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El racismo ultraderechista en España entra en una “nueva era”: “Se solapa con la ideología neonazi”

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Marta Borraz

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“Tenemos el derecho a querer sobrevivir como pueblo”. Así justificó a principios de julio la diputada de Vox Rocío de Meer la propuesta de expulsión de personas migrantes y sus hijos, incluyendo también así a quienes han nacido en España. El partido calcó una a una las teorías racistas popularizadas por la ultraderecha global en los últimos años: habló de “reemplazo demográfico” y también de “reemigración masiva”. Dos meses antes, Falange convocaba en Madrid una manifestación contra la inmigración apoyada por grupos neonazis y fascistas. En la pancarta de cabecera lucía una única palabra: “Reemigración”.

Desde que Vox planteara abiertamente una deportación generalizada el pasado 7 de julio para “preservar la identidad española” se han sucedido otros dos hechos racistas que han marcado el verano y que, por su concentración en el tiempo y crudeza, forman parte de un salto cualitativo. Todo ha ocurrido en solo un mes: Torre Pacheco fue escenario de conflictos con motivación racista tras la agresión a un hombre al tiempo que todo el ecosistema ultraderechista aprovechaba para diseminar su mensaje antiinmigración. Ello se une a la prohibición en Jumilla de los actos musulmanes en espacios públicos de la mano de PP y Vox.

“La línea se cruzó hace tiempo, ahora estamos viendo los frutos de algo que se ha ido sembrando incesantemente desde hace años”, cree Sergi Soler, historiador de la Universidad Autónoma de Barcelona. El experto asegura que el país asiste a “una nueva ola de radicalización” que es producto de “la normalización” del discurso previo: “Una gran parte del público mainstream ha asimilado la ola anterior, así que se da paso a la siguiente”. “España ha entrado sin duda en una nueva era de extrema derecha”, asiente el estadounidense Connor Mulhern, investigador principal del consorcio La Internacional Reaccionaria.

Manifestación convocada por Falange en Madrid bajo el lema  “Remigración. Por unos barrios seguros”.

Soler, miembro de ARENAS, un proyecto que está analizando las narrativas extremistas, lo desarrolla: “Cuando surgió Vox y las extremas derechas en Europa se empezó a hablar de temas que antes eran tabú, entre ellos, la vinculación de la inmigración y la delincuencia o el negar la discriminación de las mujeres, por ejemplo. Sin embargo, sus narrativas y estrategia de machaque incesante han contribuido a que la gente ya hable abiertamente de ello. El discurso se ha asimilado e interiorizado por gran parte de la población, por lo que ya se puede poner en marcha otra fase de radicalización en la que se proponen soluciones más extremas”.

Un vehículo desde los márgenes

Las declaraciones de líderes de Vox hechas durante este mes dibujan la realidad soñada por los grupos ultraderechistas españoles que, a pesar de ser muy minoritarios y diferenciarse del partido de Abascal en temas como la guerra de Gaza, comparten retórica migratoria. Solo un vistazo al contenido que generan Falange, Democracia Nacional o Núcleo Nacional (NN) basta para atisbar coincidencias. Esta última asociación, abiertamente neonazi, enarbola un racismo más etnicista con constantes apelaciones a la raza, pero al igual que Vox habla de “invasión”, vincula inmigración e inseguridad y habla de una supuesta amenaza a las raíces y cultura nacionales. “Estamos perdiendo España”, dijo uno de sus líderes, Enrique Lemus, en la inauguración de su sede en Madrid.

“Vox ha logrado amplificar el discurso extremista e introducirlo en la corriente principal de la política”, cree Mulhern, que va aún más lejos: “Y ha ofrecido un vehículo institucional para que individuos y redes de los márgenes más radicales accedan a cuotas de poder”. Algo que precisamente aprecia el experto en la manera en que su mensaje “se solapa con la ideología abiertamente neonazi” de la “reemigración”, una retórica que “es casi idéntica” a la que defienden figuras radicales a nivel global como íder del grupo etnonacionalista austríaco Movimiento Identitario Martin Sellner.

Por eso Mulhern piensa que “la caza al inmigrante” fomentada en Torre Pacheco “podría ser perfectamente el primer paso de una tendencia más amplia y no una excepción”. De hecho, la extrema derecha lleva tiempo buscando propagar este tipo de protestas a otras ciudades, lo que denominan con el eufemismo “apatrullar” las calles en lugares que consideran “difíciles con el tema de la seguridad”, en palabras de Núcleo Nacional. Las protestas ante centros de menores migrantes también son una de sus banderas al tiempo que Vox ha intensificado su campaña contra ellos.

Concentración de la ultraderecha frente a un centro de migrantes de Alcalá de Henares.

Esta doble dimensión de grupos más radicalizados y partidos políticos como Vox “se está replicando en toda Europa”, explica la investigadora Nuria Alabao, autora de Las guerras de género. La política sexual de las derechas radicales. “Cada vez que Vox está utilizando esta retórica legitima y acerca al mainstream el discurso de los neonazis y reduce el coste social de expresar posiciones abiertamente racistas”, añade la experta. Por su parte, el periodista y coordinador de AlgoRace, Youssef M. Ouled, apunta a “una amplitud del discurso racista nunca antes vista”, pero señala como caldo de cultivo “los planteamientos racistas preultraderecha” presentes en España de forma estructural.

Todas las voces expertas consultadas para este reportaje coinciden en que la deriva de los últimos tiempos no ha ocurrido solo en España. Pero más allá del auge internacional, Alabao aporta un ingrediente nacional y hace referencia al segundo plano que ocupa ahora la cuestión independentista, campo de batalla habitual de las derechas. La experta considera que “se ha cerrado el ciclo del procés y la cuestión territorial está desactivada como gran movilizadora”, por lo que la ultraderecha “se ha movido todavía más” y profundiza en cuestiones relacionadas con la inmigración. “No es un desplazamiento tan inesperado, lleva tiempo creándose un campo fértil para que el discurso de la persecución del migrante se acepte e incluso la violencia callejera de grupos ultras se perciba como legítima”.

Sin embargo, el racismo ya existía antes de la irrupción de la ultraderecha, sostiene Youssef M. Ouled. “Lo que sucede es que ha permanecido más ignorado, salvo para quienes lo padecen”, esgrime el activista haciendo referencia a la actuación del Gobierno en la frontera sur o a las redadas raciales. Lo que sí cree Ouled es que la extrema derecha “ha incorporado un nivel de deshumanización y criminalización nuevo” y que lo ocurrido en Murcia “es un experimento para valorar su capacidad de movilización y condicionar el panorama social y político”, pero aunque “haya una percepción de más racismo” este “se sustenta en un racismo social e institucional que ya estaba ahí”.

Racismo cultural y biológico

En el marco de este proceso, Connor Mulhern identifica una “radicalización” de Vox a partir de las elecciones europeas de 2024. En parte “por haber mejorado” la movilización de sus bases en el ámbito digital y también debido a que “el ala más etnonacionalista de Vox se ha vuelto dominante” en el partido desplazando a “muchas voces relativamente más moderadas”. “Vox ya era de extrema derecha, pero a menudo se distingue entre la derecha radical, como Giorgia Meloni, y la extrema derecha más vinculada al fascismo clásico. Aunque Vox es un espectro, se ha ido inclinando más hacia esta última posición”, sostiene.

En términos generales, el experto se remonta en el tiempo y explica que la extrema derecha española “tuvo históricamente sus raíces en la nostalgia franquista” y, aunque esta sigue presente, la ola actual “es marcadamente distinta” y en ella convive el racismo cultural que ha predominado en los últimos años y que hace referencia a las costumbres o la religión para rechazar al extranjero con el racismo más etnicista. “Es la defensa de una nación española basada en un racismo biológico explícito que presenta a los españoles como parte de una 'pura' nación blanca europea en proceso de ser supuestamente 'reemplazada' por personas no solo culturalmente distintas sino genéticamente inferiores”.

Varias personas durante una manifestación promovida por grupos de ultraderecha en redes sociales, a 15 de julio de 2025, en Torre Pacheco.

De esta forma cree Mulhern que se ha podido llegar a medidas como la de Jumilla con el apoyo del PP, que respaldó la propuesta después de modificar la moción original de Vox pero manteniendo la intención inicial. La decisión, que permite prohibir el Ramadán o la 'fiesta del cordero’ en espacios públicos, “se basa en la premisa de que los musulmanes no forman parte de la nación española” independientemente de qué nacionalidad tengan. Lo mismo ocurre con la defensa de la deportación de inmigrantes y sus hijos a pesar de que hayan o no nacido en España.

En esta ocasión Vox ha llegado a mostrarse crítico con la Conferencia Episcopal Española y su rechazo al veto musulmán en la localidad murciana, lo que ha provocado la reacción de obispos españoles de diferentes corrientes ideológicas. Alabao analiza el movimiento en un contexto en el que la formación utiliza las creencias no tanto desde el punto de vista estrictamente religioso sino con la idea “del cristianismo cultural”, es decir, como “un marcador identitario frente al Islam y como eje de la identidad nacional y europea”. De esta forma cree la investigadora que Vox busca al votante más radicalizado y se presenta “como el verdadero defensor de la fe sin complejos”.

Con todo, las voces expertas apuntan a ampliar la mirada y apelan también al resto de sectores y partidos políticos. “No hay que combatir el racismo de la ultraderecha únicamente, sino poner sobre la mesa el necesario debate sobre el racismo en España”, sostiene Youssef M. Ouled. Mulhern, por su parte, cree que Vox “ya no se conforma con operar desde los márgenes políticos” sino que está “poniendo a prueba” hasta dónde puede llegar. “Y hasta ahora se está encontrando con poca resistencia. Es evidente que el Gobierno no solo no comprende lo que está pasando, sino que tampoco sabe cómo combatirlo”.

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