Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.
La portada de mañana
Acceder
El ataque limitado de Israel a Irán rebaja el temor a una guerra total en Oriente Medio
El voto en Euskadi, municipio a municipio, desde 1980
Opinión - Vivir sobre un polvorín. Por Rosa María Artal

La izquierda se entiende en Cataluña

El presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, y el líder del PSC, Salvador Illa, conversan durante una sesión plenaria en el Parlament, a 26 de enero de 2023. Foto de archivo.

28

El silencio de los medios de derechas sobre el asunto es un buen indicador de que el acuerdo presupuestario entre el PSC y Esquerra Republicana está en línea con los intereses de Pedro Sánchez. De hecho, es un éxito político de primer orden para el líder del PSOE. No solo porque refuerza las perspectivas políticas de su partido en una comunidad que es clave en las elecciones generales. Sino también porque confirma que su política de diálogo con el independentismo y de superación de la crisis de 2017 avanza en un terreno firme.

Salvador Illa ha demostrado, y ya desde hace tiempo, que es un político eficaz y con las ideas claras. Lleva persiguiendo el pacto con ERC desde hace más de un año, desde las elecciones de 2021, en las que el PSC recuperó la mayor parte de los votos que habían ido a Ciudadanos en los anteriores comicios. No pocas veces le han llamado iluso por defender ese propósito. Porque en el interior de ERC había muchos, entre ellos alguien tan relevante como Oriol Junqueras, que rechazaban la idea de cualquier pacto. Porque el sector fundamentalista del independentismo, el que encabeza Carles Puigdemont, amenazaba con el infierno a Pere Aragonès si se atrevía a dar ese paso.

Illa ha tenido paciencia y perseverancia para hacer frente a esos obstáculos, algunos enormes, y a los muchos escollos que el contenido del pacto mismo presentaba, y poco a poco ha ido sumando partidarios a su idea. Entre ellos a muchos destacados exponentes del mundo empresarial que han ido viendo a los socialistas como un elemento de equilibrio y de cordura frente al incontrolado magma independentista con el que no pocos de ellos simpatizaron en los momentos más intensos del procés.

Además de un Pere Aragonès mucho más protagonista de lo que hasta ahora se suponía, el líder del PSC es, por tanto gran autor del pacto de este martes. Que rompe, por primera vez en 10 años la dinámica de bloques -el independentista y el de los demás- en la política catalana. Pero su tarea no habría tenido el fruto apetecido sin la decisiva contribución de Pedro Sánchez a modificar las relaciones entre el gobierno de Madrid y el de Barcelona en un proceso que ha durado casi cuatro años y en el que al líder socialista le han llamado de todo por intentarlo: desde la derecha, pero no solo.

Un pacto presupuestario -que ha de ratificarse cuando la oposición al mismo desde las filas de ERC no ha desaparecido- no cambia todo en el siempre tenso e inquietante panorama político catalán. Pero es un dato relevante. Para empezar, aleja la perspectiva de unas elecciones autonómicas anticipadas debido a la debilidad parlamentaria de Pere Aragonès. Y si eso es bueno para ERC, siempre asediada por la JxCAT de Puigdemont y sus socios, también lo es para la estabilidad política española, lo cual es un requisito necesario para que el PSOE aborde las generales con perspectivas de éxito.

El pacto también aumenta las posibilidades de que Pedro Sánchez consiga que se aprueben algunas leyes importantes en el parlamento español. En la hipótesis de que la tensión creciente entre el PSOE y Unidas Podemos no rompa el Gobierno de coalición, un supuesto que algunos días parece casi ilusorio, el presidente del Gobierno ha reforzado su solidez parlamentaria gracias al acuerdo catalán.

Y en el horizonte no se atisba ningún elemento que pueda romper drásticamente con esa dinámica. La eventual extradición de Puigdemont y de otros líderes independentistas expatriados podía ser uno de ellos, tal vez el más potente. Pero según todos los expertos, la reciente decisión del Tribunal de Justicia Europeo no garantiza esa posibilidad a corto y seguramente tampoco a medio plazo, por mucho que algunos, en el Gobierno y en la oposición, hayan lanzado las campanas al vuelo nada más conocerla.

La única prueba de fuego para el nuevo clima de entendimiento entre las dos principales fuerzas catalanas de izquierda serán las elecciones municipales del próximo mes de mayo. Y, concretamente, las que decidirán quién será el futuro alcalde de Barcelona. Un contencioso que, hoy por hoy, enfrenta a ERC con el PSC, con los comunes de Ada Colau como interlocutores decisivos y con el candidato de JxCat, Javier Trias, como favorito inicial.

Etiquetas
stats