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Ciudadanos busca distanciarse de Vox para abrir una nueva página con Arrimadas al frente

Ignacio Aguado, Rocío Monasterio e Isabel Díaz Ayuso tras su reunión a tres en Madrid.

Carmen Moraga

La nueva etapa que quiere encabezar Ciudadanos una vez que Inés Arrimadas sea elegida presidenta de Ciudadanos pasa por marcar distancias con el partido de Santiago Abascal y volver a la era anterior a la foto de Colón, la primera vez que Albert Rivera posó junto a la extrema derecha.

El debate sobre la relación con Vox ya abrió grietas en la formación que lideraba Albert Rivera mucho antes del 28A. Varios dirigentes de la formación alertaron al entonces líder de que con un partido euroescéptico, xenófobo, que rechazaba el aborto, la diversidad de género, demonizaba a las colectivos LGTBI y a las feministas, no creía en la igualdad y quería derogar la ley de violencia de género, no se podía ir a ninguna parte, y mucho menos pactar nada. Pero a Rivera le pudieron más sus deseos de tocar poder e hizo oídos sordos

El ejemplo más palpable fueron las elecciones en Andalucía de diciembre de 2018, cuyos resultados dieron por primera vez a Ciudadanos la oportunidad de formar gobierno. Y Rivera no lo desaprovechó. Pese a ser el partido que mayor crecimiento experimentó frente al PP, que obtuvo su peor marca electoral en esa autonomía, Ciudadanos aceptó formar un bipartito presidido por Moreno Bonilla, pero que necesariamente dependía de Vox. Durante las negociaciones, el equipo de Juan Marín intentó sortear la foto con los de Abascal, aunque al final no pudo evitar que los tres partidos escenificaran una alianza que, con el tiempo y como preveían, les iba a dar muchos dolores de cabeza. Aun hoy, siguen teniendo que ceder en muchas cosas.

El complicado pacto, con más concesiones a Vox de las que se reconocieron, se cerró al principios de enero de 2019. Y desde el minuto uno Francisco Serrano, líder allí de la formación de extrema derecha, declaró la guerra contra las organizaciones feministas y la “ideología de género”.

Un mes después, en febrero de 2019, Rivera, Pablo Casado y Santiago Abascal se manifestaban juntos en Madrid exigiendo “la convocatoria de elecciones inmediatas” y pidiendo a Pedro Sánchez que parara las negociaciones que, como ahora, había iniciado con “populistas e independentistas”. La marcha acabó con la famosa foto de Colón en la que los tres líderes compartieron escenario, dando origen a que los partido de izquierda les apodaran como el “trifachito”. Con el tiempo, los dirigentes de Ciudadanos reconocieron que esa foto fue “un error” porque movilizó al electorado de izquierdas.

Por entonces ya había varias voces dentro y fuera del partido que aconsejaban a Rivera que lo mejor era mantener un “cordón sanitario” contra la formación ultraderechista para no verse “contaminados” si realmente Ciudadanos aspiraba a ocupar el centro del tablero político y pretendía gobernar algún día España.

Así se lo advirtieron Manuel Valls, varios críticos del partido, como Toni Roldán, Luis Garicano o Javier Nart, y hasta uno de sus principales fundadores, Francesc de Carreras, 'padrino' político de Rivera. Todos están ahora fuera de Ciudadanos, aunque Roldán mantiene la militancia. El expresidente de Ciudadanos hizo caso omiso y, crecido por los resultados del 28A, pactó tras las autonómicas de mayo con el PP y Vox gobiernos en Madrid y Murcia, como había hecho ya en Andalucía, y un tercero en solitario con los conservadores gracias a que en esa comunidad ambos partidos habían alcanzado mayoría absoluta.

El varapalo electoral del 10N

El 10N Ciudadanos sufrió una dura sacudida pasando de golpe de 57 escaños a tan solo una decena. Aunque en el partido no acaban de explicarse qué es lo que les ha llevado a esa debacle, algunos dirigentes reconocen que uno de los factores ha sido su tolerancia y el acercamiento a Vox. El partido de Abascal, sin embargo, no llegó a robarles ni 400.000 votos. El mayor trasvase se fue a engordar al PP y un porcentaje mucho menor, al PSOE.

En Andalucía los resultados fueron muy dolorosos ya que pasaron de 11 escaños a tan solo tres. En Madrid perdieron seis, quedándose en dos, mientras en Murcia y Castilla y León no sacaron ninguno. La debacle de Ciudadanos contrasta con el crecimiento de Vox, que ha subido hasta los 52 diputados, y el del PP que se ha situado en 89.

Diezmados en el Congreso la cuerda se tensa ahora entre Ciudadanos y Vox. La formación que de forma extraoficial lidera ya Arrimadas, cree que ya tiene poco que perder y han decidido que ha llegado el momento de marcar distancias con la extrema derecha aún a riesgo de poner en peligro los acuerdos cerrados con el PP, cuyos dirigentes les recriminan su actitud.

La oportunidad para demostrar que ya no están a gusto al lado de Vox se la ha puesto en bandeja este miércoles el número dos de Abascal, Javier Ortega Smith, con su boicot al acto institucional contra la violencia de género en el Ayuntamiento de Madrid. El rechazo de Vox a condenar esta lacra provocó que Ciudadanos demostrara que hay líneas rojas que no están dispuestos a que se traspasen. Así, la vicealcaldesa de Madrid, Begoña Villacís, una de las mujeres de la máxima confianza de Arrimadas y ahora parte de la nueva gestora, se sumó en el Pleno del Ayuntamiento a la reprobación del dirigente de Vox, impulsada por el PSOE y Más Madrid. El PP se quedó solo votando en contra y luego no disimuló su malestar con sus socios de Gobierno, tanto en el Ayuntamiento como en la Comunidad.

Ortega Smith aseguró luego que le importaba “un bledo” la reprobación y dijo que para él era “un orgullo” que le señalen por ir “en contra del consenso socialdemócrata”. Por el contrario, la actitud de Ciudadanos fue alabada por los partidos de izquierda. “Es un gesto que les honra. Ojalá hubiese emprendido ese camino hace meses”, manifestó Rita Maestre, de Más Madrid. Y Pepu Hernández, del PSOE, sentenció: “Ciudadanos ha hecho muy bien”. Pese a ello, ninguno de los dos portavoces quiso especular con la idea de que ello pueda ser un primer paso para alumbrar un consenso entre los tres grupos (Más Madrid, PSOE y Ciudadanos) y revertir los acuerdos de los de Arrimadas con el PP en la capital.

Pasado el episodio, ni a Begoña Villacís ni a Lorena Roldán, respectivas líderes territoriales de Madrid y Catalunya, les tembló la mano en criticar a Vox a pesar de que la aprobación de los Presupuestos de la CAM están a la vuelta de la esquina.

También en Catalunya, donde Ciudadanos sigue siendo el principal partido de la oposición, han condenado a Vox. El objetivo de una moción presentada hace tiempo por ERC y a la que Ciudadanos terminó sumándose, era otro pero en el texto se coló denunciar y “aislar a la extrema derecha”, instando a los partidos a no llegar a acuerdos con estas formaciones.

La tensión con Vox se ha extendió en los últimos días a otros sitios. La semana pasada el portavoz de Ciudadanos en el Ayuntamiento de El Espinar (Segovia), Jesús Ángel Gascón, fue desautorizado por la dirección del partido por respaldar una moción conjunta del PP y Vox en la que se pedía derogar la ley de Violencia de Género. El gobierno municipal está allí en manos de los tres partidos, y la Concejalía de Igualdad pertenece a Vox. Aunque la iniciativa fue retirada antes de votarse, Ciudadanos abrió un expediente disciplinario a su concejal.

Por su parte, el exdirigente de Ciudadanos Toni Roldán, que de momento no desvela si volverá a la formación si la lidera Arrimadas, ha terciado también para advertir de que “un partido liberal como Ciudadanos tiene que ser antagónico a la extrema derecha y Vox es extrema derecha”, dijo en Onda Cero, reiterando los motivos de su marcha.

La otra batalla contra Vox se libra en el Congreso en donde el PSOE y Unidas Podemos ya han avisado de que no quiere que la formación ultra derechistas entre en la Mesa pese a que tras el 10N es la tercera fuerza política. Los socialistas van a ofrecer a Ciudadanos su apoyo para entrar y evitar así que esté Vox. El PP ha asegurado que no pueden vetar a la formación de Abascal, que reclama como mínimo una vicepresidencia, pero tampoco han aclarado si ellos cederán a Ciudadanos algún puesto. Todo ello se verá en la sesión constitutiva del próximo martes.

Para estar en ese órgano Vox necesita alcanzar los 71 votos y tiene solo 52 escaños. El PP no especifica si se abre a negociar con Vox para prestarle los 19 escaños que le faltan para pugnar por uno de esos puestos o se limitarían a votar a sus candidatos.

Ciudadanos, por su parte, ha advertido que luchará por estar en el órgano de gobierno de la Cámara pese a tener únicamente 10 escaños y ser la sexta fuerza política, por detrás incluso de ERC. La portavoz nacional, Lorena Roldán, anunció el lunes pasado que su candidato será José María Espejo-Saavedra, que fue vicepresidente segundo del Parlament de Catalunya y que ha sido designado nuevo secretario general del grupo parlamentario de Ciudadanos.

La propia Arrimadas no quiso mojarse en defensa de Vox cuando fue a recoger su acta de diputada y se limitó a afirmar que su grupo “defenderá” su presencia en la Mesa porque creen que es necesario que haya “una fuerza nacional, de centro y constitucionalista”, zanjó este viernes al ser preguntada en el Congreso.

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