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El Papa cede a las presiones de los ultras y evita aprobar la ordenación de curas casados o de mujeres

El Papa, con indígenas participantes en el Sínodo

Jesús Bastante

en religiondigital.com —

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Ni curas casados, ni diaconisas, ni 'pecado ecológico'. Francisco evitó una oportunidad histórica de dar un giro copernicano a la Iglesia católica, abriendo la posibilidad del sacerdocio para casados y un papel protagonista de las mujeres en la Iglesia en su exhortación apostólica 'Querida Amazonía', que se acaba de hacer público.

Un texto, de 40 páginas, que evita dar carta de naturaleza a lo que en octubre pasado aprobaron, por mayoría de dos tercios, los participantes en el Sínodo de la Amazonía. Una marcha atrás en la que, sin duda, habrá pesado la presión de los grupos ultracatólicos, que habían amenazado con la ruptura si Francisco iba más allá y, especialmente, la publicación del libro 'a cuatro manos' entre el cardenal Sarah y Benedicto XVI reclamando a Bergoglio que no rompiera la disciplina del celibato.

Presiones de Sarah y Benedicto XVI

Y es que, aunque el Vaticano se ha empeñado en asegurar que el texto escrito por el Papa fue entregado para su corrección antes de la polémica, lo cierto es que la fecha de la firma definitiva es del 2 de febrero, lo que alimenta la teoría de un paso atrás del Pontífice para no arriesgarse a un cisma ultra. Sea o no, lo cierto es que la presión ha surtido efecto.

Tal y como explica el director de Comunicación vaticano, Andrea Tornielli, Francisco ha querido evitar que la exhortación se convirtiera “casi en un referéndum sobre la posibilidad de ordenar a los hombres casados como sacerdotes”. Una cuestión que, admite el editorialista vaticano, el Papa, “después de haber orado y meditado, ha decidido responder no previendo cambios o nuevas posibilidades de excepciones a las ya previstas por la disciplina eclesiástica vigente, sino pidiendo volver a empezar desde lo esencial”. ¿Se podrá volver a hablar de ello en el futuro? Seguramente, aunque cuesta pensarlo después de esta exhortación.

Porque el Papa comienza haciendo suyo el documento aprobado –por mayoría de dos tercios– por los padres sinodales, y que incluía la petición de ordenar presbíteros a hombres casados, otorgar ministerios a las mujeres, reivindicar el 'pecado ecológico' o instituir un 'rito amazónico'. “No desarrollaré aquí todas las cuestiones abundamentemente expuestas en el documento conclusivo. No pretendo ni reemplazarlo ni repetirlo”, apunta Francisco, que pide a “pastores, consagrados, consagradas y fieles laicos de la Amazonía” que “se empeñen en su aplicación”.

Función “indelegable” de los sacerdotes

Sin embargo, el propio Papa no se atreve a hacerlo. Es más: aunque admite que la escasez vocacional en la Amazonía “no puede dejarnos indiferentes y exige de la Iglesia una respuesta específica y valiente”, su respuesta deja claro que tanto la Eucaristía como el perdón de los pecados son potestad exclusiva del sacerdote. “Ese carácter exclusivo recibido en el Orden, lo capacita sólo a él para presidir la Eucaristía. Esa es su función específica, principal e indelegable”, dice Francisco cerrando cualquier puerta a que un laico pueda consagrar o confesar. “En estos dos sacramentos está el corazón de su identidad exclusiva”.

Apenas una nota al pie, la 136, abre una rendija afirmando que “es posible, por escasez de sacerdotes, que el obispo encomiende «una participación en el ejercicio de la cura pastoral de la parroquia a un diácono o a otra persona que no tiene el carácter sacerdotal, o a una comunidad»”, pero dejando claro que no serían sacerdotes.

Francisco sí invita a “una presencia estable de líderes laicos maduros y dotados de autoridad”, y reclama el “contundente protagonismo de los laicos”... pero sin ser ordenados sacerdotes.

No “clericalizar” a la mujer

En cuanto al papel de la mujer, Francisco reconoce que sin las mujeres, la Iglesia no existiría en muchos rincones del mundo, y reclama “evitar reducir nuestra comprensión de la Iglesia a estructuras funcionales”. “Ese reduccionismo nos llevaría a pensar que se otorgaría a las mujeres un status y una participación mayor en la Iglesia sólo si se les diera acceso al Orden sagrado”, justifica Francisco, que así cierra esta posibilidad –parece que de manera definitiva– para la mujer, criticando que, de hacerlo, sólo se conseguiría “clericalizar a las mujeres, disminuiría el gran valor de lo que ellas ya han dado y provocaría sutilmente un empobrecimiento de su aporte indispensable”.

“Comprendemos radicalmente por qué sin las mujeres ella se derrumba, como se habrían caído a pedazos tantas comunidades de la Amazonía si no hubieran estado allí las mujeres, sosteniéndolas, conteniéndolas y cuidándolas”. En resumen, las mujeres seguirán siendo fundamentales... pero sin ministerio sacerdotal.

Sin embargo, al final sí ofrece una mínima puerta abierta a otros ministerios: “En una Iglesia sinodal las mujeres, que de hecho desempeñan un papel central en las comunidades amazónicas, deberían poder acceder a funciones e incluso a servicios eclesiales que no requieren el Orden sagrado y permitan expresar mejor su lugar propio”.

ESP - Exhortación Apostólica Querida Amazonía by Religión Digital on Scribd

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