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Un informe de la fundación Rosa Luxemburgo detecta en Catalunya una treintena de partidos y grupos de ultraderecha durante el procés

Grupos de extrema derecha queman fotos de Carles Puigdemont en una concentración del Día de la Hispanidad de 2020.

Aitor Riveiro

11 de febrero de 2021 21:33 h

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Una treintena de partidos ultraderechistas, la inmensa mayoría de tendencia españolista, han cohabitado en Catalunya en la década pasada, con el procés independentista como marco político en el que se ha producido el auge. Una circunstancia que se viene produciendo desde hace 100 años. Catalunya ya fue el lugar donde primero aparecieron estas organizaciones, en los albores del siglo XX. Y siempre como reacción al catalanismo. Esta es la principal conclusión de una investigación recogida en un extenso informe sobre la presencia de la extrema derecha en España que ultima la Fundación Rosa Luxemburgo y al que ha tenido acceso elDiario.es.

“Difícilmente se puede abordar la cuestión de la extrema derecha en el Estado español sin tener en cuenta el papel que ha jugado Cataluña en este terreno”, arranca el documento, resultado de una larga investigación desarrollada por el fotoperiodista Jordi Borràs. El autor sostiene que Catalunya ha sido “centro importador y fábrica de ideas de extrema derecha” asociadas de forma mayoritaria “al españolismo radical”. Especialmente por “el rol que le ha tocado vivir, como un campo de batalla convertido en la amenaza latente del desmembramiento del Estado”.

La frontera compartida con Francia y el auge del catalanismo en los primeros años del siglo XX provocaron como reacción que “los primeros grupúsculos del Estado español que podemos clasificar como ultraderechistas” surgieran en Catalunya, “ligados precisamente al combate contra las reivindicaciones catalanistas desde un españolismo militante”, defiende el informe, que sitúa a la Liga Patriótica Española (LPE) como la primer organización de estas características, “de corta trayectoria, nacida en 1918 en Barcelona y formada por nacionalistas intransigentes donde confluían carlistas urbanos, republicanos lerrouxistas, policías, militares y funcionarios del Estado”.

El documento forma parte del extenso informe De los neocon a los neonazis. La derecha radical en el estado español, que se publicará en las próximas semanas y ha sido coordinado por el periodista Miquel Ramos y editado por la oficina madrileña de la Rosa Luxemburgo. con el objetivo de descubrir “dónde están, quiénes son, cómo se mueven, quién los financia y quién los blanquea”.

El riesgo de Vox: fijar militancia

“El peso de Catalunya como motor ideológico de la extrema derecha es histórico”, afirma el documento. El ejemplo más reciente es Vox. Fue un exdirigente catalán del PP, Alejo Vidal-Quadras, quien lo fundó; y su portavoz también es catalán, el “exfalangista Jorge Buxadé”. El informe cita otros ejemplos anteriores: “Organizaciones referentes como la neonazi CEDADE, los nacional-revolucionarios del MSR o la implosión municipalista de la xenófoba PxC”.

Vox es, precisamente, la última de las 22 organizaciones de extrema derecha españolistas que ha rastreado Borràs y que han tenido una presencia relevante por algún motivo en la década pasada. Al igual que las otras, surge como reacción al auge del independentismo catalán. Pero no encontró el éxito político en el momento de su nacimiento sino tras erigirse en “máximo opositor al proceso independentista catalán”.

Fue, señala el documento, el juicio del procès, en el que Vox participó como acusación popular, lo que le permitió ganar una enorme relevancia “sin tener ni un solo diputado en el Congreso español”. Eso favoreció “amplificar rápidamente su discurso anticatalanista y autoritario a través de los medios de comunicación, que lo avalaron con normalidad como una oferta más del panorama político, a pesar de ser un partido de extrema derecha extraparlamentario”.

Con el partido que lidera Santiago Abascal se ha producido también un salto cualitativo, en opinión del autor de la investigación, quien asegura en conversación con elDiario.es que una de las características de la ultraderecha catalana ha sido la volatilidad, con una “militancia bastante inestable”. Hasta ahora. Vox ha logrado, dice Borràs, “establecer una militancia activa territorialmente” con gente llegada de PP, Ciudadanos y la ultraderecha “de todos los colores, desde neonazis a falangistas”.

El “anticatalanismo” como “catalizador”

El listado de organizaciones supera la veintena: Casal Tramuntana, Club Empel, Democracia Nacional, Plataforma x Catalunya, Soberanía y Libertad, … Otras son más conocidas. En el ámbito de las organizaciones no partidistas, el informe de la fundación Rosa Luxemburgo destaca a Sociedad Civil Catalana. Aunque asume que no se le puede catalogar “como una entidad de extrema derecha”, Borràs sostiene que sí ha servido para naturalizar a la ultraderecha “bajo el paraguas del frente antiindependentista”. 

De hecho, el informe cita una investigación del medio catalán Crític que desveló que su “germen ideológico y asociativo” fue “otra organización llamada Somatemps, nítidamente ultraderechista, de un españolismo exacerbado”. De hecho, comparten a su primer presidente: Josep Ramon Bosch.

Somatemps es una de las asociaciones desgranadas por Borràs en el informe. “Detrás de este juego de palabras en catalán entre 'estamos a tiempo'—de frenar el independentismo— y el somatén —organización paramilitar catalana de autodefensa civil”, apunta el informe, que detalla el árbol genealógico de su fundación y que la define como “una entidad historicista que se basa en las tesis del catalanismo hispánico”, que defiende un “regionalismo folclórico que nunca discutirá la unidad incuestionable de España, aunque reivindica la cultura y la lengua catalanas como propias”.

Otras de las organizaciones citadas por Borràs han tenido una corta, pero intensa actividad. Es el caso de La España en Marcha (LEM), cuyos miembros protagonizaron el ataque a la librería Blanquerna en Madrid, que hacía las veces de delegación de la Generalitat de Catalunya en la capital. El acto de presentación de LEM acabó con dos líderes neofascistas asistentes “en el banquillo de los acusados por un delito de incitación al odio y un otro de injurias graves” tras una denuncia de la Fiscalía. En su origen estaba formada por Democracia Nacional, Alianza Nacional, Nudo Patriota Español (NPE), La Falange (FE) y el Movimiento Católico Español (MCE).

Tuvieron diferentes desavenencias y algunos abandonaron el barco antes de las elecciones europeas de 2014, a las que se presentó LEM y en las que obtuvieron 17.000 votos en todo el Estado.

La ultraderecha independentista

Jordi Borràs sostiene que el auge de la ultraderecha en Catalunya va ligado normalmente a momentos álgidos de la tensión independentista, lo que no quiere decir que achaque al independentismo el crecimiento de estos movimientos reaccionarios. “Como ideología reaccionaria, la extrema derecha sale a combatir a sus enemigos. Puede ser el separatismo, la ideología de género, o las personas migrantes”, explica. “No se les puede responsabilizar, son las víctimas”, añade.

El informe también recoge cuatro ejemplos de lo que Borràs considera “una minoría independentista que ha probado articularse de manera infructuosa desde hace décadas”. En su opinión, “tanto las redes sociales como un sentimiento de frustración en el seno del independentismo tras el referéndum de independencia de 2017 han ayudado a sobreexponer algunos de los grupúsculos que conforman este espacio y a dotarlos de un discurso antipolítico que también es compartido por otras organizaciones diametralmente opuestas desde el punto de vista del eje derecha-izquierda”.

El Front Nacional de Catalunya (FNC), por ejemplo, “es un partido ultranacionalista con un ideario que mezcla el independentismo catalán con los postulados habituales de derecha populista emergente en buena parte de Europa”, según el informe. Su fundador, que “usurpó” las siglas de un movimiento antifranquista de la posguerra civil, fue Jordi Casacuberta, exmilitante de ERC, Estat Català y Reagrupament. 

FNC se presentó a las municipales de 2019 y solo consiguió representación en Ripoll, donde se ubicó el centro de mandos de la célula terrorista que cometió el atentado de las Ramblas de Barcelona. Logró una concejala, Silvia Orriols, que fue imputada por discurso de odio y que rompió con el partido poco después. 

“El activismo desplegado en las redes sociales por los activistas y simpatizantes del FNC ha contribuido a sobredimensionar un espacio político en proceso de vertebración y con una militancia escasa”, sostiene el informe. 

Otro ejemplo es el Moviment Identitari Català, que comienza su actividad en 2015 y se constituye como asociación sin ánimo de lucro en noviembre de 2017. Entre sus miembros destacan algunos provenientes de “entornos ultras del FC Barcelona”. Su ideario: “Luchamos por una Cataluña catalana, para que las ayudas sociales sean para los catalanes, por una regularización de la inmigración”. Su consigna: “Catalunya, ni española ni musulmana”.

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