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“Jesucristo no estaría de acuerdo con la Conferencia Episcopal Española”

Jesús Bastante

Marta Borraz

Jesús Bastante es especialista en información religiosa y cree que el cristianismo, más que una religión, “es un sistema de valores, un modo de vida que transmite un mensaje basado en la solidaridad y el buen hacer”. Es redactor jefe de Religión Digital y colaborador en varios medios, entre ellos, eldiario.es. Sin embargo, también piensa que la Iglesia no sabe explicarlo. Sobre todo, en momentos de crisis como los casos de abusos a menores cometidos por miembros de la institución o de los escándalos económicos en los que se ha visto implicada. De ahí surge Dímelo en cristiano. La comunicación en la Iglesia, que ha publicado recientemente.

¿La Iglesia católica sabe hablar en cristiano?

La Iglesia no tiene ni la más remota idea de comunicar. Tiene un gran líder, que es Jesús de Nazareth y, si lo extrapolamos a hoy, el Papa Francisco. Tiene una buena herramienta, el evangelio, y una propuesta de vida interesante y asumible por la sociedad moderna, pero no sabe cómo venderlo. No tiene ni estrategia de marketing ni capacidad de comunicación. En algunos casos, además, le falta autenticidad. Porque para explicar el cristianismo te lo tienes que creer y, en muchas ocasiones, en la Iglesia se anteponen los cargos, el poder o la propia estructura al evangelio.

Hay quien dice que la Iglesia católica es la mayor campaña de propaganda de la historia...

Yo creo que no es así. Es la institución que más ha perdurado en la historia, sí. Lleva más de 20 siglos funcionando y ha hecho cosas muy interesantes. Eso hay que reconocerlo. Algo diferente es cuando la Iglesia ha dejado de ser lo que debe ser: el conjunto de seguidores de Jesús que quieren construir un mundo nuevo. Se ha convertido en un instrumento de poder, que le permite cambiar las cosas, pero también pervierte en una buena medida el mensaje. Se habla más en la Iglesia española de preservativos, sexo, dinero y homosexuales que de las bienaventuranzas, que animan a estar al lado del que sufre.

En el libro sostiene que la Iglesia mantiene una relación tensa con los medios de comunicación. ¿Cree que eso sucede porque existen hechos o polémicas internas que no desea que salgan a la luz?

El problema es que la institución lleva demasiados siglos proclamando que es la única portadora de la verdad. Eso es un gran error y, cuando ocurre, ante cualquier escándalo o cualquier información que le pueda afectar, la dinámica es siempre la misma: negar los hechos, matar al mensajero y echar la culpa a otro. Eso le pasó a los siete primeros chicos mexicanos que denunciaron por abusos sexuales al sacerdote Marcial Maciel, que fueron considerados “enemigos de la Iglesia”.

Nunca acepta la crítica y siempre actúa a posteriori. Ha pasado con los casos de pederastia, con los escándalos económicos...Siempre trata de esconder la cabeza y limpiar los trapos sucios en casa. La Iglesia no es un nido de pederastas, son una minoría, pero como la ocultación se ha convertido en una práctica general, al final el público, e incluso muchos creyentes, acabarán por tener la visión de que sí es un nido de pederastas.

En su opinión, ¿está mejorando esa estrategia de comunicación que ha seguido la Iglesia con los casos de abusos a menores?

En el libro planteo dos modelos de Iglesia. Por un lado, el Papa Francisco sí está cambiando este paradigma. Por otro lado, la Iglesia española aún no se ha dado cuenta de ello. La tolerancia cero con los casos de pederastia sigue sin aplicarse en la práctica. Por ejemplo, a Carlos Osoro, arzobispo de Madrid, le han preguntado sobre el caso de pederastia de los Romanones. Su respuesta ha sido que no conoce el caso, pero que el arzobispo de Granada estará haciendo lo que le indica la Iglesia. Pero ¿y qué pasa con las víctimas?, ¿con los curas que siguen dando misa y nadie les ha dicho nada? La dinámica está cambiando en la Iglesia romana y el resto debería hacerlo también, pero les va a costar muchísimo.

¿Es el Papa Francisco un fenómeno mediático?

Sí, sin ninguna duda. Tiene una estrategia de marketing muy interesante que está basada en que se cree lo que está diciendo. Nunca habla de nada que no haya experimentado previamente. Me atrevería a decir que es la primera vez en la historia que se entiende al Papa sin necesidad de mediación. Esto, para mucha gente dentro de la institución, es un peligro porque si el creyente no necesita a nadie para entender al líder, estás acabando con buena parte de los mediadores y, en definitiva, de la estructura. Esto explica que el Papa tenga mucha oposición interna. Además, se ha dado cuenta de la importancia de decir ciertas cosas como que las muertes de inmigrantes en Lampedusa son una vergüenza.

Más allá de un cambio de imagen, ¿es una estrategia de propaganda o está cambiando realmente las cosas dentro de la Iglesia?

El Papa está desarrollando una estrategia de marketing que funciona muy bien, pero construida sobre una verdad: todo lo que dice se lo cree. Está cambiando las cosas porque la verdadera revolución que, a mi juicio, está trayendo Francisco no es tanto una revolución de normas (probablemente no veamos mañana que los homosexuales puedan casarse por la Iglesia o que diga que sí al aborto), pero sí es un cambio de actitud.

Esto se basa en que toda persona que quiera pueda ver en la Iglesia un espacio al que acercarse o incluso discutir, un sitio en el que no suscite miedo estar porque vayan a prohibir algo. El problema es cuando te dicen que si tú incumples las normas, estás fuera de la Iglesia. Por eso es tan importante el cambio de actitud, porque si se hace, será mucho más fácil ponerse a discutir sobre las normas.

¿Jesús estaría de acuerdo con los mensajes que emite la Conferencia Episcopal Española?

No, ni con los mensajes ni con el estilo. Probablemente Jesús estaría a favor de la vida, pero eso no implica que las mujeres que aborten deban ingresar en la cárcel. Por otro lado, estar a favor de la vida implica también estar cerca de todos los niños que se mueren de hambre o en contra de todas las injusticias que se cometen, incluso en contra del “mal vivir”: que a lo mejor no es algo responsable tener varios hijos si cobras un sueldo de 700 euros, que a veces no es posible tener todos los hijos que “Dios te da”. Jesús sería un hombre normal que tendría problemas con la Iglesia actual.

En el libro no solo hace una crítica a la Iglesia, sino también a los medios de comunicación. ¿Qué deben cambiar para revertir esta situación?

Lo primero es que vivimos en un país de clericales y anticlericales. Lo que se publica debería incorporar el mayor número de matices posible. La propia institución es de blancos y negros y, por ello, la actitud de la sociedad ante ella es igual: en la Iglesia, o todo es bueno o todo es malo. Por un lado, los periodistas tenemos que intentar recabar el mayor número de opiniones posible e incluir todos los matices. Por otro, las instituciones y los sujetos informativos deben ser transparentes. La Iglesia es la institución más opaca que existe y debería ser la más pública de todas y no confundir a la gente.

Por ejemplo, el dinero destinado a través de la “X” de la declaración de la renta en realidad se dedica a pagar sueldos de curas y la seguridad social del clero. Nada más. La Iglesia hace muchísimas cosas buenas, pero ese dinero no se destina a ello. Por eso, la Iglesia no debería publicitar a monjas o curas trabajando en el tercer mundo para que la gente marque la “X” porque ese dinero no va para allí. Y eso no significa que darle dinero a la Iglesia para que pague a los curas sea malo, puede ser un bien social. Pero hay que explicarlo. La Iglesia no debe engañar.

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