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“Solo un plan de salvación social paliará la angustia económica tras el confinamiento”

El presidente de Psiquiatría considera que la crisis causa el 30 por ciento de las consultas médicas

Eduardo Azumendi

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Miguel Gutiérrez, catedrático de Psiquiatría, tiene claro que los aspectos psicosociales son esenciales cuando se necesita que toda la población cambie drásticamente de conducta y hábitos para que no se propague la enfermedad. Pero a este psiquiatra, que lleva más de 40 años estudiando la mente humana y que ha sido jefe de Servicio de Psiquiatría del Hospital Universitario Araba y presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría, lo que realmente le inquieta es el estrés posterior al confinamiento, el provocado por las consecuencias económicas que la crisis sanitaria va a dejar a su paso. “La angustia que vendrá después al ver cómo queda la economía no puede ser paliada ni con pastillas ni con psiquiatras, tiene que paliarse con un plan de salvación social. Tiene que haber medidas económicas que protejan a la población”, advierte.

¿Cómo va a salir la sociedad en cuanto a salud mental de esta crisis sanitaria que amenaza con derrumbar el sistema económico?

Este periodo de confinamiento afecta a todo el mundo, incluidos los enfermos mentales. Un denominador común general es la incertidumbre. Se instala en la población y le puede seguir el miedo. Miedo a enfermar, a morir, a no poder proteger a tus familiares, a perder los medios de vida, a ser despedido, a ser estigmatizado......Esa sería una respuesta general, con mayor o menor intensidad, en función del carácter y las circunstancias de cada uno. A las personas que sufren trastornos mentales y tienen que estar en cuarentena les pueden invadir sentimientos de impotencia, la soledad se hace presente y, en muchos casos, se deprimen. Confinamiento y soledad pueden llevar a la depresión. También ocurre que muchos enfermos psiquiátricos se pueden descompensar, en algunos casos han sido desplazados de los hospitales generales porque se necesitan esas camas para la urgencia actual. Esa pérdida de contacto con sus médicos habituales puede provocar agitación y descompensación en la situación actual.

Hay que remontarse a la Segunda Guerra Mundial para recordar una amenaza como la actual a la forma de vida de la sociedad occidental.

Hablamos de algo de lo que no sabemos su verdadero alcance sobre la salud y la economía, lo que provoca miedo en las personas 'normales'. La depresión va a ser inevitable en una parte de la población.

Y el personal sanitario, ¿cree que cuando pase todo necesitará un tratamiento para el estrés postraumático?

El personal sanitario tiene una fuerza extraordinaria, una gran formación. Está habituado a confrontar situaciones difíciles y como colectivo se hace mucho más fuerte. Si hay estrés postraumático lo habrá en una minoría, en personas con algún tipo de vulnerabilidad psicológica. Yo creo que esto no va a derivar en trastornos postraumáticos generalizados

Pero en muchos casos se enfrentan sin la protección adecuada.

Los médicos estamos obligados a ver al paciente en bata, sin bata, con mascarilla, sin mascarilla....El médico tiene que anteponer la salud del paciente y no la suya. Evidentemente lo que hay que hacer es trabajar en las mejores condiciones de seguridad, pero en una epidemia crítica si no hay mascarillas pues no hay mascarillas. Nadie se va a casa por miedo. Hay un riesgo evidente y en la actualidad no se dan las mejores condiciones, pero no se puede perder el tiempo y hay que curar a los enfermos como sea. En Italia han muerto casi 100 médicos, en España también varios....Con riesgo o sin riesgo el personal sanitario tiene que estar ahí, por eso hemos elegido ser médicos.

En la actual situación, mejor no pensar en hacer planes para los próximos meses.

Planes hay que hacer todos los días. Esto no se va a terminar en dos días, tal vez ni en dos meses. Volver a la vida normal será cuestión de meses, es lo que nos ha tocado. En el caso de los enfermos psiquiátricos tienen que tener un plan de emergencia planificado para saber a quién hay que llamar en caso de descompensación. Hay que respetar las normas generales. Más que el estrés por el confinamiento, me preocupa el estrés posterior, el provocado por las consecuencias económicas que esto va a tener. Ya tenemos la experiencia de la última crisis económica, con una repercusión muy importante en trastornos de la ansiedad y la depresión.

Va a ver problemas económicos de gran envergadura, la gente se va a quedar sin trabajo y eso tendrá una repercusión psiquiátrica.

Me preocupa más eso que los efectos directos de la epidemia sobre la salud. Ahora, a la gente la veo con moral, pero ya veremos después, cuando tengamos que confrontar la realidad tal y como es. Durante el confinamiento se puede salir en los supuestos previstos, se puede leer, ver películas, jugar....no hay que magnificar las cosas. Eso hay que desmitificarlo. La angustia que vendrá después al ver cómo queda la economía no puede ser paliada ni con pastillas ni con psiquiatras, tiene que paliarse con un plan de salvación social. Tiene que haber medidas económicas que protejan a la población. La pobreza está íntimamente ligada a las patologías mentales, como la depresión. La mejor medicina cuando terminen su trabajo los médicos tendrá que venir de los políticos, con Europa o sin Europa.

Las familias de las personas que están falleciendo no pueden despedirse de ellas.

Eso sí que va a dejar huella y provocar un trauma en algunas personas.

¿No tiene la sensación de que una parte de la sociedad respira con cierto alivio al ver que la epidemia ataca con mayor crudeza a los ancianos, un sector de la población menos apreciado en la actualidad por la sociedad occidental?

Entiendo lo que quiere decir, pero creo que no se ajusta con exactitud a la realidad. Es cierto que la epidemia afecta más a las personas mayores, también está atacando a personas más jóvenes. Por ejemplo, los médicos fallecidos tenían menos de 60 años. El aumento de la tasa de fallecimientos en mayores se debe a la particularidad de las residencias de ancianos, donde el virus se ha metido de manera masiva. Si los ancianos pudieran estar en sus casas seguro que estaban más a salvo.

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