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“¿Truco o trato, Pablo?”

Rajoy defiende sus medidas para castigar "con dureza" la corrupción

Isaac Rosa

Cuando este viernes Pablo Iglesias suba por primera vez las escaleras de Moncloa, igual se piensa que los inquilinos han adelantado un día la celebración de Halloween. Y no porque el palacio presidencial tenga algo de casa de fantasmas, y Rajoy parezca un muerto viviente. Sino porque el presidente del Gobierno, nada más abrirle la puerta, le soltará eso de “¿truco o trato?”

“¿Truco o trato, Pablo? ¿Susto o muerte? ¿Estás con España, ”la nación más antigua de Europa“, o contra España? ¿Te sumas a la ”unidad de los demócratas“ o estás con el ”desafío soberanista“? ¿Coincides conmigo en que ”lo que sea España lo deciden los 45 millones que nos sentimos españoles“, o vas a insistir en esa propuesta tuya del referéndum?”

Si Iglesias llega temprano, a lo mejor se cruza en la puerta con Albert Rivera, que luce naranja y ardiente cual calabaza de noche encantada. En tal caso, Rivera se aguantará la risa para soltarle la misma coña al líder de Podemos: “¿Truco o trato, Pablo? ¿Te sumas a mi ”Pacto por España“, o te quedas con los del Parlament y su documento ”anticonstitucional y antidemocrático? ¿Piensas como yo que “España no es negociable, no se toca ni se juega con ella”? ¿Qué me contestas, Pablo?“

Al salir de la reunión, cuando Iglesias crea que ya ha terminado la merienda de Halloween, todavía le quedará la rueda de prensa donde habrá periodistas con caretas de calavera preguntándole lo mismo: “¿Truco o trato, Pablo? ¿Defiende Podemos la Constitución y la unidad de España, o da por buena la ”insurrección independentista“, el ”golpe de Estado“?

Y no descarte Iglesias que antes de llegar a casa le telefonee también Pedro Sánchez para proponerle “truco o trato”. O en su lugar, Susana Díaz: “¿Truco o trato, Pablo? ¿Vas a ”arrimar el hombro para defender la Constitución“? ¿Piensas como yo que ”Rajoy no está solo sino que cuenta con todos los demócratas de España“?

Difícil lo tiene Iglesias para escapar de tanto abrazo de oso en los próximos días. Y es que Halloween este año se celebra en España con más entusiasmo que nunca. Solo hay que leer la prensa estos días, los terroríficos alaridos en portadas, editoriales y columnas, para estremecimiento de los votantes. En El Mundo, Victoria Prego escribía ayer que la propuesta presentada en el Parlament es “la mayor amenaza a la democracia española en toda su historia, mayor incluso que la que supuso el intento de golpe de Estado del 23-F”. A ver quién supera eso.

Sobreactuación, esa es la palabra. Sobreactuación política y periodística con la vista puesta en el 20-D. Porque lo único que tenemos sobre la mesa es una propuesta de declaración, cuya tramitación final ya veremos en qué queda y hasta dónde llega.

Que al final las elecciones se acaben jugando en clave “unidad de España” no solo es una mala noticia para Podemos, que tiene por ese lado una fuga de agua difícil de tapar. Es una mala noticia para toda la ciudadanía crítica: que después de años de recortes, contrarreformas y corrupción, con la desigualdad en niveles históricos y el sistema institucional amenazando ruina, al final aparezcan unos fantasmas de sábanas parcheadas para meternos el viejo miedo de que se rompe España, es como una broma macabra.

Porque lo peor es eso: que los sustos de Halloween son siempre de mentira, una broma pesada, pero consiguen sobresaltarte un rato y que te tiemble la mano al meter el voto en la urna, mientras el listo se parte de risa bajo el disfraz de fantasma.

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