar. Si tienen suerte, se irán de vacaciones a algún sitio, probablemente con piscina o playa o bien al aire libre. Todos estos cambios se traducen en un aumento de los accidentes infantiles, según los expertos. Es una época de diversión y descanso pero, para poder disfrutar de las vacaciones con seguridad, conviene saber cuáles son los riesgos principales y algunas claves para prevenirlos. 

Ahogamientos 

En primer lugar y de manera muy destacada se encuentran los ahogamientos, ya sea en playas, piscinas o ríos. Según datos de la Asociación Española de Pediatría, son la segunda causa de muerte accidental en niños, solo por detrás de los siniestros de tráfico. 

“Están por encima de todos los riesgos infantiles en esta época del año: entre 30 y 40 niños mueren por ahogamiento cada año en nuestro país”, asegura la pediatra Lucía Galán. Se trata, además, de un “ahogamiento silencioso: no chapotean, no gritan, no piden ayuda; simplemente se hunden y ya está”, explica. Por eso, es tan importante la prevención. “Vigilancia estrecha, y estrecha quiere decir estrecha. No vale estar vigilando a nuestro hijo desde el chiringuito. En menos de un minuto un niño se ahoga, en menos de un palmo de agua un niño pequeño se ahoga. Cuando un niño pequeño está en el agua, siempre tenemos que estar nosotros dentro. No nos podemos relajar”, asegura Galán. 

Coincide en este análisis Teresa Cenarro, pediatra de atención primaria y vicepresidenta de la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria. “El verano es una época maravillosa para los niños, pero tiene riesgos concretos, y uno de los más temibles son los ahogamientos. Lamentablemente este año, al haberse adelantado el calor, ya ha habido casos. Aquí la norma es clara: jamás se debe perder de vista un niño pequeño si hay agua, aunque sea una piscina pequeña de las que pones en la terraza. Suele decirse que hay que estar vigilando muy cerca, como máximo a la distancia de tu propio brazo, para poder agarrarle. En cuanto a los adolescentes, donde también hay mucha incidencia, es importante enseñarles a que se bañen de manera segura y en zonas vigiladas”, explica Cenarro. 

Desde Cruz Roja, también apuntan en el mismo sentido, y hacen especial incidencia en los ahogamientos en sus campañas de prevención de riesgos en verano. Recomiendan “bañarse en zonas habilitadas para ello, evitar entrar bruscamente en el agua y vigilar en todo momento a los niños, especialmente a los más pequeños”. El responsable médico de Playas de Cruz Roja, Diego Fernández, insiste en la necesidad de acompañarlos y de evitar algunos elementos de flotabilidad. “Algunos flotadores suponen más peligro que beneficio, especialmente en aguas revueltas. Por ejemplo, los que llevan arnés son muy peligrosos, porque si una ola los vuelca se quedan boca abajo sin poder darse la vuelta. Lo más seguro son los chalecos homologados, pues mantienen la posición vertical”, asegura. Y añade otra recomendación: “Hacer siempre caso de las indicaciones de los socorristas y respetar las banderas. Hay veces que hay bandera amarilla y parece que el mar está en calma, pero nosotros sabemos que hay viento o marea y por eso recomendamos no bañarse”, dice. En cuanto a las piscinas, apunta en dos direcciones: “Vallar las que son grandes para que los niños no puedan acceder solos y siempre, siempre, acompañarlos mientras están en el agua”.

Accidentes

En verano aumentan los desplazamientos en coche y esto se traduce en mayor riesgo de accidentes de tráfico, la primera causa de mortalidad accidental infantil según la AEP. “Por desgracia, cuando salen las estadísticas, todos los años hay accidentes en los que los niños no tenían sistema de retención ni llevaban cinturón de seguridad. Y ocurre en viajes largos pero también en desplazamientos cortos: aunque sea para moverte en el pueblo a la vuelta de la esquina, te puedes dar un golpe y el niño será el primero en salir despedido. Así que siempre deben usar sistemas de retención y cinturón de seguridad”, recomienda Cenarro. 

Además de los accidentes de tráfico, también es típico que en verano aumenten los traumatismos, ya sea por caídas en bicicleta o en monopatines. “Es lógico, los niños tienen más tiempo para divertirse y aumenta el riesgo. La mayor parte de las veces suelen ser traumatismos leves que no requieren de ingreso hospitalario ni mayor atención que la del momento. Pero para esto es clave que utilicen siempre casco”, asegura Galán. 

Quemaduras solares

Otro clásico del verano: olvidarse de la crema o aplicarla mal y acabar con quemaduras solares en la piel. En el caso de niños y niñas, hay que prevenirlas evitando las horas centrales del día, utilizando cremas con factor de protección solar alta y aplicándolas bien: idealmente, antes de salir de casa, en cantidad abundante y repitiendo las aplicaciones aproximadamente cada dos horas. “También debemos tener en cuenta que, si un niño llega a la playa o a la piscina y se mete inmediatamente en el agua durante mucho tiempo, esa crema perderá efectividad, así que cuando salga hay que volver a echarla”, explica la pediatra Teresa Cenarro. 

Golpes de calor o insolaciones

Tienen síntomas similares pero no son lo mismo: una insolación se produce por exposición directa al sol y un golpe de calor puede ocurrir incluso estando a la sombra. Suelen traducirse en malestar general, alta temperatura corporal e incluso vómitos. “Los niños y niñas pequeños son más propensos a sufrirlos porque regulan peor su temperatura corporal, igual que los ancianos”, apunta Cenarro. Algunas medidas para esquivarlos: evitar la exposición con altas temperaturas, durante las olas de calor y a las horas centrales del día, taparles bien la cabeza con gorros, estar a la sombra si se sale a la calle y asegurarse de que beben mucha agua y de que comen comidas ligeras. 

Picaduras 

Las más habituales son las de insectos, cuando hacemos actividades en la naturaleza, y las de medusas, que se producen en la playa. Frente a la creencia extendida de que orinar en la picadura es una buena solución, los pediatras apuntan en otra dirección. Para cada picadura de insecto puede haber una solución diferente, y no hay métodos de prevención infalibles. “En muchos niños y niñas, aun sin ser alérgicos, hay una reactividad alta a las picaduras de insecto, con reacciones mayores que en los adultos. Cuando observamos esto debemos consultar con el pediatra la mejor manera de tratarlo”, asegura Cenarro. La pediatra apunta una de las formas de evitarlas, por ejemplo, en excursiones en el campo. “Llevar los pies y las piernas bien cubiertos puede ahorrarnos picaduras incómodas, como las de las garrapatas”, explica. 

Para el caso de las medusas, hay que “lavar la zona con agua de mar, evitar frotar la picadura, retirar los tentáculos con algo de plástico o una tarjeta, aplicar clorhexidrina o lavar con agua y jabón. Los antihistamínicos pueden aliviar el picor y el paracetamol o ibuprofeno el dolor. Si tiene mal aspecto, hay que acudir al pediatra”. Así lo explica Lucía Galán en su libro Cuentos de verano de Lucía, mi pediatra (Planeta, 2022), en el que cuenta de manera divertida y adaptada para niños y niñas cuáles son los problemas más frecuentes en esta época del año y la manera de prevenirlos. 

Intoxicaciones 

“Una consulta bastante típica en verano es la del niño que ha ingerido de manera accidental productos de limpieza o los antimosquitos que se ponen en los enchufes”, explica Lucía Galán. “Los niños pasan más tiempo en casa, cambian de rutinas y pueden ocurrir este tipo de accidentes”, añade la pediatra. La prevención aquí pasa por retirar los productos peligrosos de su alcance: “Colocarlos siempre en alto, y no debajo del fregadero como se suelen tener”, según Galán. La pediatra Teresa Cenarro añade que las mismas medidas de seguridad que tenemos en casa “se deben trasladar a la casa del pueblo o a donde vayamos de vacaciones”. 

Enfermedades típicas de verano

Laringitis, gastroenteritis, otitis u hongos son algunas de las enfermedades que, aun sin ser exclusivas de esta época, suelen aumentar las consultas a los pediatras. Unas buenas medidas de higiene, como el lavado frecuente de manos, pueden ayudar a prevenir algunas como la gastroenteritis, asegura Cenarro. Evitar ambientes muy secos y humedecer las estancias puede ser útil para evitar las laringitis, según explica Galán en su libro. Las otitis producidas en las piscinas se pueden esquivar si conseguimos que mantengan la cabeza fuera del agua el mayor tiempo posible. Y en cuanto a los hongos, ir siempre calzados en instalaciones públicas suele funcionar para evitar el riesgo de contraerlos. 

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