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Por una Europa unida y más cercana a sus ciudadanos

Georges Dassis, Presidente del Comité Económico y Social Europeo

Georges Dassis

Presidente del Consejo Económico y Social de la UE —

La Unión Europea se creó con la finalidad de “promover la paz, sus valores y el bienestar de sus pueblos”. La consecución de estos objetivos presupone la unión de los países de Europa. Por consiguiente, pese a los muchos éxitos importantes que ha cosechado la Unión, no puede considerarse que sean un 'derecho adquirido' sino que deben salvaguardarse y desarrollarse con coherencia y constancia.

Prueba de ello es la grave y profunda crisis que atraviesa Europa en la actualidad. Los problemas económicos y presupuestarios han puesto de manifiesto las deficiencias de gobernanza que padece la Unión, el insuficiente nivel de integración y el grave riesgo de fractura incluso en el seno de la sociedad civil.

El riesgo de que la UE se aleje de sus valores y objetivos es hoy en día mucho más patente que nunca. La ausencia de una política social eficaz en el marco de la crisis ha contribuido no solo al estallido del paro, que prácticamente ha echado a perder la próxima generación de jóvenes, sino también al rápido incremento de la pobreza, que afecta incluso a aquellos que tienen empleo. A esto se añade la falta de una estrategia para la acogida de refugiados, ante la cual algunos estados miembros muestran una lamentable falta de solidaridad, mientras al mismo tiempo se pretende poner en tela de juicio el derecho a la libre circulación de personas en el espacio Schengen.

Pese a todo, la Unión Europea no es el problema, sino la solución. ¿Pero cómo podemos proteger el proyecto europeo en esta coyuntura crítica?

Es preciso que fortalezcamos sus fundamentos sociales y acerquemos Europa a sus ciudadanos. El desempleo juvenil hoy en día es francamente alarmante. El empleo debe ser la máxima prioridad. Ante todo es preciso garantizar que los recursos financieros destinados a luchar contra este fenómeno se gestionen a través de normativas eficaces y sean utilizadas sobre el terreno de modo directo y adecuado. Sigue siendo necesario luchar contra el trabajo ilegal y no declarado.

También debemos hacer de la inversión en investigación e innovación nuestra prioridad si queremos que Europa se convierta en un lugar pionero donde el protagonismo recaiga en los jóvenes científicos; ahora bien, al mismo tiempo la Unión y los Estados miembros deben invertir más en educación y formación profesional. Se ha de fomentar la adopción de medidas que promuevan el desarrollo personal, la cultura, la inteligencia y la socialización. Asimismo, debe garantizarse la libre circulación de personas y bienes: hay que dejar claro que Europa está abierta a todo el mundo y que puede proteger sus intereses económicos y sus conquistas sociales.

Así pues, hay soluciones, y son soluciones que Europa puede aportar. El Comité Económico y Social Europeo (CESE) ya ha presentado a la Comisión Europea propuestas detalladas para hacer frente a la crisis económica. Los dictámenes sobre la renta mínima europea, el impuesto sobre las transacciones financieras y la emisión de obligaciones europeas son parte de este conjunto de propuestas.

No cabe ninguna duda de que la Unión Europea debe recabar, procesar e integrar los puntos de vista y las propuestas de la sociedad civil, exactamente tal como propone el CESE: absorbiendo el espíritu de iniciativa y de inversión empresarial, aprovechando la energía y la dedicación de los trabajadores y maximizando el espíritu de solidaridad que mueve a todos los componentes del Comité Económico y Social Europeo.

Por último, como ya puse de relieve en el programa que tuve el honor de presentar con ocasión de la toma de posesión de mi cargo, un proyecto humano no tiene razón de ser si su objetivo final no son las personas. Las heridas no van a cicatrizar con una recesión en lo social, sino con espíritu empresarial, trabajo y solidaridad. No podremos impedir que los nacionalistas extremistas engañen a los ciudadanos vulnerables con promesas de un futuro radiante y amaneceres dorados en días mejores, sino demostrando en la práctica, con determinación e inventiva, que la unión hace la fuerza. De este modo estaremos en condiciones de oponernos a todas las formas de oportunismo político y económico, mejorando las condiciones de vida para todos.

Es nuestro deber levantar, hacer prosperar y proteger Europa, pero no debemos hacerlo en honor de unos sistemas, estructuras o conceptos abstractos: hemos de hacerlo por y para los ciudadanos europeos.

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