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Una subcomisión para la esperanza

La nueva norma busca establecer un marco regulatorio para la inversión pública y privada en toda la cadena del cannabis medicinal y complementar la actual legislación, la Ley 27.350, que autoriza el uso terapéutico del cannabis, pero a una escala menor.

Ekaitz Agirregoitia / Carola Pérez

Miembro del OEDCM y profesor investigador de la UPV | Presidenta del OEDCM y fundadora de la asociación de pacientes dosemociones —

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La observación sistemática es el primer paso en todo proceso científico. De hecho, sin observación no existiría la ciencia. Con esa premisa se gestó en verano de 2015 la creación del Observatorio Español de Cannabis Medicinal. Fuimos capaces de juntarnos investigadores con más de veinte años de experiencia en el estudio de los procesos moleculares y fisiológicos de los cannabinoides, médicos familiarizados con la planta del cannabis, su dosificación y los formatos que existen, así como pacientes que, de manera casi intuitiva, encontraban en el cannabis un aliado para paliar sus dolencias. Ninguno conocíamos la realidad del otro, pero fuimos aprendiendo los unos de los otros y hoy podemos decir que ese tridente, investigadores, médicos y pacientes, ha sido el que nos ha traído al esperanzador momento en el que nos encontramos.

Han sido seis años muy duros en los que hemos hecho un trabajo silencioso, pero fructífero. Empezamos por observar y difundir que sí existían evidencias científicas en torno al cannabis como producto terapéutico. Nos centramos en observar a los pacientes, su sufrimiento y el bienestar de muchos de ellos tras usar cannabis. Salimos de nuestra zona de confort“ para observar los poderes legislativo, ejecutivo  y judicial, y constatar cómo, basándose en resoluciones de hace más de 50 años, cuando ni el THC se había descubierto, se bloqueaba cualquier tipo de debate en torno al uso medicinal del cannabis (la experiencia en el Congreso de los Diputados de 2017 fue frustrante, pero también nos ayudó a crecer y reforzarnos). En cambio, observamos que, en países como Alemania, Canadá o Países Bajos, ya habían aceptado la evidencia científica, consideraban prioritaria la salud del paciente y habían empezado a legislar para que las observaciones se convirtieran en hechos. Todo ello, reforzado con trabajos de revisión impecables por parte de la OMS y consecuentes resoluciones despenalizadoras de la ONU. Nuestras observaciones no eran erróneas, así que continuamos con las iniciativas de formación y divulgación de éstas y nos acercamos a todos los agentes implicados. Ha sido una ardua tarea, pero creemos que todo aquel que ha querido observar, desde cero y sin prejuicios, ha podido entender cuál es la realidad del cannabis medicinal.

Gracias a todo ese esfuerzo y a la voluntad de un poder legislativo más reflexivo y observador, la Comisión de Sanidad del Congreso de los Diputados ha creado una Subcomisión con el objetivo de analizar experiencias de regulación del cannabis para uso medicinal. Deseamos que a principios del curso que viene se lleve a cabo un debate objetivo y enriquecedor donde nuevamente predomine la observación de las experiencias, leyes y regulaciones que hay en los más de 40 países del mundo que ya cuentan con alguna normativa en torno al cannabis medicinal. Un debate en el que los pacientes estén en el centro y puedan compartir cómo, después de tanto tiempo de abandono y de prueba y error con sus propios cuerpos, han conseguido avanzar hasta un punto que, con seguridad, quedará recogido en el relato de la historia de la medicina: pacientes ayudando a otros pacientes. Un debate que no se pierda en discursos interesados y malintencionados.

Y es que somos conscientes del estigma que tiene el cannabis por ser definido como una “droga”, es decir, según la RAE, una sustancia mineral, vegetal o animal, que se emplea en la medicina, en la industria o en las bellas artes. Pero hace mucho tiempo que el debate en la comunidad científica dejó de ser si el cannabis es una “droga” o un “medicamento”, lo cual es actualmente obvio diseccionar; el debate hoy en día es cómo regulamos una sustancia que tiene efectos terapéuticos y cómo garantizamos el derecho a la salud de los pacientes que usan cannabis, porque les mejora sustancialmente la calidad de vida, sin ninguna protección por parte de los poderes públicos de España, a diferencia de lo que ocurre en muchos otros países del mundo occidental. El peor aliado de la ciencia siempre ha sido la ignorancia, la mentira y la manipulación de datos. Por eso, la observación sistemática seguirá siendo el primer paso en todo proceso científico, ese paso que siempre continúa alerta y activo para intentar representar lo más objetivamente posible la realidad y, con ello, ayudar a los pacientes.

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