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Prieto, en su obra

La estatua de Indalecio Prieto, vandalizada.

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Ante el malhadado acuerdo municipal de retirar la escultura de Indalecio Prieto de los Nuevos Ministerios, creo necesario explicar públicamente las razones que me llevaron a adoptar esta iniciativa cuando llegué como ministro a sus instalaciones a finales de 1982.  

No sólo porque fuera el centenario del nacimiento de este gran demócrata y estadista sino porque la construcción del complejo, esencial en la modernización de Madrid, fue obra suya como ministro a partir del proyecto del arquitecto Secundino Zuazo, completada con el nuevo eje ferroviario, popularmente conocido entonces como El Túnel de la Risa. Sin olvidar, que como ministro de Hacienda, transfirió en 1931 La Casa de Campo al Ayuntamiento de Madrid, hasta entonces Patrimonio Real. 

En aquel momento, desde la ventana de mi despacho solo veía la estatua ecuestre del dictador Francisco Franco y me pareció justo que un recuerdo al líder que tuvo esta decisiva iniciativa modernizadora de Madrid estuviera también  presente. Más aún, cuando ambos se conocían bien y se habían enfrentado electoralmente en Cuenca en 1936, con una candidatura del General Franco rechazada por la Junta Provincial del Censo, comentada por Indalecio Prieto en su discurso de 1 de mayo de 1936 en el que glosaba la figura del que habría de ser próximo dictador en unos términos de respeto y consideración extemporáneos en un exasperante y difamatorio ambiente que ahora algunos fanáticos tratan de revivir.   

Encargué la obra al recio turolense Pablo Serrano, uno de nuestros  grandes escultores del siglo XX con el que me unía una relación de amistad y admiración. Su cabeza de Antonio Machado en Baeza fue un icono para nuestra generación. Aceptó el encargo, a pesar de encontrarse ya enfermo. El macizo bloque de bronce expresa bien la figura de Don Inda, con la ventaja de ser resistente a un vandalismo cobarde y estúpido. En mi opinión, se trata de una obra que enriquece el Paseo de la Castellana en la línea del Museo de Escultura al Aire Libre donde figura otra obra suya. 

Prieto fue un demócrata convencido, un socialista de pro y un político consecuente en su trayectoria política como parlamentario y gobernante. La puesta en marcha de los planes hidráulicos y de regadíos, así como la modernización ferroviaria forman parte de su legado. Como señala el historiador Edward Malefakis “aunque estuvo en el cargo algo menos de dos años, Prieto hizo más para revolucionar la infraestructura económica española de lo que haya hecho nunca en la historia cualquier Ministro de Fomento o de Obras Públicas”. Destaca también como ministro su vigorosa defensa de la República.

En el exilio, prosiguió su lucha por la reconciliación y la superación de la Dictadura. Participó activamente en el Congreso del Movimiento Europeo de la Haya de 1948, que reunió por iniciativa de la sociedad civil consciente bajo la presidencia de Winston Churchill a gran número de los líderes iniciadores de la Europa actual, como Anthony Eden, Konrad Adenauer, Walter Hallstein, François Mitterrand, Altiero Spinelli o  Maurice Schumann, entre otros. Prieto, español del exilio, acompañado de Salvador de Madariaga, el Dr. Trueta, Xirau, José Antonio Aguirre y Xavier de Landaburu planteó en su intervención las bases de la reconciliación y la integración de España en la Europa unida y democrática que aspiraban a construir. La proposición aprobada que inspiró la resolución de la ONU, proponía “el establecimiento de un gobierno transitorio y de garantías, bajo el cual el pueblo español pueda determinar libremente el tipo de gobierno que desea y escoger a sus gobernantes, única manera de que España pueda participar en la unidad de Europa”. Así fue, aunque Prieto no alcanzara a verlo.    

Indalecio Prieto, asturiano huérfano y pobre, bilbaíno de pro, periodista, parlamentario y madrileño generoso con su ciudad, no merece ser desterrado de nuevo de su patria, sobre todo por el Ayuntamiento de la ciudad que tanto amó y por la que tanto hizo. 

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