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Maniobras dentro de la Comisión Europea intentan rebajar las prohibiciones a la industria sobre sustancias químicas peligrosas

BPA y disruptores endocrinos

Raúl Rejón

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Los encargados de la política industrial de la Comisión Europea han salido al rescate del sector químico: el equipo de la dirección general de Mercado Interno e Industria han plagado el borrador de la futura Estrategia de Productos Químicos de la Unión Europea de propuestas, comentarios y enmiendas que aguan las directrices hasta ahora marcadas para regular el uso de estos compuestos ante el peligro de “severos daños” que representan para “la salud y el medio ambiente”, según una versión muy avanzada del documento a la que ha tenido acceso elDiario.es junto a un grupo de medios internacionales como Le Monde, Süddeutsche Zeitung o Político.

El documento evidencia la oposición casi frontal al texto preparado por la dirección general de Medio Ambiente. El equipo de Industria (denominado GROW) intenta que las salvaguardas ambientales o de salud no menoscaben la actividad de la industria química: “La introducción [del documento] todavía es muy prohibitiva y negativa, lo que crea un miedo innecesario en los ciudadanos. Aun contiene un desequilibrio significativo a la hora de presentar los beneficios de los productos químicos frente a sus efectos negativos”, escriben.

La GROW concreta a lo largo de 29 páginas su apoyo al sector químico al tiempo que minimiza sus riesgos y diseña una estrategia que sustituye las acciones directas y concretas por una mayoría de revisiones y evaluaciones todavía pendientes antes de pasar a la acción. 

Así, el borrador preparado por la dirección de Industria directamente tacha un párrafo entero en el que se decía que, aunque los productos químicos “juegan un papel fundamental para alcanzar el grado de bienestar actual, pueden causar daños severos a la salud humana y el medio ambiente desde el momento que son producidos, utilizados, desechados o reciclados y después de ser liberados en el entorno. La producción es también uno de los sectores industriales más contaminantes e intensivos en emisiones de carbono”. Toda esta referencia aparece cruzada por una raya.

Junto a su versión, uno de los funcionarios de la dirección en sus acotaciones al margen escribe: “A pesar de que el primer párrafo introduce algunos beneficios sobre la producción química, el tono es muy negativo. Uno tiene que buscar cuidadosamente para hallar indicios sobre la importancia de que la Estrategia cree oportunidades económicas”.

La visión de la GROW, que pone de relieve la necesidad de destacar la dimensión económica del uso de productos químicos, ignora el último informe de la Agencia Europea de Medio Ambiente sobre contaminación química, que aseguraba el 23 de enero de este año que “Europa no está en la senda para cumplir el objetivo de minimizar el vertido de químicos peligrosos al agua, el aire y la tierra dada la falta de información sobre las emisiones de miles de productos persistentes”.

“Eliminación cuando sea técnica y económicamente viable”

La Estrategia de Productos Químicos es un mandato del Pacto Verde Europeo publicado en diciembre de 2019. Su hoja de ruta marca que debería ver la luz “en el verano de 2020”. El Pacto recoge literalmente que “conseguir un entorno sin sustancias tóxicas exige más medidas, tanto para evitar que se genere la contaminación como para eliminarla y ponerle remedio”. Sin embargo, numerosas enmiendas introducidas por la GROW implican un bloqueo para esa mayor acción.

En este sentido. La dirección de Medio Ambiente había indicado que “se evitarán las sustancias preocupantes para los usos no esenciales”, pero Industria considera que debe limitarse a las sustancias “de muy alta preocupación” que serían “eliminadas o sustituidas cuando sea técnica y económicamente viable”. Y añade que el “control apropiado permitirá el uso seguro de productos químicos (…) y la minimización de la exposición a compuestos peligrosos”.

De hecho, uno de los técnicos de la GROW comenta al margen que “la frase en la que se indica el uso de seguro de productos y la prevención de daños mediante la evitación de sustancias preocupantes es inaceptable”. Incluso se asegura que la Comisión Europea no es quién “para decidir sobre la división entre sociedad y economía en cuestiones que son esenciales o no esenciales”.

Es más, lo que pretende el departamento de Mercado Interior e Industria es que se proceda a una futura desregulación del sector: “Quitar cargas a la industria” en lo que denomina “Smart regulation”. Este concepto fue introducido por el ex presidente de la Comisión, el portugués Durao Barroso, en 2010 como uno de los pilares de su política para que la Unión Europea se recuperase de la crisis financiera que casi destruye el Euro. Un concepto luego enarbolado en la propuesta económica del Partido Popular Europeo en 2015. La idea que aparece en este borrador avanzado es la siguiente: “La Comunicación [de la Comisión al Parlamento y Consejo Europeos] debería incluir acciones para aliviar a la industria de la complejidad y carga regulatoria y administrativa”. Aquí queda patente la lucha entre las posturas ambiental e industrial dentro de la Comisión.

La demanda expresada en el Pacto Verde sobre acciones estaba recogida en el borrador de Estrategia de Productos Químicos, por ejemplo, mediante la proposición de fortalecer las leyes para “acelerar la protección y minimizar la exposición a los disruptores endocrinos, en especial en los consumidores”. Los disruptores son sustancias capaces de alterar el equilibrio hormonal de los organismos. La Agencia Europea de Productos Químicos (ECHA) ha ido identificando y listando compuestos con estos efectos utilizados en agroquímicos y fabricación de productos y está recabando información sobre sustancias aplicadas a los cosméticos. Sobre este grupo de compuestos la opción que prefiere la GROW se ciñe a “explorar las opciones para mejorar la legislación y minimizar la exposición”.

Otro ejemplo aparece en el epígrafe dedicado a la toxicidad combinada, es decir, el efecto por el que los daños de varias sustancias juntas son mayores que los de los compuestos por separado. La dirección de Medio Ambiente quería que este factor fuera analizado por la ECHA a la hora de hacer sus evaluaciones de productos y los miembros de la dirección de Industria afirman que no apoyan “la inclusión directa de este factor y mucho menos sin una discusión  y evaluación adecuadas. Se habla [de la toxicidad combinada] como si fuera un hecho, aunque la discusión con las autoridades nacionales y las partes interesadas está en una fase muy preliminar”. En definitiva: “Revisión y futuro desarrollo”, una vez más; es decir, se dilata la toma de decisiones.

Un impulso económico post COVID-19

La perspectiva aplicada desde este departamento queda perfectamente ilustrada en el comentario insertado por uno de sus miembros ante la frase “los compuestos químicos peligrosos contribuyen a la reducción de los ecosistemas y llevan a un rápido declive de las poblaciones animales”. Este funcionario entiende que esto “es demasiado general. Los pesticidas y algunos elementos pueden tener este efecto, pero debemos ser cuidadosos a la hora de extrapolar”.

Y un poco más abajo, otro revisor se muestra muy crítico al leer que el uso de “compuestos químicos correctos representa un componte crucial en la recuperación social y económica de Europa” en términos de conseguir “cero contaminación, y una economía circular y neutral climáticamente”. Su comentario desliza que “aquí suena más bien a prohibición que no es recuperación sino protección ambiental”.

Las versiones son tan recientes que hacen referencia a la pandemia de COVID-19. Y en este caso, también la dirección general de Industria hace patente su orientación porque dice que esta Estrategia “debería encajar bien con las necesidades del esfuerzo de recuperación económica” que ha provocado el nuevo coronavirus, a la vez que sus funcionarios han eliminado de su documento el párrafo que afirmaba que la pandemia ha hecho más evidente “la necesidad de proteger la salud de los humanos y el planeta: la contaminación química afecta a sistema inmune, respiratorio, endocrino, reproductor (…) y aumenta la morbilidad y mortalidad ante enfermedades contagiosas”.

Vicky Cann, del Observatorio Corporate Europe, analiza que este borrador avanzado está al servicio de los intereses corporativos: “La dirección general de Industria se dedica a repetir como un loro las demandas de la industria química. Este departamento es reincidente a la hora de promocionar las peticiones empresariales sobre el interés público”. Para Cann, la GROW “está intentando minar las posibilidades de éxito del Pacto Verde que pasan por una acción decidida para prohibir compuestos tóxicos. Y lo hace minimizando los riesgos de salud y ambientales de estos productos”.

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