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Una antropóloga: Siempre se aprovechan los momentos de shock para las medidas impopulares

La profesora cordobesa Guadalupe Jiménez Esquinas durante la entrevista concedida a Efe este lunes en Santiago de Compostela. El trabajo a distancia, la docencia online, pero también los sistemas de vigilancia masiva, el incremento de las desigualdades y el miedo a las migraciones. "Todas las transformaciones sociales" que traerá consigo esta pandemia son las que preocupan a Guadalupe Jiménez , en calidad de antropóloga.

EFE

Santiago de Compostela —

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“Viendo qué ha ocurrido a largo plazo con otras catástrofes, en las que siempre se aprovechan estos momentos de 'shock' para implementar medidas impopulares, podemos llegar a prever o entrever lo que se avecina”, explica Guadalupe Jiménez Esquinas, una directiva de la Asociación Gallega de Antropología Social y Cultural (Agantro).

“Si bien a corto plazo no vamos a ver cambios drásticos, a mí lo que me preocuparía son las profundas transformaciones que sí se van a asentar” en un período de tiempo mayor y que “no todas van a ser adaptativas”, expone en una entrevista con Efe en la que aborda el virus y sus repercusiones, y concreta su contundente observación: los cambios en el panorama laboral hacia su tecnificación, el trabajo a distancia, la docencia “online” y el aumento del poder biomédico. Pero también los sistemas de vigilancia masiva, el incremento de las desigualdades y el miedo a las migraciones.

“Hay que poner nuestra atención en estos aspectos estructurales más que en pequeños matices circunstanciales”, incide.

- Pregunta: Mantener un bajo riesgo de transmisión es una prioridad y los hábitos culturales se han visto alterados.

- Respuesta: Las personas somos seres sociales y culturales, es lo que más nos define como especie. Entre las características fundamentales de la cultura están el que es aprendida, un proceso llamado enculturación, y que no es fija sino que va variando, transformándose y adaptándose a distintas situaciones. Las personas actuamos de formas creativas para adaptar nuestras prácticas culturales a nuevas situaciones derivadas de cambios sociales, económicos, políticos o religiosos. Pero, ojo, que también pueden ser transformaciones mal-adaptativas, implementando nuevas prácticas culturales poco sostenibles, desiguales o injustas que nos perjudican como sociedad.

- P: En esta emergencia sanitaria, ha sido imprescindible transformar las pautas de sociabilidad y la vida cotidiana de una forma muy brusca.

- R: Los procesos de cambio social se suelen producir de una forma progresiva, casi sin darnos cuenta y sin que nos supongan grandes problemas, excepto en situaciones terriblemente traumáticas como guerras, catástrofes o migraciones forzadas, en las que se destruyen todas nuestras referencias. Las transformaciones culturales son casi imperceptibles, basadas en ligeras modificaciones de patrones previos. En nuestra memoria colectiva reciente no teníamos experiencias similares que nos pudieran dar una pista sobre cómo actuar exactamente en estos casos de crisis, por lo menos un sector importante de la población, y hemos tenido que ir echando mano de la creatividad.

- P: La obligatoriedad de transformar de un día para otro nos ha producido...

- R: Un gran “shock”. No podíamos tener contacto físico con otras personas, no podíamos salir a la calle, ir al colegio o a trabajar. Esto a muchas personas nos ha dado una sensación de vértigo muy importante pues nos ha aproximado de una forma muy dolorosa a nuestra vulnerabilidad y a nuestros límites como sociedad. Este miedo y esta incertidumbre, que para las personas vulnerables es el pan de cada día, nos ha afectado más a los sectores privilegiados que por mucho tiempo nos hemos sentido seguros, protegidos, inmunes…

- P: La ciudadanía ha echado mano de formas alternativas pero que no son nuevas.

- R: En efecto. Ya estaban bien instauradas. Llamar por teléfono, videollamadas o las redes sociales. No se puede sustituir una caricia con una videollamada, esto es irreemplazable, pero gracias a estas herramientas hemos tratado de evitar que el distanciamiento físico no fuera en el plano social ni emocional, manteniendo de alguna forma nuestras relaciones con amistades y familias.

- P: Han tenido mucha visibilidad las redes sociales vecinales.

- R: Que también existían pero ahora se ha evidenciado su enorme importancia porque llegan allá donde los servicios públicos no pueden llegar. Hablar con las vecinas del balcón de enfrente también era una de esas formas de sociabilidad que ya existían, pero que por los cambios sociales habíamos descuidado enormemente (este es un gran ejemplo de mala-adaptación). Ahora todas estas cosas nos parecen muy novedosas pero ya estaban ahí antes del confinamiento y nos han permitido seguir manteniendo de alguna forma esa parte social y cultural que nos caracteriza como personas.

- P: En términos generales, no hemos tenido que inventarnos nada nuevo para socializar.

- R: No, pues no se han destruido las bases de nuestra sociedad como en guerras, catástrofes o migraciones forzadas. En unos meses nuestra sociedad no se ha transformado profundamente de tal forma que ahora salgamos a la calle y veamos pautas culturales irreconocibles, como si de repente estuviéramos en Marte. En esta “nueva normalidad” podremos notar pequeños cambios en nuestras pautas culturales, como en las formas de saludar o en la cercanía física pero, una vez que ya no tengamos contraindicaciones sanitarias, podremos restaurar las heridas producidas con besos y abrazos.

- P: ¿Hay mucha gente quemada de la “vieja normalidad”?

- R: Conozco mucha gente quemada de la vieja normalidad que en estos días ha encontrado más momentos para contactar. Esto nos lleva a una reflexión más profunda sobre nuestro rumbo como sociedad pues hemos ido descuidando los vínculos sociales, las redes y los afectos y quizás también el cultivo de cierta riqueza personal.

Si en tres meses ya se nos ha acabado toda la creatividad, todos los recursos para mantener los vínculos sociales y nuestra salud mental se ve seriamente comprometida, quizás tenemos algunos problemas que atender como sociedad.

Parafraseando a Freud, aquí hay un malestar de nuestra cultura en general, una pobreza social y personal que generaba la “vieja normalidad”.

- P: Y ahora hemos reparado en estos problemas.

- R: Y tenemos que 'hacernos mirar' porque, según parece, esto se va a volver a repetir. Más nos vale ir cultivando nuestras relaciones sociales, nuestras redes y nuestra riqueza interior porque eso es lo que nos va a salvar. Es uno de los grandes aprendizajes de esta pandemia.

Por Ana Martínez

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