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Así se preparó de madrugada en un piso de Madrid la última acción de Femen contra Vox

Belén Remacha / Alejandro Navarro Bustamante

Las 4:30 de la mañana del domingo 6 de octubre de 2019. En un piso del barrio madrileño de Carabanchel –la ubicación exacta es casi lo único que se pide expresamente no revelar– decorado con retratos de Frida Kahlo, cinco chicas se pintan consignas unas a otras en los torsos, se colocan flores en la cabeza y se atan unas cadenas alrededor de la cintura que, a falta de llaves, tendrán que romperse con cizallas. También ensayan una serie de posiciones: “Si nos arrastran, peso muerto”.

Las cinco son integrantes de Femen España, y lo que preparan es un boicot al acto que Vox va a celebrar unas horas después en el Palacio de Vistalegre, a un paseo de distancia de este piso. Se llaman Lara, Begoña, Marilyn, Palmira y Belén. La última es la única que no va a protagonizar de manera directa la acción porque su cometido es, tras colaborar con la logística, adelantarse para comprobar la situación a las puertas del Palacio. Será ella quien se quede junto a la prensa. Han avisado, además de a eldiario.es, a AFP y Reuters. Llamar a esas dos agencias forma parte del operativo habitual de Femen, una organización feminista internacional con sede en Ucrania que se caracteriza por el uso del pecho descubierto como arma de protesta y que no ha estado exenta de controversia, entre otros motivos por las dudas en torno a su dirección.

Ninguna de las cinco ha dormido esta noche –alguna va de empalme con un festival, Madrid Salvaje, “la vida activista es así”–. Tampoco ninguna alcanza los 30 años. Sus experiencias en Femen difieren bastante: para Marilyn es su bautizo; Begoña y Lara llevan mucha trayectoria, son de hecho dos de las tres miembros multadas por la Ley Mordaza este viernes por una irrupción en una concentración de Falange en noviembre de 2018. Cuentan que decidieron en asamblea global que Femen iba a intervenir en este mitin, llamado 'Plus Ultra', en cuanto el partido de Santiago Abascal lo convocó. Una vez se determinó que serían ellas cinco, se hicieron cargo solas.

Lara –de apellido Alcázar– es también la portavoz de Femen en España. Aún en el piso de Carabanchel explica sus expectativas para esta madrugada: “Es simbólico. Nos encadenamos en Vistalegre antes de que comience el montaje del evento de Vox, para lanzar nuestro mensaje: 'Cadena Feminista contra el voto fascista'. Interpelamos al feminismo para combatir el fascismo, y llamamos a que todas las demás personas se movilicen. Que esto sea el principio, que se impida la entrada de la ideología del odio en otras ciudades y pueblos. Nos encantaría que por nosotras se anule el acto de hoy, pero somos realistas, es algo muy simbólico. Lo que tenemos claro es que no nos vamos a ir de ahí por nuestro propio pie”.

Las 5:30 de la mañana. Se recuerdan entre ellas cuándo tienen que sacar exactamente las bengalas, comprueban que llevan encima la documentación, las bridas de repuesto y los abonos de transporte, y bajan a la calle dirección Vistalegre. Van cubiertas con cazadoras –la temperatura en Madrid ronda los 10 grados– pero con la corona de flores puesta, símbolo de Femen. Intentan camuflarse cuando pasa por la calzada un coche de policía, pero, en realidad, quien de primeras las vea probablemente pensaría antes que esas cuatro chicas están participando en una despedida de soltera que en una acción antifascista.

Lara, Begoña, Marilyn y Palmira llegan a la puerta sur del Palacio. No hay nadie de seguridad. Suben rápidamente las escaleras, tiran al suelo las cazadoras y se quedan sin ropa de cintura para arriba, con sus lemas en cuerpo y pancartas a la vista: “Vox ni un paso más”. En pocos minutos se encadenan, y es ahora cuando encienden las bengalas. A esta hora su único público son los fotógrafos a los que han advertido, la pareja de una de ellas, y su compañera Belén. Durante lo que queda de madrugada las irán viendo vecinos de Carabanchel: unos les lanzan gritos de apoyo; otros les preguntan si es que no tienen otra cosa que hacer; alguno, por la oscuridad, ni repara en que en la verja hay cinco chicas semidesnudas. También pasa algún borracho: no ha dejado de ser sábado por la noche.

Las 6 de la mañana. Llega el primer coche de la Policía Municipal. Los agentes les preguntan. “Es algo simbólico y pacífico”, se ciñen ellas. A las 7 ya son cinco coches, cuatro de ellos de la Nacional. Tras negarse a marcharse, un policía advierte de que no tienen permisos y de que se exponen a una detención y a una sanción por desobediencia a la autoridad. Luego, las activistas dirán que les molestó su “paternalismo”: “Nos preguntaban '¿os vais a portar bien, verdad?' Consideramos que encadenadas ahí nos estábamos portando bien”.

Casi las 8 de la mañana. Ya con un cordón de seguridad creado que rodea a las activistas, se acercan al Palacio los primeros simpatizantes de Vox. Son unas pocas decenas de personas que ataviadas con banderas de España. Las curiosean. Una de ellas, un hombre de mediana edad, les toma una foto con su móvil: “Chicas, saludad, para Barcelona”. Es muy poco después cuando los agentes, con las cizallas que ellas avisaban hace rato de que necesitarían, las van desatando una a una de los barrotes, identificándolas y cacheándolas. No hay uso de la fuerza ni oposición de resistencia.

Los policías habían llamado al SAMUR, por si alguna necesitaba asistencia. “Físicamente estamos cansadas, el cuerpo se resiente de pie a esta temperatura. Pero estamos entrenadas para aguantar, y gracias a eso hemos estado dos horas y media y podríamos haber estado más”, valoran ellas minutos más tarde, de vuelta. Finalmente no las han arrestado, ni han anunciado ninguna multa. “A veces llegan meses después. Nos buscan los resquicios legales para acusarnos. Por eso estamos también aquí: esto no puede ser delito”, se queja Begoña. “Que cuatro mujeres protesten en silencio es libertad de expresión. Es nuestra obligación como ciudadanas señalar que la ideología del odio está acrecentándose”.

Y las expectativas que tenían en el piso de Carabanchel, ¿se cumplieron? “Hemos empezado de madrugada y acabado con el amanecer. Ha habido una reacción, que era lo que queríamos. Toca siempre revisarlo y mejorar cada vez”, responde Lara, con un discurso que transmite disciplina. Por eso “estamos contentas. Queríamos algo simbólico, cortar el espacio. Es verdad que siempre buscamos estar lo máximo posible en el lugar de la acción, por lo que nuestra meta última era permanecer hasta que abrieran. Inevitablemente, sabíamos que nos podían desalojar antes. Pero si Vox iba a abrir el día con un mitin lleno de ideas racistas, homófobas y machistas, era importante conseguir también la noticia de que cuatro activistas de Femen se han encadenado para cerrar las puertas al fascismo en Madrid y en España”.

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