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Un futuro para las razas autóctonas

De las 25 razas autóctonas vascas, 13 de ellas están en estado crítico y ocho en peligro de extinción.

Natalia González de Uriarte

El chato vitoriano era una raza porcina muy valorada. Este orondo guarro sirvió de reserva grasa en la posguerra. Entonces era la especie más demandada por sus sobresalientes mantecas. En 1955 había censadas más de 86.000 reproductoras. Eran de piel blanca, algo sonrosada y uniforme. Tenían la cabeza corta, carnosa y recta, sin apenas cerdas. Las orejas eran muy grandes y dobladas hacia adelante. La cola era enroscada y alcanzaba los 300 kilos en edad adulta. Esta detallada descripción de su particular fisionomía junto con alguna fotografía es lo único que queda para recordar a este gorrino ya extinguido. Hace años que no queda ni un ejemplar.

El desarrollo industrial y el cambio en los hábitos alimenticios de los vascos provocaron que este cerdo autóctono se fuera arrinconando hasta su total sustitución por otras razas porcinas más magras. El brote de peste porcina que en 1961, con miles y miles de ejemplares sacrificados, abocó al cerdo alavés a la extinción.

No ha sido la única raza autóctona vasca que se ha quedado en el camino. El cerdo baztanés también acabo por desaparecer. Así que de las tres razas autóctonas de cerdo de Euskadi, solo sobrevive el denominado 'euskal txerria'. De las 138.000 reproductoras censadas en 1929 se pasó a 50 en 1982. Es entonces cuando se inicia la recuperación de esta raza. En la actualidad existen 300 cerdas madres que paren tres mil cochinillos al año.

Los esfuerzos han tenido resultados pero no se puede bajar la guardia. En la actualidad, la amenaza se cierne sobre otras tantas especies bovinas, equinas, caprinas, aviares y equinas, con las que se puede repetir el triste desenlace de los cerdos vascos.

Vaca criada entre Bizkaia y Cantabria

De las 25 razas autóctonas que sobreviven en Euskadi, ocho de ellas están en peligro de extinción. En esta categoría se engloban aquellas razas que se encuentran en grave regresión o en trance de desaparición, de acuerdo con los criterios establecidos a nivel nacional o internacional. La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, F.A.O., considera como razas en peligro de extinción, aquellas en las que existen como máximo 1.000 hembras reproductoras, o un máximo de 20 machos reproductores.

Cuando el número de hembras reproductoras es de 100 o menos y el de los machos de 5 o menos, la raza se considera en estado crítico. 13 de las razas autóctonas vascas atraviesan este delicadísimo estadio. La que vive su peor momento es la 'monchina', una vaca originaria de tierras que confluyen entre Bizkaia y Cantabria, “Quedan muy pocas, una cantidad insignificante”, alerta Karmelo Elorriaga, secretario de Euskal Abereak, la asociación que promueve la conservación de las razas ganaderas autóctonas vascas. Entre las ovejas, la conservación de la raza 'sasi ardi' también se tambalea. “Esta es una raza que no trabaja cualquiera. No es de ordeñar y cría un único cordero al año que no alcanza un precio superior a su antecesor. Desde luego que por el rendimiento que les van a sacar no merece la pena el esfuerzo y la inversión” revela Elorriaga. Es en esos casos en los que la recompensa económica se deja a un lado en favor de otros valores, como el afán de los ganaderos por salvaguardar la diversidad biológica y preservar el legado genético mantenido durante siglos. “Es vocacional. Estas criando animales sin obtener rentabilidad pero sabes que contribuyes a su conservación y eso te llena de orgullo”, explica Elorriaga.

Para evitar que estas razas amenazadas acaben extinguiéndose diferentes productores se afanan por conservar las especies. Trabajan en una veintena de asociaciones integradas en Euskal Abereak desde las que defienden los intereses de 17 razas. Son 912 socios que poseen 15.224 animales.

Los libros genealógicos

En junio de este año la regulación de su actividad fue modificada vía decreto. El Gobierno vasco estableció en una veintena de artículos las normas básicas para la conservación, mejora y fomento de las razas animales autóctonas y la regulación zootécnica de las razas ganaderas vascas. Los productores ya tiene el marco de actuación claro, pero el camino por recorrer es mucho. “Ha habido avances. Los productores nos hemos federado, por ejemplo, en muchos casos y así aúnas fuerzas. Pero queda mucho por hacer. Esto solo es el comienzo. Pero me atrevo a decir que se han asentado las bases para garantizar en un futuro próximo la permanencia de estos animales amenazados” sostiene Elorriaga.

Las principales novedades que presenta la nueva normativa están relacionadas especialmente con la definición del papel de las asociaciones y de las administraciones. Las primeras son las responsables de los libros genealógicos y de la gestión de las razas ganaderas, mientras que las segundas deben desarrollar una labor de tutela y control.

Lo que permanece inalterable es la cita obligada de cada año en la Feria de Markina, en Bizkaia, el segundo sábado del mes de octubre. Allí se puede ver una muestra de la totalidad de las razas vascas inventariadas y es cuando los criadores sacan pecho con sus ejemplares. “Es importante que se conozcan las razas existentes y difundir nuestra labor a la sociedad. La gente debe conocer esta realidad que es parte de nuestro patrimonio”.

La raza que mayor fama ha cosechado entre los ajenos al sector es el burro de las Encartaciones, que se lleva todas las caricias durante estos certámenes. “Es el más querido. Un animal con encanto, por sus rasgos amables. Pero pese a lo que puede parecer por todo el interés que suscita, peligra su futuro”, advierte Elorriaga. A principios de 2005 sólo quedaban unos 100 ejemplares.

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