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Desempleo y estigma: los retos de la población sorda en Kenia

Waiters with hearing impairment Divia Awour (L) and Boniface Odhiambo (R) talk by using sign language as they wait for orders to be processed at the Pallet Cafe in Nairobi, Kenya, 17 July 2019. Five of 15 employees at the Pallet CafE have hearing impairment and they mainly serve as waiters where they use sign languages to serve their customers and teach them basic sign languages to communicate with them. The cafe is one of the few businesses where its hiring policies have given persons living with disability a chance for employment. (Kenia) EFE/EPA/DANIEL IRUNGU ATTENTION: This Image is part of a PHOTO SET

EFE

Nairobi —

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Tras una hilera de árboles, alejado del bullicio de la ciudad, se encuentra el Pallet Cafe, el único bar de Nairobi que emplea a trabajadores con discapacidad auditiva.

En la terraza, decorada con banderas budistas y materiales reciclados, los camareros se mueven con soltura e interactúan con los clientes, quienes intentan pedir en lengua de signos siguiendo las instrucciones dibujadas en el menú, rompiendo así esa barrera comunicativa que creían tener al principio.

La curiosidad por tener una experiencia distinta, la tranquilidad del espacio, el buen servicio y la comida es lo que hace que la gente se sienta cómoda y quiera repetir, cuentan el propietario Feisal Hussein y la gerente Susan Watkin, tras 6 meses de su apertura.

“La idea detrás de Pallet Cafe es empoderar a personas con discapacidad, personas que son vulnerables y a las que no les han dado oportunidades en la vida”, comenta Watkin, que añade que de un total de 13 trabajadores, 5 son sordos.

En un país castigado por el desempleo juvenil, con una tasa del 26,6 % en 2017, según cifras del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), el colectivo de personas sordas se enfrenta a grandes retos para recibir una buena educación y progresar en el mundo laboral.

Lawrence Musili, estudiante universitario y fundador del Centro Horizon de formación en lengua de signos, explica en un aula de su pequeña academia en el corazón de Nairobi que la oferta de escuelas para sordos es reducida y que hay una falta de formación en el profesorado.

“En mi escuela de primaria había alumnos con y sin discapacidad auditiva y algunos profesores nos pedían que primero les enseñáramos lengua de signos para que luego nos pudieran dar la clase”, añade.

En la educación superior la asistencia de alumnos sordos se está incrementando gracias a la incorporación de intérpretes en algunas universidades públicas, pero siguen siendo una minoría los que acceden a estos servicios.

Acorde con las estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la pérdida de audición es la cuarta causa de discapacidad a nivel global y la población afectada está aumentando: actualmente hay 466 millones de personas sordas en el mundo, la mayoría de las cuales se concentra en el sur y en la parte del Pacífico de Asia y África subsahariana.

En estas regiones la población suele recibir una formación muy básica sobre la salud y tienen un acceso limitado a profesionales de la audición.

Según apunta Musili, los trabajadores sanitarios no entienden la lengua de signos, situación que obliga a los pacientes sordos a ir acompañados por un intérprete.

Para evitar estas complicaciones el Consejo Nacional de Personas con Discapacidad, una agencia del Gobierno keniano, ofrece desde hace 4 años un programa de lengua de signos para los trabajadores de las instituciones públicas.

“Estamos intentando que sea un requisito obligatorio para así poder garantizar que haya alguien con conocimientos básicos en cada institución, pero de momento la inscripción es voluntaria”, explica a Efe Samson Njtit, encargado de Comunicación de esta agencia.

La principal causa de la pérdida de audición es el envejecimiento de la población pero también juegan un papel importante las infecciones crónicas del oído, la microcefalia, la ototoxicidad (provocada por la toma de algunos medicamentos) y la meningitis.

Esta última enfermedad fue la que dejó sordo a Musili cuando tenía 8 años.

El joven explica que el colectivo de sordos suele ser estigmatizado, sobre todo en las zonas rurales, y recibe pocas ayudas del Gobierno.

“Hay una política desde el 2003 en Kenia que se llama Acta de Discapacidad que obliga a todas las instituciones públicas a reservar el 5 % de las oportunidades laborales a gente con discapacidad, pero por ejemplo la física o visual tienen más posibilidades que la auditiva porque reciben mejor educación”, sentencia Musili.

El Gobierno también ofrece una ayuda económica para pagar una parte de las tasas escolares.

Por otro lado, esas personas con diversidad funcional que están registradas en el Consejo Nacional de Personas con Discapacidad y cumplen una serie de requisitos, como demostrar que están trabajando y disponer de un informe médico, pueden disfrutar de la exención de impuestos.

La presencia de intérpretes en la televisión y la semana de concienciación de las personas sordas en Kenia, están ayudando a la integración de este colectivo en la sociedad.

Sin embargo, la oportunidad que han tenido las cinco personas sordas en Pallet Cafe supone una excepción más que una norma.

Para combatir esta tesitura Feisal Hussein obliga a todos los proveedores del establecimiento a destinar un 2 % de su capital humano a personas con discapacidad.

“Si todo el mundo hiciera esto el problema de la discapacidad que tenemos actualmente sería erradicado”, sentencia Hussein.

Txell Escolà

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