Podemos eleva el listón hasta el punto más alto
“Podemos no nació para ser testimonial. Vamos a por todas. No nos conformamos”. Pablo Iglesias dijo esas palabras en la noche de las elecciones europeas de mayo de 2014 después de saberse que Podemos había obtenido 1,2 millones de votos. Un año después, y aunque el partido parecía haber sufrido los efectos de competir en primera línea de fuego, Iglesias y el resto de dirigentes que intervinieron en el mitin fin de campaña en Madrid dejaron claro que esta vez compiten para ganar. Y por tanto se puede dar la vuelta al argumento: todo lo que no sea una victoria parecerá una derrota.
Iglesias anunció que Manuela Carmena será la próxima alcaldesa de Madrid y que José Manuel López presidirá la Comunidad. López le presentó como el “próximo presidente de España”. “Lo estamos rozando con los dedos”, dijo Íñigo Errejón. “Un esfuerzo más”, pidió Iglesias a los asistentes. “Nosotros nacimos para ganar elecciones”, afirmó Carolina Bescansa.
Errejón recordó la manifestación en la Puerta del Sol hace cinco meses (una manifestación convocada por Podemos para que los partidarios de Podemos apoyaran a Podemos) como un momento en que el partido demostró su fuerza en un momento de cierta incertidumbre. Esos cinco meses se han hecho largos para ellos, y se diría que los dirigentes estaban deseando que llegara este momento. La campaña, la agitación, la movilización les han dado fuerzas. Podemos vive mejor en el drama que en la rutina de la construcción de un partido mientras muchos medios de comunicación te sacuden con las portadas. “Hemos sufrido mucho”, comentó Bescansa.
“Parece que la campaña nos ha sentado muy bien”, dijo Iglesias. Y eso que hace un tiempo se pensaba que las autonómicas y municipales sólo iban a ser una estación intermedia hasta llegar a su auténtico destino, las generales. El camino no ha sido nada fácil y ha tenido un alto precio en términos de apoyo popular, al menos según el último sondeo del CIS.
Pactar, esa palabra sucia
En un escenario en el que ningún partido puede aspirar a la mayoría absoluta sin ayuda del consumo de sustancias psicotrópicas, no se puede negar que en Podemos le echan valor con estas declaraciones. Siempre vienen luego las rebajas de los resultados electorales que obligan a llegar a acuerdos con partidos a los que en campaña se miraba por encima del hombro. A veces no resulta sencillo restañar estas heridas.
“El único voto útil para parar al PP es el voto morado [a Podemos]. Nosotros traemos el cambio, no el pacto”, dijo Iglesias y pasó a dar un ejemplo de pacto horrendo, a ojos de sus votantes, el del PSOE y el PP para la reforma del artículo 135 de la Constitución. ¿Cómo se venderá entonces la firma de acuerdos en aquellos sitios donde sea viable para gobernar o simplemente para echar del poder al PP?
No tuvo palabras amables para el candidato socialista en la Comunidad de Madrid: “No sirve Gabilondo”. Recordó que era ministro del Gobierno de Zapatero que indultó al banquero Alfredo Sáenz. Y que “cuando era ministro de Educación abrió la puerta a la mercantilización de la universidad”. Responsabilidad colectiva e individual.
El otro partido que puede ser necesario para impedir que el PP siga gobernando en Madrid es Ciudadanos. Ni una pizca de compasión para ellos tampoco: “El hombre del recambio (por Albert Rivera), la segunda equipación naranja del PP”. Iglesias se burló del líder de Ciudadanos por decir en una entrevista en eldiario.es que “no soy de derechas”. “El problema, Albert, es que vuestro programa beneficia a los ricos, es el que les gusta a las empresas del Ibex, como dijo el presidente del Banco Sabadell, que dijo que necesitábamos un Podemos de derechas”. En la dialéctica arriba-abajo que ha popularizado Podemos, eso es el equivalente al pecado mortal. Aun más si en el mitin hay pocos rastros de centralidad del tablero, y sí un mensaje nítido de izquierdas.
De un plumazo, tachaba a dos socios potenciales. Pero las expectativas han mejorado desde el inicio de la campaña, en especial con la candidatura de Manuela Carmena en la capital, apoyada por Podemos, constantemente jaleada por los asistentes. Ocurre que en el bestiario de los enemigos hay clases y algunos de ellos ocupan un lugar destacado.
Las menciones a Rajoy suscitaron burlas entre los oradores y el público. Ese fue el momento en que Iglesias aligeró el ceño del que habla tanto y optó al principio por la ironía y el sarcasmo, sobre todo a cuenta del paseo en bicicleta de Rajoy, Aguirre y Cifuentes unos días antes en esa misma zona.
Luego venía Aznar y ahí endureció el gesto y los abucheos se hicieron más intensos. Recordó lo que hizo Aznar tras el atentado del 11M (“un país no se merece dirigentes cobardes, miserables y mentirosos”), y también la boda de su hija en El Escorial (eso siempre funciona ante votantes de izquierdas; la gente se pone a mil).
Pero también salió Esperanza Aguirre, y ahí fue cuando los abucheos seguían y seguían aunque Iglesias no había dejado de hablar. Aguirre puede ser una garantía para atraer el voto más conservador del PP en la capital, pero también asegura una gran movilización de la izquierda. Acabar con su carrera política es el sueño húmedo de muchos en Madrid. Si Podemos lo consigue, para muchos de sus votantes será el equivalente de ganar unas elecciones nacionales.
Iglesias remachó ese clavo recordando dos informaciones dadas por este medio en la tarde del viernes: el alquiler de un jet privado por Rajoy para ir a un mitin “a un coste de 10.000 euros por hora”, y el ingreso de cinco millones de euros en la cuenta bancaria de Aguirre y su marido cuando ella era aún presidenta de Madrid. “No nos merecemos condesas de sangre azul”.
Los de arriba y los de abajo. Por eso, Iglesias necesita que todos los de abajo voten y que lo hagan por Podemos. Es una apuesta tan difícil como otras que el partido ha superado frente a muchos pronósticos adversos.