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Rajoy y las cornadas del toro manso
José Antonio Zarzalejos describe en qué situación han quedado los tres adversarios más importantes que ha tenido Mariano Rajoy en el campo conservador: José María Aznar, Antonio Rouco Varela y Pedro J. Ramírez. En los tres casos, el resultado ha sido el ostracismo: “El rajoyismo de apariencia buenista se comporta silente, pero implacablemente, con sus adversarios y con aquellos que le han agraviado”. Sobre todo, en la derecha que lo compara desfavorablemente con Aznar.
El distanciamiento con Aznar es completo, como quedó patente en la ausencia de ministros en la presentación del último libro del expresidente. A diferencia de citas anteriores, en esta ocasión ni siquiera se guardaron las apariencias.
Con el director de El Mundo, se ha aplicado el mismo correctivo con los premios que concede el periódico:
“Pedro J. se había acostumbrado a estar en la procesión y repicando, pero su método no le ha valido con el tándem Rajoy-Rubalcaba, una de cuyas pocas afinidades es la inquina contra el periodista. Pedro J. –que ya hostigó a Rajoy desde el Congreso de Valencia de 2008, apostando por Esperanza Aguirre- calculó mal con el caso Bárcenas. El resbalón le ha servido a Rajoy y a Cospedal para poner en marcha el segundo gran ostracismo político y social. Y después de demostrar hasta la exageración que están muy cerca de Lara (La Razón, Onda Cero, Antena 3 TV, Sexta TV) han certificado en la misma medida, pero a la inversa, lo lejos que se sienten de El Mundo de Pedro J.”
Ramírez cayó en la trampa. Denunció al día siguiente el “boicot” y lo contrapuso a la época en la que ningún alto dirigente del PP se atrevía a faltar a estos actos. Perfecto para el Gobierno, dice Zarzalejos, porque así quedaba patente el aislamiento. Dirigentes políticos y empresariales habrán tomado nota. Es el grupo Planeta el único que cuenta con el favor del Gobierno.
Por último queda el cardenal Rouco, que ya no puede atizar a Rajoy desde la derecha utilizando los ataques de Jiménez Losantos. En esa época Rouco se desentendía de las protestas de Rajoy, y ahora sólo le queda una discreta jubilación.
De ahí que Zarzalejos destaque el peligro de las cornadas de manso de Rajoy. No parece peligroso a primera vista, pero se guarda las ofensas y no las olvida.