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Vox inicia una campaña para recomponer el partido en Catalunya tras la avalancha de ceses y deserciones

El presidente de Vox, Santiago Abascal, junto al diputado de Vox en el Congresos Ignacio Garriga.

Carmen Moraga

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Vox sufre en Catalunya una imparable sangría de bajas de afiliados y cargos orgánicos de tal dimensión que le ha obligado a poner en marcha una campaña interna con el objetivo de captar nuevos militantes y convencer a aquellos que han anunciado que se van para que no lo hagan. La iniciativa, que busca recomponer la formación de cara a las municipales y autonómicas de la primavera de 2023, ha sido bautizada con el nombre de “Reconecta con Vox” y se dirige fundamentalmente a los afiliados y simpatizantes de Barcelona, donde se ha producido el mayor número de abandonos.

Algunos de estos afiliados que anunciaron al partido su decisión de marcharse y, por lo tanto, dejaron de pagar sus cuotas mensuales denuncian que la dirección no se da por aludida y está vulnerando la ley de protección de datos al enviarles mensajes en los que les informan de que se les cargarán las próximas cuotas. “Tras la conversación mantenida con usted se acuerda que en el próximo recibo se le pasarán las cuotas atrasadas de los cuatro meses pendientes de pago junto a la cuota de agosto. Le agradeceríamos considerase la posibilidad del pago anual, dado que sería más cómodo para usted”, dicen esos mensajes, a los que ha tenido acceso elDiario.es. “Si te das de baja deben borrar del censo todos los datos del exafiliado”, explica a elDiario.es uno de estos exmilitantes de Vox.

Uno de los afectados advirtió al partido en otro mensaje –al que ha tenido acceso este periódico– de que iba a seguir devolviendo “cualquier recibo” que le llegara de Vox y se sorprendía de que el partido asegurara que se había puesto en contacto con él por teléfono. “No sé de dónde sacan que han hablado conmigo y que he dado permiso para que carguen en mi cuenta ninguna cuota más de Vox. Dejé de pagar porque han hecho las cosas mal”, explica este exmilitante en ese mensaje, donde también lamenta la destitución del excoordinador de Terrassa, Jesús Rodríguez-Pachón, uno de los motivos que le impulsaron a marcharse.

“Por favor, déjenme en paz y como mínimo no mientan, que dan vergüenza ajena”, les afea en su respuesta este exafiliado.

Las cuotas en Vox

Las cuotas en Vox pueden oscilar entre un euro al mes “para situaciones económicas realmente especiales y para discapacitados” –“adjuntando la documentación acreditativa”, aclaran en la hoja de afiliación– a la llamada “cuota de generosidad”, que es de 30 euros mensuales. Además, hay una cuota “contributiva”, de 25 euros; otra “ordinaria plus”, de 15 euros; y una simplemente “ordinaria”, de 5 euros. Todas se cobran cada mes. Entre las “especiales”, además de la de un euro ya citada, hay otra “reducida” de 5 euros “para estudiantes, desempleados y jubilados” y otra “cuota joven” para menores de 23 años.

En el último balance de cuentas auditadas por la empresa “independiente” Abaco, Vox asegura haber ingresado ese año en concepto de cuotas de afiliados más de cuatro millones y medio de euros (4.652.521 euros) mientras que el año anterior, 2019, fue una cantidad menor (3.889.589 euros). La afiliación, según reconocen los críticos, tuvo su mayor auge en víspera de las elecciones municipales y autonómicas de hace dos años y también en las recientes autonómicas catalanas porque para ser candidato o votar en primarias —unos procesos que prácticamente han desaparecido— hay que estar al corriente de pago.

El pasado enero, la dirección nacional impulsó el nuevo carnet del partido con el fin de modernizar el antiguo. “Nuevo carnet, mismas convicciones”, prometían los dirigentes de Vox. Fue el momento en el que el partido aprovechó para lanzar una campaña a nivel nacional con el objetivo de incrementar su número de adeptos.

Aunque la formación de Santiago Abascal aterrizó con fuerza en Catalunya, donde logró entrar en el Parlament con once diputados, los críticos afirman que las deserciones y bajas de militantes no han parado desde las autonómicas de febrero y continúan “a un ritmo alarmante” debido a los constantes choques que algunos cargos del partido mantienen con la dirección actual que preside Joan Garriga, primo del líder en el Parlament, Ignacio Garriga.

La crisis se acentuó a finales del pasado abril, cuando fue destituido el coordinador de Terrassa, Jesús Rodríguez-Pachón, por “pérdida de confianza”. La decisión desencadenó una rebelión interna que se saldó con una sucesiva cadena de renuncias de otros cargos y numerosas bajas de militantes, que acusaron a la cúpula autonómica –y a la nacional– de “despotismo”, de actuar con el “ordeno y mando” y de haberse convertido en “otro partido parásito”.

En solidaridad con Rodríguez-Pachón dieron un portazo Juan José de la Rosa, coordinador del Vallès oriental; Alfonso J. Paniagua, coordinador en Barberá del Vallés; y Rafael Gómez, coordinador de Badia del Vallès; aunque este último posteriormente dio marcha atrás. Y de los 170 afiliados que había en Terrassa se marcharon casi la mitad, según los críticos. También se fue el coordinador de Rubí, otro municipio de Barcelona, José María Torrente, que hizo público un duro comunicado en el que acusaba a miembros de la dirección en Catalunya de “despotismo”.

“Aquí nuestra opinión ni se tiene en cuenta ni vale para nada, aquí solo vale la opinión del Sr. que todos sabemos y si discrepas vas al paredón (...). Somos carne de cañón, muñecos de trapo de usar y tirar, solo nos quieren para hacer el trabajo sucio y luego, a la papelera. Abrid los ojos, no os dejéis engañar. Vox Barcelona se está desangrando por estos sujetos”, añadía, en alusión velada a Jordi de la Fuente, secretario de Organización de la formación de extrema derecha, al que los críticos acusan de estar “invadiendo” la formación de plataformos –que es como llaman a los exdirigentes de la antigua formación xenófoba Plataforma per Catalunya (PxC)–. Dicen que los miembros de ese partido que en su día dirigió Josep Anglada “controlan realmente el partido” junto al portavoz nacional y jefe de la delegación europea de Vox, Jorge Buxadé, al que los críticos apodan 'Rasputín'.

Presiones desde Madrid

A partir de ese momento, fuentes de este sector aseguran que las llamadas “desde Madrid” intentando recuperar a alguno de los que se marcharon no cesaron, “pero se dieron de bruces contra la contundencia de los argumentos respecto a los paracaidistas plataformos”. Ese primer grupo de disidentes de Catalunya capitaneados por Rodríguez-Pachón decidió integrarse en España Suma, la nueva marca que otro exdirigente de Vox de Andalucía, el concejal de Sanlúcar de Barrameda José Manuel Martínez Ayala, 'arrebató' al PP de Pablo Casado y con la que el líder conservador soñaba absorber a Ciudadanos. La lentitud de Génova en registrarla en el Ministerio del Interior propició que los ex de Vox se la apropiaran.

Este nuevo proyecto se está nutriendo principalmente de desencantados del partido de extrema derecha de Santiago Abascal. No obstante, sus nuevos dirigentes quieren diferenciarse de Vox pese a compartir muchos de sus principios, sobre todo en lo que respecta a “la unidad de España” y el rechazo a los nacionalistas e independentistas. “Los que venimos de Vox lo hacemos porque formábamos parte del Vox original y no del de ahora, que ha cambiado totalmente en cuanto ha tocado poder”, declaró a elDiario.es Martínez Ayala tras su lanzamiento. “Nos da igual que nos cueste quitarnos la etiqueta de extrema derecha, porque no lo somos y en los próximos meses se irá viendo”. “No somos iguales que Vox porque nosotros tenemos ideas que comparten muchas ideologías. Nosotros defendemos la libertad sexual y no estamos en contra de los homosexuales, por ejemplo”, aclaró.

Algunos de los disidentes se quejan de las presiones que han sufrido. No solo en Catalunya. En la localidad madrileña de Valdemoro, el concejal Fernando José Martínez Albor asegura que desde que dejó la formación de Abascal y decidió recalar en TúPatria –otro partido nutrido de disidentes de Vox que acaba de cumplir un año desde su creación– está siendo sometido a una campaña de “mentiras y falsedades”. Martínez Albor recogió el acta de concejal a finales del año pasado tras la destitución como portavoz del cabeza de lista de Vox, Antonio Corrales, dado que era el siguiente de la lista electoral. Según él, la formación de Santiago Abascal lo presionó para que renunciara pero él se negó y ahora defiende a su nuevo partido como edil no adscrito.

En Catalunya, cuando la aguas comenzaban a parecer más calmadas, a finales de julio la dirección autonómica decidió agitarlas de nuevo con los ceses fulminantes de Joaquim Barba, coordinador de toda la zona del Baix Llobregat, y de Enrique Giraldez, coordinador en la localidad de Vallirana. En dicha agrupación, de los 37 afiliados que tenía Vox, 31 se han dado de baja, según apuntan los críticos. “Y habrá muchos más abandonos”, pronostican desde este sector.

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