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Filomena en Madrid y más allá de Madrid

Calle la Palma, en el barrio de Malasaña, cinco días después del temporal Filomena.

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Aunque en una parte importante del territorio hemos visto la nieve muy de cerca, todos hemos visto también el caos en Madrid a través de los medios de comunicación. Barrios incomunicados, dificultad para la movilidad y colegios cerrados durante una semana. Es cierto que gestionar una ciudad como Madrid no es nada fácil. No son sólo los millones de personas que viven allí, sino también los que se desplazan a diario. Se necesita, por ejemplo, unas enormes infraestructuras para canalizar toda esa movilidad. Y también es cierto que uno tiene derecho a equivocarse en algunas cosas. No siempre acertamos en todo, especialmente cuando se gestiona la vida municipal. El problema surge cuando te equivocas con demasiada frecuencia y, además, quieres evadir tu responsabilidad. 

Un poco de estas dos últimas cosas estamos observando en José Luis Martínez-Almeida en los últimos días. Una vez es muy evidente que se ha generado un enorme caos en la ciudad que gobierna, ha pasado de hacerse fotos con una pala a intentar trasladar la responsabilidad de su gestión al Gobierno central. Y todo ello sin resolver todavía las dificultades por las que pasan los madrileños. Su última petición ha sido solicitar la declaración de zona catastrófica, como si el problema ahora de Madrid es de falta de recursos económicos. 

Madrid tiene el privilegio de ser la capital de España. Desde luego que es una ciudad estupenda que acoge de forma extraordinaria a todo el mundo. De hecho, yo he vivido allí 20 años y sigo siendo profesor de la Universidad Complutense, aunque en excedencia. Pero su condición de capital se traduce en que ministerios, museos o sedes sociales de las grandes empresas tienen su residencia allí. Además, algunos de los servicios que presta como los accesos por carretera o la red de cercanías la paga el Estado. Esto posibilita que el presupuesto por habitante de una ciudad como Madrid doble prácticamente a un lugar como, por ejemplo, Alcañiz. El Ayuntamiento de Madrid dispone de un presupuesto de 1.519 euros por habitante, cuando en Alcañiz esta cifra se reduce a 875. 

Seguramente, alguien podría argumentar que Madrid debe prestar más servicios. Y así es. Pero no es menos cierto que la alta densidad de población permite una gran eficiencia en el gasto. De tal forma que cuando la población está muy dispersa, la prestación de los servicios públicos es más costosa. Por lo tanto, además de tener una mayor eficiencia en el gasto, dispone de casi el doble de presupuesto por habitante que una población de provincias. 

A pesar de disponer de más recursos (los últimos presupuestos de Madrid ascienden a 5.066 millones de euros), no han podido hacer frente a un temporal que ha azotado con más virulencia a provincias como Teruel o Guadalajara. Visto en la distancia, todo parece apuntar a un problema de planificación y de gestión. En esta ocasión, las previsiones meteorológicas se cumplieron y se anunciaron con mucha antelación. En lugares como Alcañiz comprábamos la sal casi una semana antes y horas antes del temporal nos reuníamos todos los portavoces municipales con protección civil, policía, bomberos, agricultores… Ha sido la colaboración de las distintas administraciones junto con los recursos públicos y la sociedad (agricultores y empresas locales) lo que nos permitió hacer frente al temporal. 

Por ello, con la petición del alcalde de Madrid, todo parece apuntar más a una escenificación intentando evadir su responsabilidad, que a una necesidad imperiosa de recursos económicas por parte del Ayuntamiento. Eso no quita que el Gobierno central declare zona catastrófica a todas las comunidades autónomas afectadas y se abra un proceso de concurrencia competitiva donde todos podamos participar. Pero tal y como recoge la ley, este tipo de ayudas van destinadas a recuperar los territorios de los daños sufridos, no a hacer frente al temporal. Es decir, será en la fase de evaluación de los percances cuando esta declaración tendrá más sentido. Mientras tanto, el alcalde de Madrid debe dar respuesta al caos actual y explicar qué medidas se pusieron en marcha para hacer frente al temporal. 

Todas estas las reflexiones las realizo desde la distancia y compartiendo la preocupación que debe tener en estos momentos Martínez-Almeida. Si algo nos caracteriza a los alcaldes es que somos solidarios entre nosotros en los momentos de dificultad. Pero esto no quita que podamos evadir nuestras responsabilidades. En poblaciones mucho más pequeñas debemos hacer en numerosas ocasiones más con menos, puesto que no disfrutamos del efecto capitalidad. Y esto también lo introduzco por lo siguiente. Si por algo se caracterizan los responsables políticos del Partido Popular es por extender la idea que la mejor política fiscal es bajar impuestos. Pero se quedan ahí, en un argumento más bien simple, sin entender la complejidad fiscal de nuestras sociedades. Algunos pueden permitirse impuestos bajos, puesto que reciben ingresos “extras” y parte de su gasto corre a cargo de otras administraciones (en eso consiste el efecto “capitalidad”). Por ello el IBI de Madrid puede ser dos puntos inferior al de Alcañiz. Pero cuando ingresas por debajo de tus posibilidades, acabas dañando a la prestación de servicios públicos. Algo de esto también puede haber sucedido en Madrid. Seguramente, con más recursos presupuestarios podría haber hecho frente mejor al temporal. Pero ya en tiempos de Ana Botella se modificaron algunos contratos de limpieza, restando personal y, por ello, en los momentos de dificultad no se puede hacer frente a la situación. 

En definitiva, Filomena nos ha golpeado más allá de Madrid. Por ello, ante cualquier declaración de zona catastrófica, debe tenerse en cuenta a todos los territorios afectados. Pero esta petición no puede servir de excusa al alcalde de Madrid para no explicar cuál ha sido su gestión tanto antes como durante el temporal. De hecho, si su argumento es que no dispone de recursos suficientes, quizás deba revisar su política fiscal. Siendo, además, que gestiona la capital de España, con todos los beneficios que eso tiene. 

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