Del drama madrileño a la comedia catalana
No creo que lo que vive Catalunya, y España, sea algo trivial, por el contrario creo que es algo tremendamente serio. Y sin embargo pocas cosas menos solemnes, pocas campañas más democráticas. Lo que sí, trataron de contárnoslo como si fuese una tragedia, cuando menos un drama y sin embargo acabó siendo un relato con bastante humor.
Lo que se discute es algo muy serio, crear un nuevo estado desde dentro de otro, un parto nacional y sin embargo las campañas de las legislativas españolas, aunque realmente no debatan un dilema como éste, suelen ser mucho más agrias y violentas. Por parte del Gobierno se dijeron cosas terribles y amenazas y la prensa cortesana siguió la consigna de “¡más madera!”, pero lo que se vivió allí no fue tan sombrío y, de hecho, en ninguna campaña antes los candidatos cantaron, bailaron e hicieron el indio como en ésta.
Mientras los partidarios de mantener la situación actual apelaron al miedo, los partidarios de la independencia apelaron a las emociones y a la épica cívica, hace dos días difundieron un vídeo evocando “El Club de los poetas muertos”. Pero, afortunadamente, hemos ido viendo como las amenazas de catástrofes, expulsiones del paraíso y ruinas han ido quedando en ridículo: el propio Rajoy se encargó de que las mentiras apareciesen como tales, el gobernador de España dijo pero desdijo y resulta que la Comisión Europea no dijo lo que nos dijeron que había dicho…
Y, por otro lado, al mismo estado catalán le ocurre lo que a la OTAN de Felipe González, que, aunque ganen los votos del “sí”, de entrada, no. Caso de ganar los partidarios de tener estado propio nada será de la noche a la mañana, habrá que ir haciendo, negociando, tratando con el Gobierno que escojan los españoles en Diciembre. Por otro lado, en caso de ganar esa opción, ¿cuánto estado propio tendrán los catalanes? Ni mucho ni poco, lo normal.
Tendrán la cantidad normal de estado en una Europa en la que es la Comisión Europea, o sea Alemania, quien decide todo o casi todo. Hace mucho tiempo que el Reino de España ha cedido la soberanía de su economía, buena parte de su capacidad legislativa y sus decisiones estratégicas a la Unión Europea. La soberanía en la que se recrea España es sobre su territorio, ahí sí que disfruta la Corte, con su Tribunal Constitucional, chinchando a los catalanes o a quien se le ponga por delante y diciéndole que la soberanía es “del pueblo español” y de nadie más.
Lo macanudo del asunto es que cuando el estado español cedió toda esa soberanía a la Unión Europea nadie mentó la sagrada Constitución, nadie denunció los tratados firmados ante el Tribunal Constitucional, no hizo falta retocarle una coma. Ni siquiera hizo falta quitarle una coma a otros estatutos reformados cuando se le troceó en ceremonia pública, cual “auto de fe”, al “Estatut” hace cinco años. Por no hablar de la suspensión cautelar de leyes del parlamento autonómico estos años, los recursos sistemáticos a un Constitucional que controla su partido…¿Qué tienen los catalanes que no tenían los otros? ¿Por qué les quereís así de mal? Pues así, a pulso, ofensa a ofensa hemos llegado aquí.
Porque, efectivamente, en el fondo lo que hay es una población que se siente ofendida y a la que se le trata con displicencia como si realmente fuesen unas colonias sometidas que no tienen más opción que aguantarse, a la que se amenaza y ofende día tras día desde la Corte. La Razón, hace unos días anunciaba una próxima redada de empresarios catalanes y tal día como hoy: “Más será imputado tras el 27-F”. Yo no digo nada pero gente tan llena de odio al final probablemente tendrá lo que se merece.
Y lo que se merece es una república catalana. No sé si será una república como una casa, o únicamente del tamaño de la caseta del perro, pero será catalana. Y lo que más rabia les dará a los odiadores es que lo celebrarán cantando y bailando.