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La suspensión de las clases tensiona a las familias en Vitoria

Todos los centros escolares de Vitoria cierran desde mañana por coronavirus

Eduardo Azumendi

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La decisión del Gobierno vasco de suspender la actividad educativa en todos los colegios de Vitoria (y algunos de otros pueblos de Álava) al menos durante 15 días para contener la transmisión del coronavirus ha puesto en jaque a las familias. Sobre todo, a las que tienen niños pequeños en edad escolar. La tensión y el desasosiego entre estas familias ha ido en aumento ante la falta de alternativas para cuidar de sus hijos. Y aunque el horizonte temporal de clausura de los centros es de dos semanas, el escenario puede ampliarse.

“En casa vamos a dejar de trabajar los dos miembros de forma alterna, con lo que eso implica. No tenemos familia a quien recurrir”, se lamenta una madre de familia ante el panorama que se le plantea en los próximos días. “El mismo nivel de contagio hay en mi curro y no me dan vacaciones o una baja”, remata.

“Yo por mi parte”, dice otra madre, “esta semana me organizo con mi pareja pero claro aunque mis padres no son mayores, no tienen patologias.. es con ellos con los que se van a quedar...Me da un poco de miedo la verdad”.

Y es que para una gran mayoría de padres los abuelos son la única solución. “Los niños se tendrán que quedar con los abuelos y son grupo de riesgo. En mi caso no hay opciones de dejar de trabajar”, apunta otra madre.

Otro padre cree que la medida de suspender las clases “no tiene sentido”. “Los niños no van a clase para no estar expuestos, pero estarán en los parques jugando con otros niños. Y estarán al cargo de los abuelos, que son la población de riesgo. Además, se provocará un absentismo en las empresas que en algunos casos lleven a la presentación de ERESs”.

“Mis hijos”, señala otra madre, “se quedan con los abuelos, pero según dicen, ellos son población de riesgo. Entonces estamos pasando el riesgo a un colectivo muy vulnerable”.

B. Armentia, padre de dos niños de 6 y 8 años, ha tenido más suerte. Su empresa le permite trabajar desde casa. Teletrabajo que ya había experimentado en otros momentos, pero no de una forma tan continuada. “Tengo que ser muy disciplinado con los horarios, pero en mi casa no hay más opciones. Mi mujer no puede pedir ningún tipo de permiso. Y no puedo echar mano de los abuelos. Más bien, hay que echarles una mano a ellos”.

A Mari Carmen L., madre de un niño de siete años, aún está haciendo cuentas para ver cómo 'coloca' a su hijo durante estos días. “Ni mi pareja ni yo podemos desligarnos del trabajo tanto tiempo como el que mi hijo estaba en el colegio. Tampoco hay abuelos a los que recurrir. De momento, voy a pedir una reducción de jornada. Una vecina también se ha ofrecido para ayudarme, pero es una situación muy complicada de gestionar”.

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