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Opinión - El presidente Sánchez no puede ceder

Sánchez, a la espera de Casado

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante la intervención de Pablo Casado en la moción de censura.

Irene Castro

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Pedro Sánchez sigue esperando a Pablo Casado. El presidente del Gobierno aprovechó la ruptura que escenificó el líder del PP con la extrema derecha durante la moción de censura que se debatió la semana pasada para tenderle la mano y llegar a acuerdos en materias que históricamente habían unido a sus dos formaciones políticas. Sánchez se mostró dispuesto a paralizar la polémica reforma legal con la que PSOE y Unidas Podemos pretendían sortear el veto del PP a la renovación del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), que lleva dos años en funciones. En la parte socialista del Gobierno consideraron que, pasada la moción de censura que veían más dirigida al principal partido de la oposición que al presidente, Casado tendría más fácil llegar a entendimientos con La Moncloa. Y se sentaron a esperar.

Ha pasado una semana larga y ni en Ferraz ni en La Moncloa aprecian ningún cambio en la actitud del líder de la oposición. “Le escuché atentamente en la moción de censura. Entendió que tenía que hacer un discurso más moderado, pero los hechos no acompañan a esas palabras. Hay que restarle importancia a esa voluntad de moderación que no se concreta en los hechos, en los acuerdos”, expresó este jueves en una entrevista en la Cadena SER la portavoz, María Jesús Montero, que acusó a Casado de dedicarse a poner “chinas en el camino”. Fuentes del Gobierno consultadas por elDiario.es ya reconocían tras la moción de censura que el posible acercamiento de Casado para culminar la negociación del órgano de gobierno de los jueces no sería inmediata y que tendría que separarse mínimamente en el tiempo del portazo que le había dado a Santiago Abascal.

Tampoco el Gobierno le ha allanado el camino esta semana. El líder del PP condicionó su apoyo al estado de alarma a que su duración fuese de ocho semanas, con el objetivo de “salvar la campaña navideña”. Moncloa ni se pensó esa oferta y mantuvo la intención de prolongarlo durante seis meses al entender que se trata de dar un marco jurídico estable a las comunidades autónomas. De hecho, el Gobierno dio por hechos los apoyos el martes y la concesión que hizo Sánchez en la sesión de control al Gobierno fue revisar el levantamiento de esa medida excepcional en marzo. El PP tampoco lo valoró y lo rechazó de inmediato.

En este contexto de tensa espera, el ministro de Sanidad, Salvador Illa, interpeló directamente a Casado durante el debate de la prórroga del estado de alarma. “Falta que el PP decida si está en la oposición constructiva o no; si es partido de Estado o está con la ultraderecha –expresó–. Tienen que decidir si quieren consolidar la nueva posición política que estrenaron el jueves en esta Cámara”. “Espero que apoyen el estado de alarma, que unan sus fuerzas al Gobierno –prosiguió en su discurso–. Como dijeron la semana pasada, es el momento de la política adulta, real, de los consensos”.

Casado cargó con dureza contra el Gobierno y el “presidente ausente” en ese debate. “Quizá lo que les gusta es gobernar a golpe de decreto, sin control judicial, porque gobiernan muy mal”, expresó el líder del PP, que amenazó con llevar a la Comisión de Venencia del Consejo de Europa lo que considera un “atropello legal”.

En su réplica, Illa subió el tono. Para empezar le pidió “humildad” y que reconociera, como él, el error de haber asistido a la entrega de premios organizada por El Español el lunes. “Sigue ausente de argumentos sanitarios. Mi único adversario es el virus, el suyo parece que siga siendo exclusivamente el Gobierno”, continuó el ministro, que acusó a Casado de seguir en las “primarias de la derecha” compitiendo con Abascal: “Parecen Pili y Mili”. “Llevan tiempo sin pisar la tierra”, le espetó Illa, que acabó refiriéndose de nuevo al supuesto giro al centro de Casado: “Todo lo que había ganado en una semana lo pierde en la otra. Casado censura a Casado”.

No fue el único que aludió al giro que esperaba el Gobierno. “Me sorprendió el pasado jueves su intervención de la moción de censura porque se comprometió a llevar a su partido a esa vía de la moderación, pero yo también le pedí que convirtiera sus palabras en hechos –le dijo la portavoz socialista, Adriana Lastra, en ese mismo debate–. Después de escucharlo a usted hoy, vemos que el PP ha vuelto a las andadas”. “Lo que hemos visto estos días viene a demostrar que cuando el PP y Casado quieren pacto, hay pacto; cuando no lo quieren, no hay pacto; cuando quieren crispación, hay crispación; cuando no quieren crispación, no la hay”, dijo la dirigente del PSOE sobre la bajada del tono que hubo en el hemiciclo durante la moción de censura de Vox.

“Al menos se han abstenido en esta votación, ya es un paso, un cambio respecto al estado de alarma de hace unos meses, al menos no han votado en contra y eso es importante. Por lo tanto, quédese con esto, vuelvo a tenderle la mano, le esperamos en la responsabilidad, en la moderación y en los hechos”, zanjó la número dos de Sánchez.

Sin embargo, en el Ejecutivo no ven un cambio en la actitud de Casado y le apremian a demostrar por la vía de los hechos su distancia de la extrema derecha. La presión se redobla para que el PP se avenga a llegar a un acuerdo para reformar el Poder Judicial y otras instituciones como el Tribunal Constitucional o el Defensor del Pueblo, que llevan meses e incluso años funcionando con mandatos caducados, dado que para los Presupuestos ya han desistido de su apoyo. “Hemos llamado al PP desde el minuto siguiente y no hay forma. No hay mucho tiempo porque esto ya no hay quien lo entienda”, señalaban fuentes gubernamentales el miércoles tras la sesión de control al Gobierno. “Vamos a esperar, pero poco”, advertían sobre la paralización de la reforma legal impulsada por PSOE y Unidas Podemos para sortear el veto del PP a la renovación del órgano de gobierno de los jueces.

La advertencia es clara –el tiempo no va a ser infinito– mientras en Génova sostienen que están donde siempre han estado: exigen a Sánchez que retire directamente la reforma, que garantice que Pablo Iglesias no tiene nada que ver en la negociación y que acepte su propuesta de despolitización de la justicia. Por ahora el ministro de Justicia, Juan Carlos Campo, sigue en contacto con el responsable del área del PP, Enrique López, con la determinación de llegar a un acuerdo para evitar esa reforma legal que genera reticencias en las propias filas socialistas. En Moncloa sostienen que el pacto estaba al 99% y que solo quedaba el visto bueno definitivo. Por ahora Sánchez mantiene el reloj parado y será él quien decida si lo pone de nuevo en marcha. De momento sigue esperando a Casado.

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