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Otros 20 cuerpos exhumados en la tercera mayor fosa de Navarra: “Me enseñaron a no odiar, pero no olvido”

Exhumación en Ollacárizqueta

Amaia Otazu

La emoción de Lucía al aproximarse a la fosa en Ollacárizqueta en la que se han hallado a nueve de los veinte fusilados tras el golpe militar de 1936 es palpable. Lucía es nieta de Jesús Moreno Sádaba. Hace cuarenta años fue a esta misma parcela -en el término de Iruzkun, a 12 km de Pamplona (Navarra)-, para sacar de una fosa próxima a su abuelo y a otros dieciséis vecinos de Sartaguda. “Me mataron a los dos abuelos, el paterno y el materno, y a un tío”, explica. Entonces, en el año 1979, vino acompañada por su cámara de fotos y por sus padres. Tiene hasta diez álbumes con imágenes de cuerpos exhumados, lugares, noticias y anotaciones. El lugar exacto donde asesinaron a su abuelo se conoce porque una pastora -que entonces no superaba los nueve años- presenció el asesinato. Se niega a olvidar. Emocionada, contempla la exhumación de los nueve cuerpos que yacen apilados en una de las fosas y recuerda la frase de su madre cuando lograron devolver a su abuelo a casa: “¿Dónde están aquellos hombrones que se llevaron con tanta carne? Ahora son solo huesos”.

En esta ocasión, las dos fosas han podido ser descubiertas -una con nueve cuerpos, la otra con siete- gracias a la información inicial facilitada por Félix Echalecu, un vecino que fue obligado a realizar la fosa y que presenció las ejecuciones. El testimonio de Echalecu recoge que “aquel día trajeron 17 esposados de dos en dos, los metían como a corderos en la primera borda… Un pistolero le pegaba un tiro en el corazón y caía; en la parte derecha el segundo pistolero le pegaba un tiro de gracia”.

El Instituto Navarro de Memoria Histórica, en colaboración con la Sociedad de Ciencias Aranzadi, lleva trabajando en esta fosa una semana. Este lunes han exhumado a nueve, y el martes proseguirán con el resto. No contaban con que fuera a haber tantos restos humanos en una misma tumba, aunque sospechan que aún puede quedarles por descubrir dos o tres fosas más en ese mismo terreno.

Blanca, al igual que Lucía, también es nieta de uno de los fusilados y exhumados en el 79 en este mismo término. A su abuelo lo mataron cuando solo tenía 33 años y tres hijos. Han vuelto a presenciar esta última exhumación al reconocer en las noticias la borda que hay justo al lado de las fosas. Recuerdan la exhumación de hace cuarenta años por la enorme emoción del momento: “Entonces todavía quedaban vivos muchos hijos de fusilados. A algunos se les reconocía quiénes eran por la ropa, por las zapatillas”. Blanca rememora la recuperación del cuerpo de su abuelo: “Mi madre no tiene recuerdos de él porque solo tenía 20 meses cuando lo mataron, pero mi tío, sí. Él tenía 9 años. Cuando abrieron la fosa se reconocía a mi abuelo fácilmente y mi tío no pudo sacarle, no pudo”. A su lado, otra mujer, también familiar y presente en ambas exhumaciones, recuerda: “De todas las imágenes, la que más tengo grabada fue la de 'la Glorilla'. Estaba su padre, que se lanzó allí...Aún se me pone la carne de gallina”. Poco antes de acercarse a contemplar la fosa abierta, rememora: “Mi abuela siempre recuerda las últimas palabras que le dijo mi abuelo: 'No dejes a los chiquillos ni un solo día sin llevarlos a la escuela'. Entre las dos recuerdan los casos de varios vecinos a los que un día se llevaron, nunca volvieron, y detrás dejaron a numerosos hijos e hijas huérfanos.

Reconocen que siempre se ha sabido que había más cuerpos en esa zona, pero no había “los medios de ahora”. Blanca asegura que hace cuarenta años se vino a escondidas: “Era a principios del 79, la Transición acababa de empezar. La pastora que había presenciado de chiquilla el asesinato dijo dónde estaban los cuerpos. Se vio que había más, pero no podían hacer nada y dejaron marcado el lugar”.

Miguel Vidart, propietario de los terrenos donde se localizan las fosas, cuenta que cuando asesinaron a los allí hallados, su abuelo era el alcalde del municipio. Vidart cuenta que su padre fue movilizado y estuvo trabajando en el Fuerte de San Cristóbal, cárcel republicana donde se produjo una de las mayores fugas de la historia. Respecto a la exhumación de tantos cuerpos en sus terrenos, explica que “las cosas han ocurrido como han ocurrido y lo normal es que se esclarezca, que se sepa la verdad”.

La consejera de Relaciones Ciudadanas del Gobierno de Navarra, Ana Ollo, ha visitado el lugar donde se llevan a cabo las excavaciones y ha agradecido el trabajo de los familiares de Sartaguda, “que hace 40 años desenterrasteis de aquí a vuestros familiares”. Ollo ha apuntado -en referencia a los alumnos del instituto de Cizur presentes en el lugar- que “es fundamental vincular este pasado al futuro, a la juventud que a través del Programa Escuelas con Memoria habéis podido conocer de primera mano lo que sucedió aquí hace 80 años”.

El Gobierno de Navarra ha animado a cualquier persona que pueda tener información relativa a localizaciones de fosas o enterramientos a compartir su testimonio poniéndose en contacto con la Dirección General de Paz, Convivencia y Derechos Humanos a través del correo pazyconvivencia@navarra.es.

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